SOS del sistema de protección: Galicia busca familias para acoger a menores
Desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos hasta la Constitución española reconocen la especial protección que ha de brindarse a la infancia y la Convención sobre los Derechos del Niño constata que la familia es "el grupo fundamental de la sociedad y el medio natural" para su crecimiento y bienestar. Cuando este pilar falla y un menor es objeto de maltrato o descuido por parte de sus progenitores, es la Administración la que debe hacerse cargo. Esta era la realidad de los cerca de 52.000 menores que en 2023 contaban con una medida de protección en España, de los cuales 2.053 estaban en Galicia.
Frente al acogimiento residencial, en el 62% de los casos se optó por el acogimiento familiar para favorecer su desarrollo. La propia Ley de Protección Jurídica del Menor establece que esta modalidad debe prevalecer especialmente para las criaturas de menos de seis años. En 2022, Gobierno central y comunidades acordaron que ningún pequeño de menos de seis años viva en un establecimiento comunitario en 2026 y que en 2031 no lo haga ningún menor de diez. A unos meses de que se cumpla el primer plazo, el objetivo está lejos de materializarse.
El último informe del Ministerio de Juventud e Infancia, referido a 2023, se desprende que 1.200 infantes de hasta seis años permanecían en un centro, unos 77 en Galicia. "Estamos traballando para logralo, pero polo momento non está conseguido", señala Mónica Castelao, la coordinadora del programa de acogimiento familiar de Cruz Roja en Galicia.
Ante una radiografía como esta y desde la convicción de que ningún ser humano debiera verse privado del cariño, la seguridad y el conforto que puedan brindar unos padres –sean o no biológicos– para desarrollarse en plenitud, la estradense avisa de que hacen falta más hogares que abran sus brazos para cuidar de estos pequeños. "Precisamos que haxa máis familias que se interesen e que estean dispostas a complicarse un pouquiño a vida para mellorarlla a un cativo para que teña unha infancia o máis feliz posible e sinta que, aínda que o puidera pasar mal e houbese adultos que lle fallasen, hai cariño e apoio e persoas dispostas a encherlle a mochila de cousas positivas", reflexiona Castelao.
Treinta años de experiencia
La Cruz Roja es la veterana en el campo del acogimiento en familia ajena en Galicia al gestionar desde 1995 el programa de Familias Acolledoras en colaboración con la Xunta. En el primer trimestre del año en curso, la oenegé contaba con 329 niños de cero a 17 años criándose en una de las familias que forman parte de la bolsa de la entidad en el marco de un programa "moi vivo, no que todos os meses hai altas e baixas".
No hay que olvidar que el acogimiento no es algo definitivo, pues algunos niños pueden volver con sus progenitores si estos logran reconducir sus vidas –objetivo para el cual reciben apoyo–, superan enfermedades graves o situaciones económicas complejas. En esta línea, su tutela puede ser asignada a otros familiares dispuestos a velar por ellos; pueden acabar siendo adoptados o cumplir la mayoría de edad, con lo cual se les levanta la protección administrativa aunque puedan seguir en su hogar de acogida.
De enero a marzo, fueron 20 los que finalizaron la medida de protección, de los que cinco volvieron a casa, otros tres fueron recibidos por parientes cercanos y cuatro fueron adoptados.
Complejo encaje entre niños y familias
La bolsa que gestiona Cruz Roja está integrada por 345 familias y, también en este caso, es una cifra que fluctúa en función de las circunstancias vitales. Dista mucho de ser fácil casar las necesidades de los pequeños, que en la medida de lo posible deben mantener el contacto con sus parientes biológicos y que deben permanecer juntos si tienen hermanos, con las características de estos hogares que abren sus puertas. "Sempre temos algún neno e algunha familia en agarda. Facer o encaixe ten a súa complicación", constata la portavoz de Cruz Roja, que recalca que "sempre se precisan máis familias".
