A Paínza, en Arzúa

El mesón A Paínza (981508194) lleva años situado a pocos kilómetros de Arzúa, en Viladavil, en la carretera que va hacia As Corredoiras. Fue de los primeros locales de restauración que aprovechó una construcción tradicional restaurada en esta comarca. Desde entonces tuvo etapas diferentes en su calidad. Alguna ciertamente buena. Ahora inicia una nueva de la mano de quien llevaba la cocina de O Muíño das Canizas, del que hablamos aquí. O Muíño está situado en un paraje precioso en Ponte Arcediego, en el Ulla, en  el encuentro de las provincias de Pontevedra, A Coruña y Lugo. A Paínza, a unos minutos de Arzúa, está en un valle privilegiado por el clima suave que revela el verde  intenso en este tiempo casi invernal.

Las salas de esta casa labriega de A Paínza están bien decoradas, sin excesos y sin esos toques pseudoétnicos que lo estropean todo. Muy al contrario, cuenta con muebles que claramente proceden de anticuario o de la influencia del vecino pazo o casa grande al que estaba vinculada la casa labriega. Tiene varias salas de diferentes tamaños, lo que permite comer en grupo con cierta intimidad. Y evita sufrir lloros y alborotos de niños ajenos cuando las comidas son familiares. Buen servicio y conocedor del oficio en materia gastronómica y enológica. La bodega de momento bien aunque no es muy abundante en referencias. En la elección de los tintos gallegos puede perfilar más hacia la calidad. Cuando pasamos por allí en este último puente, acababa de arrancar con José Manuel Fariña como nuevo cheff.

La cocina promete recorrido en función de lo que allí probamos y en función de la trayectoria anterior en O Muíño das Canizas. La carta de Paínza lógicamente incorpora platos que estaban suficientemente contrastados en el Muíño. Amplia y plural oferta de primeros, fuera de los tópicos  del rural gallego. Varias propuestas de caza como corresponde a la época. También de setas.

Buena carne, como corresponde a la comarca, y algunas propuestas de cocina italiana plenamente satisfactorias, como la pasta. Dimos cuenta de un risotto suave y untuoso, que es lo que se le debe exigir. No es fácil este plato y en este caso demostró que José Manuel Fariña es un cheff con largo oficio. No había excesos de mantequilla ni de parmesano, como suele ocurrir en tantos lugares.

Con esta referencia al risotto queremos decir que la carta rompe con la monotonía que presentan muchas de las propuestas de estas ofertas de turismo rural.

La ubicación es buena y ahora que viene el año santo compostelano puede ser toda una referencia en esta etapa arzuana del Camino. Para quien viaje a Santiago por esta vieja ruta quizás sea de los pocos sitios que realmente merecen desviarse un par de kilómetros para hacer parada. Había en dirección al embalse de Portodemouros, aquí en Arzúa, Casa Brandariz. También con buen producto y buena cocina. Iremos, para contarle.

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