Opinión

La fuga del maestro

El 21 de mayo de 2013 un policía se acercó a un hombre aparentemente borracho en uno de los andenes de la estación de metro Louise de Bruselas. Era cerca del mediodía. El hombre había atraído gran expectación a su paso, llamando la atención del guardia. Este, al acercarse, le dijo "¿Puedo ayudarle? Soy un gran fan suyo". Era el artista belga Stromae. Aquellas imágenes se hicieron virales, en la medida de lo posible en esos años, y unos días después el propio cantante aclaraba lo ocurrido en la televisión francesa.
Stromae
photo_camera Stromae. EP

EL ESPECTÁCULO de su ebriedad en la vía pública formaba parte de un acto de performance para la grabación del videoclip de la canción Formidable, que versa sobre la vida de un borracho. Todo era actuado, calibrado, y de nuevo Stromae (Bruselas, 1985) había dado una lección. Al final de dicho vídeo afirma en un rótulo: Ceci n’est pas une leçon (Esto no es una lección).

Ese episodio fue uno de los últimos trucos de Stromae antes de desaparecer de los escenarios, de volver a ser Paul van Haver, el hombre normal detrás de un estrellato difícil de soportar. ¿Quién era ese chico que hizo bailar con tristeza y resignación al mundo entero?

Stromae llegó después de un tiempo en el mundillo, no fue el alter ego perfecto de un joven Van Haver ni la elección que él deseaba. Pero es la culminación de un concepto en construcción que el belga lleva a cabo desde su infancia, cuando decidió iniciarse en la música desde lo académico.

La academia Jette, situada en la periferia de Bruselas, fue el primer lugar en el que encontró la música como herramienta y camino gracias al solfeo y la batería. A esta escuela jesuita llegó con once años tras haber fracasado en las aulas públicas. Con sus amigos del colegio demostró el interés en hacer de la música su profesión con la creación de un pequeño grupo de rap siendo solo un niño.

Arranca en su canal de YouTube una serie en la que muestra cómo crea. Se llamaba 'Las lecciones de Stromae'


Con quince años decide desdoblar su persona en público y privado con el nacimiento de Opsmaestro, su primer alias artístico. Pero en el 2000 ya había un artista local con ese nombre, más experiencia y presencia que no iba a dejarle oxígeno para crecer. Pacientemente fue probando cómo podría decir lo mismo con otro sentido hasta llegar al ‘verlán’, un argot francés que intercambia la sílaba de las palabras. Stromae. Maestro. Lo tenía.

El crecimiento en los inicios artísticos suele venir acompañado de ayuda y en el caso de Paul van Harven fue con un dueto junto a otro rapero, con quien llegó a publicar alguna canción a la edad de 17 años. Pero ese amigo decidió abandonarlo a su suerte, empujando a Stromae a ser solista. Para suplir la falta de red de apoyo, decide participar en diferentes competiciones de rap y hip-hop en el país, incluso de baile, para darse a conocer. No tenía nada que perder.
Si la música no era fuente de ingreso, algo debía serlo y simultáneamente comenzó a trabajar en una cadena de comida rápida para poder pagarse primero la matrícula de la escuela privada de cine, luego para poder costearse su vida. Sin embargo, renuncia a ello porque sus ahorros no eran suficientes y opta por estudiar ingeniería de sonido, algo más barato que le permite volcar esfuerzos y dinero en su primer EP, Juste un cerveau, un flow, un fond et un mic.

Al año siguiente, en 2008, comienza a trabajar para una discográfica como productor y arreglista de otros artistas. No era exactamente lo que esperaba como músico, pero era mucho más de lo que tenían sus compañeros. En cierto modo dejaba huella, aunque fuese a través de detalles en piezas ajenas. 

