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De Roncesvalles a Compostela (X)

O Cebreiro. SEBAS SENANDE
photo_camera O Cebreiro. SEBAS SENANDE

19. De Ponferrada a Villafranca del Bierzo 23,32km

Junio 2021. Jueves 10

A las 6:40 inicio esta etapa llana y sin dificultad cruzando el Sil por la avenida de la Puebla que enlaza con la calle Camino de Santiago en el barrio urbano de Compostilla, internándome a continuación en el barrio de la Rosaleda, ya en los arrabales, en el que se levanta la impresionante torre de viviendas del mismo nombre de 107m de altura, cuya silueta se distinguía ayer bajando de los Montes de León hacia Molinaseca. Dejo atrás el núcleo urbano de Ponferrada por un camino asfaltado paralelo a la avenida de Galicia (LE-713) totalmente urbanizada, que en sus 9,5km de largo va dejando a su lado otros barrios como Columbrianos y Fuentes Nuevas. Abandono el camino asfaltado y entro en Camponaraya por la LE-713, en donde paro a desayunar y hago acopio de agua. Atravieso el pueblo por la carretera durante un kilómetro y medio y a través de un paso elevado cruzo la A-6. Después por una pista de grava que discurre apacible y ondulante entre viñas y chopos voy tomando cerezas de las que están a mano de los árboles que salpican el camino. En algunos viñedos están terminando labores de poda en verde, también llamada poda de primavera, faena que cuida y mejora la uva eliminando brotes estériles y hojas superfluas, favoreciendo así la aireación y disminuyendo riesgos de enfermedades para obtener mayor productividad y asegurar una mejor calidad y maduración de la uva. A las 9:45 alcanzo Cacabelos, la esencia del Bierzo. A su entrada el Consejo Regulador de la DO del Bierzo. Enfilo la calle Santa María que vertebra el casco urbano en donde está ubicada la bodega Cuatro Pasos del grupo Martín Codax en una casona solariega del siglo XVIII en la que estuve catando en 2016, antes de que saliera al mercado, su mencía Martín Sarmiento 2011 Cepas de Altura, armónico y elegante.

Continúo varios tramos por el arcén de la LE-713 y paso por Pieros con un paisaje siempre suavemente ondulado de viñedos en plena Hoya del Bierzo encerrada por un cerco montañoso que la ciñe y protege, en la que el cultivo de la vid se hace tradicionalmente en vaso aunque empieza a verse en espaldera para su vendimia mecánica. Aquí la estrella es la uva Mencía y otras tintas de menos producción son la Garnacha Tintorera y la Merenzao; y en blancas la reina es la Godello, aunque la Palomino tiene un porcentaje de cultivo más alto pese a su inferior calidad, le siguen en proporción mas baja la Doña Blanca y la Malvasía.

Prosigo por la carretera en un tramo peligroso hasta que vuelve a renacer el camino carretero ondeante entre viñedos y algunos cerezos silvestres de los que voy escamoteando frutos maduros, y tras un fuerte repecho diviso el valle del Burbia y entonces comienzo a descender a Villafranca del Bierzo donde me recibe la iglesia románica de Santiago (s.XII) con su Puerta del Perdón, cuya prerrogativa del papa Calixto III (s.XV) concede el privilegio del jubileo a aquéllos peregrinos enfermos que no pudieran seguir a Santiago si acceden a la iglesia a través de dicha puerta. Un poco más allá, el castillo-palacio de los Marqueses de Villafranca del Bierzo (s.XV) que no se puede visitar, y enfrente el Bar el Castillo, en cuya terraza descansan algunos peregrinos, a los que me uno a las 11:45 para tomar un refrigerio. Comparto mesa con Antonio, madrileño que está haciendo el tramo León/O Cebreiro, del que deduzco, por el número de latas de cerveza vacías a su lado y por su balbuceo, que lleva algún tiempo allí sentado; no para de hablar y confunde, a mi pesar, el querer conectar con alguien con la molestia de la pesadez. Poco después atravieso el casco urbano hasta el Albergue de la Piedra, a la salida de la villa, en la calle Espíritu Santo a orillas del río Valcarce, en donde me instalo. Mi habitación abre la ventana a una pared rocosa excavada en la ladera del monte, sin más vistas que la vegetación que nace y cuelga de sus grietas y hendiduras de las que chorrean hilillos de agua. La sensación es la de estar en una cueva con todas las comodidades. El albergue hace honor a su nombre.

Una vez aseado y colgada la ropa lavada voy a comer al Mesón los Ancares un caldo gallego y unas carrilleras con salsa a la mencía. Al terminar me siento en una de las terrazas de la Plaza Mayor a tomar un café y después regreso al albergue para echar una siesta. A las 19:00 salgo a pasear por esta villa -que en el Trienio Liberal 1820/1823 fue efímeramente la quinta provincia gallego-berciana- recorriendo la calle del Agua, paso obligado de los peregrinos a Compostela, con una importante muestra de arquitectura barroca civil y religiosa, que conforma un museo al aire libre de la heráldica, casas blasonadas y palacios como el de los Marqueses de Villafranca y el de Torquemada, la Casa Torre y la Casa Morisca. Calle comercial y artesanal, que me evoca mi estancia aquí en los años setenta, cuando en los alféizares de las ventanas de las casas particulares se exponían para su venta pimientos del bierzo enlatados artesanalmente por sus propietarias. Fueron las mujeres bercianas las que iniciaron la tradición del pimiento asado del Bierzo con su famoso olor a humo que los bercianos llaman olor del noroeste. En la actualidad los alféizares de las ventanas están vacíos debido a la exclusividad del enlatado por las industrias quienes tienen el monopolio de su venta. La industria contra la tradición: Echo de menos los templarios.

