El zombi y Marilyn Monroe

Marilyn Monroe.
Marilyn Monroe.
No he leído ningún libro de James Ellroy ni pienso leerlo. Pero he leído montones de entrevistas estúpidas con él. Y el guion de Los Angeles Confidencial es un himno a la brutalidad y el gorilismo

En la película la pobre Kim Bassinger tiene que aguantar a un tipo que le pega puñetazos incluso al hormigón armado. Y ahora este merluzo se permite decir que Marilyn Monroe era superficial y no tenía talento. Cuando él es el colmo de lo superficial y sordo y no tiene ni pizca de talento. Solo tiene unos cuantos tópicos broncos de hormigón armado. Y ninguna capacidad de captar las contradicciones y sutilezas de la vida.  A los merluzos de hormigón se les escapa Marilyn y se les escapa la vida. 

En cambio el español Rafael Reig en Autobiografía de Marilyn Monroe la presenta como un prodigio de frescura y de ironía, de vitalidad invencible y de lucha. Y da con la clave de todo: estaba sola y se sentía sola. Nadie la apreció nunca y nadie supo verla. Se sentía como un alma a la que nadie miraba. Toda la vida buscó el amor y el respeto y nunca lo tuvo. 

Desde que la usaron de niña y la contrataron como niña tonta. Por eso hizo el tonto muchas veces para burlarse de todos. Esa fue su ironía y con eso nos dio a todos en las narices. Pero Arthur Miller escribió para ella el guion de Vidas rebeldes y ella lo interpretó con una sensibilidad prodigiosa. Me asombra la expresividad callada de ciertas miradas, la soledad honda de sus ojos en ciertos momentos. Su aceptar la vida a pesar de todo y su luchar con la vida. 

Nadie podría poner más expresividad, más lucidez, en un rostro hermoso y solitario. Como en aquella escena de Bus Stop en que inclina la cabeza sobre la barra de un bar y se sobrepone a todas las estupideces del mundo.  Y se acompaña a sí misma y se rescata.

Ella escribió poemas muy meritorios que ya quisiera para sí este merluzo fabricado con hormigón y con tópicos broncos. Este tipo que no es capaz de ver nada y solo se complace en sí mismo. Ya tiene cara de no enterarse de nada. 

La editorial Bamba publicó una selección de esos poemas. En uno dice: "Me gustan los puentes,/ especialmente el de Brooklyn,/ tan tranquilo a pesar/ del rugido de los automóviles".  No compara como Hart Crane al puente de Brooklyn con un arpa y un altar, pero es capaz de ver el resistir solitario del puente. Una visión original. Así era ella, también tranquila en el fondo a pesar de los rugidos de todos los merluzos. De todos los zombis que se acercaron y no la vieron.

Y en otro poema dice: "Siempre he estado sola/ pero hoy/ ni siquiera me tengo a mí misma/ para hacerme compañía". Siempre estuvo sola. Fue como esa mujer con sombrero curvo que toma el café abrumada en un cuadro de Hopper. Nadie se enteró de nada. Todo el mundo tan satisfecho de sí mismo y sin enterarse de nada. 

Ella fue tan culta, leyó tanto. La lectura es lo que da una cultura viva y no los títulos universitarios resecos. Fue tan inquieta y tan honda, sobre todo en algunas interpretaciones. Estaba tan viva y vosotros, los simplistas, que aceptáis el tópico de la rubia tonta y tantos tópicos, no os enteráis de la vida. Sois como zombis que repiten los gestos.

Y este tipo se permite compararse con Hammett. Me parto de risa al leer esa frase: Solo estamos Hammet y yo, los demás no son nada. Desde luego, la ignorancia es atrevida y satisfecha. La estupidez es atrevida. Se parece a ese paleto que conocí un día, que nunca salió de su pueblo hacia el mundo y cree que el mundo no existe. Este tipo no leyó nada y por eso se cree el único. Tiene una cara cuadrada y un mirar de zombi satisfecho. 

Creo que Marilyn es la única persona —además de Consuelo y de mí— que leyó completo el Ulises de James Joyce. Y para hacer eso hay que ser intrépida interiormente. Intrépida y libre. Y resistía a pesar del simplismo de los demás. Se sabía viva y existente y como Don Quijote sabía quien era. Y tan existente. Y nadie podía evitarlo.

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