Pero no renuncia a sus propias canciones y para comunicarlas arranca en su canal de YouTube una serie en la que muestra cómo crea. Se llamaba Las lecciones de Stromae y llegó a ser un fenómeno dentro de la esfera francófona en internet, acumulando hasta 300.000 reproducciones. Esto trajo dos consecuencias, Stromae montó su propia productora, Mosaert —anagrama de Stromae y maestro—, y atrajo la atención de Universal France, con quien firmó un contrato para distribuir su música.

Gracias a 'Alors on dance', un himno de la música francesa actual, Stromae pasó a ser un nombre de primera línea


Durante la estancia en una radio belga en 2009, le pasa dos canciones a unos compañeros por si quieren ponerla en uno de sus programas, uno de esos en los que suenan las mismas canciones durante tres horas para generar gancho. Eligieron una de ellas, apostaron por ella. Se titulaba Alors on dance y en cuestión de semanas era el número uno en varios países de Europa.

Gracias a esta pieza, un himno de la música francesa actual, Stromae pasó a ser un nombre de primera línea. Carecía de un disco como tal, de más trabajo al que agarrarse, y por eso no debía perder de vista la progresión. Pero era complicado no distraerse entre los muchos artículos que lo llamaban a cambiar la música electrónica y bailable por introducir la tristeza en la pista de baile, por combinar ritmo con mensaje.

Entre sus fanáticos se encontraban nombres tan dispares como Anne Wintour, de Vogue, Jean Claude Van Damme o el expresidente Nicolas Sarkozy y a su puerta llamaban artistas de todo el mundo para buscar una colaboración, como Black Eyed Peas o Kanye West, artista con el que lo comparan a menudo.

Stromae no se dejó impresionar por la industria y siguió adelante con sus intenciones, algo que culminó en la presentación de su disco debut, Cheese, titulado con la expresión inglesa que en español sería ‘patata’ y que busca sacar una sonrisa en las fotografías de retrato. Crítica y público coinciden en calificar al belga como una estrella única, el talento de una generación y un tiempo.

El valor que se le atribuye a Stromae no es solo la introducción de nuevas emociones en la pista de baile, sino la perspectiva involuntaria desde la que comunica una realidad


El valor que se le atribuye a Stromae no es solo la introducción de nuevas emociones en un lugar sagrado para la diversión como era la pista de baile, sino la perspectiva involuntaria desde la que comunica una realidad. Las letras del belga exponen casi de un modo antropológico las complicaciones de la sociedad occidental con la asfixia laboral, las relaciones sociales y el yugo de las clases, que aprieta especialmente a la inmigración. Pese a todo ello, invita a bailar porque qué alternativa queda.

Bajo el foco de la relevancia mundial, Stromae comienza a trabajar en su segundo disco intentando ignorar la presión. Para ello recupera tres de las grandes influencias que marcaron su vida antes de tener carrera: el sonido cubano, rumba congolesa y Jacques Brel, piedra angular que define la trayectoria del belga y a quien tiene como referente. Al mismo tiempo, van Harven decide que es momento de exponer su propia historia.

En 2013 sale a la luz Papaoutai, el adelanto de su segundo disco Racine carrée. Disfrazada con ritmos africanos y música house, Stromae relata las consecuencias de haber crecido huérfano de padre, una historia que, como confesó a Libération, le afectaba mucho más de lo que podía sospechar.

En sus primeros nueve años de vida, el belga solo vio a su padre unas diez veces. Era arquitecto y viajaba mucho debido a su empleo. Precisamente por motivos profesionales viajó a Ruanda en 1994,su país natal, donde quedó cerca de los Grandes Lagos de África atrapado a causa del genocidio, donde él también fue asesinado. La noticia llegó a casa de Stromae por teléfono, dos meses más tarde, y aunque era de suponer por la falta de comunicación por parte del padre, la incógnita amortiguaba el golpe.