Vuelvo a toparme con el suizo Michel en la terraza del café restaurante Sevilla en la Plaza Mayor. Está leyendo un libro y tomando una cerveza. Le pongo al corriente de mi paseo por la villa que él ya recorrió a primera hora de la tarde y hablamos sobre la gastronomía del Bierzo y mi predilección por los pimientos asados que Michel afirma no haber probado nunca. Y antes de que notara mi asombro se defendió con un rotundo Mieux vaut tard que jamais, y allí mismo compartimos unos pimientos y ajos asados con anchoas seguido de un fiambre de lacón cocido con pimientos asados otra vez. Y por supuesto un mencía de la tierra.

20. De Villafranca del Bierzo a O Cebreiro 30,00km.

Junio 2021. Viernes 11

Madrugo. Probablemente la etapa de hoy es la más dura. Algunos la llaman la etapa reina. A las 6:00 ya estoy andando por una senda peatonal que durante quince kilómetros va encajada entre la antigua N-VI y el río Valcarce, protegida de la carretera por un muro de un metro de alto. La vieja carretera apenas es transitada por vehículos, función que cumple la autovía que vuela sobre la misma con siete viaductos, algunos a gran altura, razón imperiosa para transformarla en itinerario peatonal jacobeo que sustituya al camino atrincherado por bloques de cemento. Hay pequeños tramos asfaltados que me desplazan a Pereje, Trabadelo y Portela para después regresar sucesivamente a la senda encajonada. Paso por Ambasmestas, confluencia de los ríos Valcarce y Balboa y llego a Vega de Valcarce en donde se habla gallego y paro a desayunar. Aquí abandono el camino aprisionado durante 15km para comenzar la subida suave por una vía asfaltada. Poco después la ruta va ascendiendo paulatinamente por una zona boscosa desde la que se deja entrever el castillo de Sarracín en lo alto del monte Vilela, que recientemente ha sido objeto de una desastrosa reconstrucción sin tener en cuenta la opinión de los expertos y técnicos arqueológicos. ¡Oh templarios! Alcanzo Herrerías o Ferrerías (664m de altitud) a través de un puente romano sobre el río das Lamas que nace en O Cebreiro y es tributario del Valcarce, rodeado de montañas de exuberante vegetación. Y a partir de aquí 9km de extrema escalada progresiva hasta mi meta a 1300m de altitud. Al principio avanzo con mucho esfuerzo por una senda sombría bajo la bóveda que forman castaños y robles centenarios. Hay repechos abruptos y tortuosos y he de parar a veces para coger aire. El monte frondoso desaparece a la altura de A Faba para entrar en una zona de prados con menos arbolado y un trecho de ascensión un poco mas suave. En este punto el viento sopla fuerte y ya es visible O Cebreiro allá arriba. Continúo mi avance poco a poco y llego a la última población en tierras leonesas: La Laguna de Castilla o A Lagúa de Castela, impresionante panorámica y mirador del Monte Irago en la lejanía. Un poco más de ascenso y aparece el primer hito jacobeo convertido en milladoiro que indica que estoy a 152,5 km de Compostela con la inscripción Teso dos Santos. Más allá un mojón policromado con los escudos de Galicia y de Lugo señala el punto de entrada a la Comunidad de Galicia. Un kilómetro más y entro en O Cebreiro a las 13:15 y me abrazo a mis amigos Xocas e Reme que me estaban esperando. Desde aquí observo por última vez las tierras de León en una bella vista panorámica de la que emergen los pueblos ya superados aflorando entre las texturas verdes, ocres y amarillas de los montes y valles.

Me alojo con mis amigos en el albergue Venta Celta y una vez despojado de mi mochila me llevan a comer a Casa Sidro, en la aldea de Louzarela, a 12km, unos chuletones de buey con unas extraordinarias patatas y un espléndido tiramisú seguido de una sobremesa con su cordial y agradable dueño. De vuelta en O Cebreiro nos encontramos con mi amigo Oscar quien acudió para acompañarnos mañana en la etapa a Triacastela.

O Cebreiro destaca por su principal monumento: Santa María la Real, del siglo IX, la iglesia más antigua del Camino de Santiago, de estilo prerrománico que guarda entre sus muros milagros, leyendas y mitos del más ilustre abolengo medieval.

Desde aquí arriba la puesta de sol es incomparable y el crepúsculo se adorna de tonos amarillos y anaranjados que poco a poco empiezan a degradar los azules intensos para dar paso a la noche.

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