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Autostop

Jack Kerouac, como muchos escritores de la carretera, no tenía licencia de conducir

EL ESCRITOR estadounidense Russell Banks (1940) residía en la localidad de Chapell Hill a mediados de los años sesenta. Vivía con su segunda mujer, cuya familia se había ofrecido a pagarle los estudios universitarios. Se había matriculado en la Universidad de Carolina del Norte en 1964, en pleno apogeo del movimiento por los derechos civiles y cuando la oposición a la presencia de los Estados Unidos en Vietnam empezaba a organizarse. No había escrito todavía ninguna de sus novelas o libros de relatos, que con el tiempo lo vincularían al grupo del realismo que formaron Raymond Carver, Bobbie Ann Mason, Tobias Wolff o Richard Ford, y del que se valieron para dar voz a las vidas que no se desarrollaban en los grandes centros urbanos o en los campus universitarios. Su primer libro solo vio la luz en 1975.

maruxaEn 1967, cuando su determinación a escribir era ya firme, vivió un episodio del todo imprevisto, que le permitió conocer a una figura literaria por primera vez. Se encontraba en casa, cuando sonó el teléfono a altas horas de la noche. Era su amigo Marshall Hay, al que conocía de la universidad. En esos días, Hay había estado durante un fin de semana de meditación en un centro de Myrtle Beach, y de vuelta a la ciudad, haciendo autostop, un coche se detuvo a su lado. Viajaban tres personas en su interior. "¿A dónde vas, muchacho?", le preguntó el pasajero que iba en el asiento de atrás. "A Chapell Hill", respondió. "Siempre quise ir a Chapell Hill", improvisó el desconocido, e invitó a Hay subir. Entonces, este pudo ver mejor al pasajero de atrás. Era Jack Kerouac, que presentó a los hombres que lo acompañaban, de origen indio, como sus primos. Kerouac, como muchos escritores de la carretera, no tenía licencia de conducir. Necesitaba continuamente a un Neal Cassady para moverse en coche, que lo llevase de un lado a otro. Por esas fechas acababa de recibir el anticipo por su último libro, ‘Vanity of Dulouz’, y lo gastaba como un marinero de permiso.

Iban a ser cuatro personas, pero cuando Banks abrió la puerta había unas 40

Cuando Hay llamó a Banks, lo hizo desde el teléfono de un bar al que acudían habitualmente, llamado de The Tempo Room. "Oye, Russ, Jack Kerouac está en la ciudad, y quiere ir de fiesta. ¿Podemos ir a tu casa?", le preguntó. Banks no lo creyó ni por un segundo. "Sí, claro, claro", dijo, para seguirle la broma. "No, hablo en serio. Estoy con Kerouac", insistió Marshall hasta que lo convenció. Iban a ser cuatro personas, pero cuando Banks abrió la puerta, había unas 40 esperando a entrar. Kerouac las había reclutado entre todos los desconocidos con los que se cruzó camino de casa de Russell. Este, cuando años después recordaba el episodio, contaba que "pusieron patas arriba nuestras vidas durante cuatro días", que fue el tiempo que tardó en diluirse del todo la fiesta. Después, Kerouac y sus primos "continuaron conduciendo, dejando detrás un gran número de hipsters exhaustos y con resaca".

"Fue emocionante y deprimente estar con Kerouac, emocionante porque era un héroe literario para mí y para la mayoría de mis amigos, y allí estaba, en carne y hueso. Y deprimente porque estaba alcoholizado y trastornado", explicó Banks en numerosas entrevistas. Aquellos días de fiesta sin descanso le dejaron ver "lo atractivo que debió ser cuando era joven, tanto física como intelectualmente".

El autor de En la carretera acabó siendo muy importante para Russell. Leerlo fue "liberador en términos literarios y sexuales, pero también en el comportamiento social", aseguraba. Le proporcionó otra forma de pensar, y validó la existencia que había llevado hasta el momento, además de proporcionarle esperanzas para la que llevaría después. Fuera de eso, "nunca quise escribir como él ni sobre lo que él escribió". 

Kerouac, que falleció alcoholizado en 1968, volvió a cruzarse con Banks en 2001. Ese año, Francis Ford Coppola le ofreció escribir el guion de En la carretera. El cineasta había comprado los derechos de la novela a perpetuidad en 1968, pero cada vez que intentaba poner en marcha el proyecto, fracasaba. De hecho, no se filmó hasta 2010, estrenándose dos años después en el Festival de Cannes, dirigida por Walter Salles, y sobre un guión que ya no era el de Banks.

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