'Papaoutai', que es un juego de palabras entre "Papa oû t’es" ("¿Papá, dónde estás?") y "Papa tué" ("Papá asesinado"),


Para trasladar este relato a la música, Stromae se sirvió de su punto de vista, el de alguien que se pregunta constantemente dónde está padre y que reflexiona sobre la facilidad de crear un hijo y la dificultad de crear un padre. Este nuevo matiz en su obra, casi una vena existencialista que señala los cinismos de la sociedad moderna, lo aleja de la frivolidad pop y amplia la semilla de su primer trabajo. Si él llevó la tristeza a la pista de baile, ahora lleva el racismo estructural, el sexismo o el luto a una nueva dimensión.

Papaoutai, que es un juego de palabras entre "Papa oû t’es" ("¿Papá, dónde estás?") y "Papa tué" ("Papá asesinado"), se mantiene a día de hoy como el clip francófono más visto de YouTube con más de 800 millones de visitas. De hecho y en cierto modo gracias a sus lecciones y vídeos, Stromae puede considerarse la primera gran estrella musical de la era YouTube.

El belga se coronó de nuevo a nivel global con su segundo disco y su vida se convirtió en una sucesión de conciertos, entrevistas, actos y eventos, todo ello muy distinto a trabajar con calma en su estudio sobre lo que le interesaba. Tras más de 200 recitales seguidos en menos de un año, Stromae entra en una crisis nerviosa y desarrolla ansiedad social en medio de su gira por África, donde además debe cancelar citas por culpa de la malaria que contrajo.

Agotado mentalmente y sin posibilidad de huir a nivel social en su rutina, pues su rostro era casi de dominio público en Francia y Bélgica, Stromae entra en una espiral de falta de creatividad, frustración y soledad, en parte por aislamiento y en otra parte por los compromisos de su trabajo. Una tarde fue parado por una niña en la calle, le pedía solo una foto. Él comenzó a gritarle y se negó a hacérsela. Entonces puso fin a todo antes de ser dominado por la ansiedad.

Comenzó como un cese temporal de la actividad musical y se alargó durante siete años. Stromae desapareció un día, borró sus redes sociales, canceló conciertos, retiró sus actos públicos salvo los más ineludibles. Se fugó de la fama. Se centró en la materia audiovisual, una de sus pasiones y que controla de forma rígida en sus vídeos, y comenzó a trabajar para otros artistas. Quiso ser creativo, a secas. Trabajar, cobrar.

Stromae recurre al folclore, a las raíces de la gente y los pueblos, como él mismo explica, porque es lo que lo mantiene en conexión sin perder el objetivo


Se introdujo en el mundo del diseño y experimentó con otra de sus pasiones: la moda. Uno de los sellos que diferenciaron a Stromae cuando saltó a la fama era su peculiar manera de vestir, siempre al límite entre los géneros y los discursos de raza y clase. Como él siempre defiende, su propuesta está pensada al milímetro.

En numerosas ocasiones ha defendido que en esos siete años no paró de trabajar, solo paró de publicar. Sintió que se desapegaba de la perspectiva que quería aportar y que su propio trabajo empezaba a no importarle. Su retorno en 2021 significó el fin de un silencio que pilló al mundo por sorpresa, un abandono en lo más alto de su carrera.

Para volver de esa desaparición Stromae recurre al folclore, a las raíces de la gente y los pueblos, como él mismo explica, porque es lo que lo mantiene en conexión sin perder el objetivo. Todo ello, junto a su perspectiva social única y su matiz electrónico, forma parte de ‘Multitude’, un relato polifónico en el que recoge la voz de los olvidados de la sociedad y traza la guía para comprender la sociedad actual: salud mental, adicciones, discriminación.

Stromae ha demostrado antes de cumplir los 40 años que la presencia es algo innecesario en las artes, porque lo importante es la huella. Él ha definido un modo estético e intelectual de comprender la música, dotando a los mensajes de nuevos ritmos y espacios y paralelamente alterando la palabra maestro, a la cual la ha dotado de nuevas formas y significados. Se acabó la lección.

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