París era Hemingway
PARÍS siempre fue una fiesta, él lo comprendió mejor que nadie. Fue una fiesta desde el gótico en la Edad Media, desde los existencialistas que querían existir, desde Bel Ami de Maupassant que quería llevar sus amores por el Paseo del Bosque de Bolonia.
O los impresionistas que captaban lo único de cada instante y la fiesta de las pinceladas. O desde todos los que llegaron a buscar la libertad desde el mundo entero y expusieron sus libertades allí. O desde todas las escritoras que a partir de la Edad Media afirmaron con osadía los valores de la mujer.
Se movía sobre todo por el paseo de Moufetard. Yo le seguía los pasos muchos años después. Porque es una calle muy barata, donde se puede comer muy barato, o se puede ir al cine Espada de Madera por muy poco dinero.
Pero también es muy vibrante y siempre se cruzan infinidad de rostros. Y Verlaine era una fiesta en la calle Descartes y demostró con sus intuiciones y sus vaguedades que Descartes se equivocaba. También los simbolistas fueron una fiesta.
Y Hemingway vivió en esa misma casa y coincidía de alguna manera con Verlaine. Aunque parezca mentira. París era Verlaine pero también era Hemingway.
Entré en el hotel Ritz en la Place Vendome, caminé por un pasillo larguísimo y al final entré en el bar Hemingway. Había un busto de Hemingway y una máquina de escribir de las de antes, que escribía lo que tú querías y no te subrayaba como incorrecto aquello que no conocía. Tiene gracia, una máquina muerta pretendiendo dar lecciones a un ser vivo y libre. Hemingway se hubiera burlado de ellas.
Pedimos un tinto a una camarera muy elegante. Consuelo le preguntó a la camarera si la princesa Diana iba mucho por allí. Yo me puse a hablar con Hemingway un poco borracho de vino y de literatura. Y de nostalgia. Sí, de nostalgia. ¿Es que dentro de la muerte no se puede sentir nostalgia de la vida, y dentro de la cárcel no se puede sentir nostalgia de la libertad? ¿Y dentro del puritanismo actual no se puede sentir nostalgia del disfrutar? ¿Y dentro de un plástico no se puede añorar un roble de verdad?
Y con su estilo seco de boxeador se emocionaba con París y comprendía el lirismo de París. Mejor que otros que copian su título y se dedican a jugar con las palabras como pompas de jabón.
Hemingway pasaba hambre, pero disfrutaba de París y de la literatura. Y calmaba a Scott Fitzgerald cuando éste en un urinario temía tener el miembro muy pequeño. Hemingway era París entonces. Y París era Hemingway.
París era Hemingway en la nieve de los Alpes acordándose de París. Y pescando un pez en los cayos de Florida y evocando París.
Y también era su escritura recia y honda, mucho más viva que la de Gertrude Stein con su pedantería y su cubismo abstracto. Quise leerla pero no la aguanté.
Sí, me gustaba mucho más la literatura vibrante y algo trágica (en el sentido de vitalista) que el cubismo puramente mental de Gertrude Stein. Sin gracia y sin alimento. Siempre me fastidió el cubismo con sus triángulos y sus geometrías. Pretendían superar con su rollo pedantesco la vibración libre del impresionismo. El impresionismo cayó en desgracia. Pero toda literatura libre y genuina es impresionismo. Cuando no impones tu estalinismo mental a la locura de las impresiones.
Y Hemingway era eso: vagar por París hecho para vagar. Y vaciarle la despensa a Gertrude Stein cuando se moría de hambre. Al menos con eso sirvió para algo la Stein. Y con decir aquello de Generación Perdida al referirse a Hemingway y los otros. Ella lo dijo como un insulto. Pero al estar perdidos estaban libres y mostraban mejor lo que había. Dios nos libre de los que se Han Encontrado y quieren Parar.