A 31 de marzo, eran 62 los pequeños "en espera", a los que los técnicos de menores de la Consellería de Política Social habían derivado al acogimiento familiar tras constatar que era la mejor opción. La prioridad "absoluta" es para los más pequeños, los que tienen menos de seis años. Tanto es así que el 83% de los niños bajo tutela o guarda administrativa del Gobierno gallego que iniciaron la experiencia de convivir con una familia ajena entre enero y marzo tenía menos de esa edad.
¿Qué se necesita para ser familia de acogida? Castelao lo resume en "estabilidade na esfera vital, emocional e laboral" para que sacar adelante a uno o varios nuevos miembros de la familia no suponga un trastorno insalvable.
El perfil es muy variado, pues el programa está abierto tanto a familias heterosexuales o del mismo sexo como a las monoparentales, sin importar el estado civil y la existencia o no de hijos biológicos. Se trata de que quien dé el paso tenga "a convicción completa de querer axudar a un neno, que sexa unha decisión consciente e moi meditada" y tener claro que la finalidad no es la adopción.
Cruz Roja inicia este lunes sesiones informativas en las ciudades
Convertirse en familia de acogida es una decisión que debe ser muy meditada. Por eso, lo primero es la información. Para resolver dudas, Cruz Roja organiza este mes sesiones en las ciudades. La primera será este lunes, en Lugo, en horario de mañana. El jueves 22 hay charlas programadas en Ourense y Vigo, en tanto que el viernes llega el turno de Pontevedra. El día 27 será en Santiago y el 29, en A Coruña.
El segundo paso es una formación básica de 12 horas y, pasado un mes, se presentará la solicitud, a la que seguirán entrevistas con técnicos y visitas domiciliarias para verificar la idoneidad.
Los detalles pueden consultarse en internet (acollementofamiliar.gal).
"Somos varias entidades xestionando programas de acollemento. É algo histórico"
Hace 12 años que esta trabajadora social de Padrón y su marido se convirtieron en padres de acogida con Cruz Roja abriendo, junto a sus cinco hijos biológicos, las puertas de su hogar a menores desprotegidos. Carmen Dourado, que hoy cuida de varios hermanos, dirige la Asociación Galega de Familias de Acollida (Acougo), una organización volcada "na sensibilización, difusión, formación e asesoramento".
Convencida de que el acogimiento "segue sendo moi descoñecido", incide en la importancia de brindar "acompañamento" con la burocracia y compartiendo experiencias. Desde actividades ligadas a la conciliación y los respiros familiares, hasta sesiones de ocio con niños y adolescentes internos en centros de protección entran en el radio de acción de Acougo, que apoya tanto a familias de acogida ajenas como a abuelos y otros parientes que se hacen cargo de un menor (acogimiento en familia extensa) y a madres biológicas que tras perder la tutela piden asesoramiento.
El marco legal reconoce varios tipos de convivencia: el acogimiento pleno; el de fin de semana y vacaciones; de día o de noche, el especializado, o el de urgencia, en el que un menor que acaba de quedar desvalido se incorpora sin periodo previo de adaptación a una familia por un tope de seis meses mientras se estudia su caso. En términos de duración, el acogimiento puede ser temporal –por dos años prorrogables– o permanente, cuando el retorno con los padres biológicos se vislumbra difícil.
"Estamos nun momento histórico no que somos varias entidades xestionando programas de acollemento en familia allea", explica Dourado, que señala que visto que las necesidades de los menores son diferentes las respuestas también han de serlo. Así, Acougo –que el 27 dará una charla en Lugo– gestiona Un curso en familia, en el que se reciben adolescentes mayores de 12 años durante el año escolar, el programa de Referentes y Familias Corresponsables.
En un escenario en el que Save the Children sitúa el coste de criar a un menor en 758 euros al mes, la directora de Acougo constata que, pese a las subidas de los dos últimos años, la prestación que la Xunta otorga para contribuir a la manutención –que oscila entre 425 y 600 euros– se queda corta.