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Mano de obra foránea

El Gobierno allana el camino para cubrir el déficit de trabajadores con extranjeros en una España donde la tasa de paro ronda el 13%
La construcción es uno de los sectores con mayor falta de mano de obra. EP
photo_camera La construcción es uno de los sectores con mayor falta de mano de obra. EP

España ha pasado de ser país de emigrantes a país de inmigrantes en apenas tres décadas. El considerable flujo de personas llegadas del exterior no solo ha ayudado a frenar la sangría demográfica, también ha supuesto la incorporación al mercado laboral de un importante contingente de trabajadores que aportan mano de obra a las empresas. Los datos lo avalan: si hace 20 años los extranjeros representaban apenas el 5% de la población, hoy son casi el 12%; y el número de afiliados a la Seguridad Social procedentes de otras nacionalidades se ha más que duplicado en este tiempo, hasta superar la barrera de los 2,5 millones.

Sin embargo, la percepción social en torno a la inmigración sigue siendo ambivalente. Una parte de la opinión pública ve la entrada de extranjeros como un problema, pues temen que roben trabajo a los españoles y creen que vienen a beneficiarse del estado de bienestar sin aportar a cambio lo suficiente. Para otros, son parte de la solución al invierno demográfico y al déficit de trabajadores e n diversas ocupaciones.

En este último grupo está el Ministerio de Seguridad Social, que con sus políticas ha ido allanando el camino para la llegada de extranjeros, con el foco puesto sobre todo en el mercado laboral. En verano aprobó la reforma del reglamento de la Ley de Extranjería que, entre otras cuestiones, facilitó la contratación de trabajadores en el exterior y abrió una vía para obtener los papeles a los inmigrante que ya viven en España a cambio de que se formen en sectores faltos de personal. Y a finales de 2022 publicó una orden ministerial que regula cómo captará España trabajadores en el exterior para cubrir puestos que quedan vacantes –cerca de 144.000 a cierre del tercer trimestre de 2022 , según los últimos datos del Ine–.

Además, el Gobierno quiere actualizar el catálogo de ocupaciones de difícil cobertura, en las que se que permite tramitar la autorización de residencia temporal y trabajo a extranjeros para que vengan. Aquí surge otro debate. ¿Necesita un país con más de 2,8 millones de parados recurrir a contrataciones en otros países para satisfacer la demanda de mano de obra? El ministerio que dirige José Luis Escrivá considera que sí, mientras el de Trabajo y los sindicatos se oponen porque sostienen que hay suficientes personas en España para cubrir la necesidad de trabajadores —incluidos los emigrantes, con o sin papeles—. No obstante, parece evidente que algo falla cuando diversos sectores sufren para encontrar personal con una tasa de paro que roza el 13%.

Construcción, hostelería o transporte están entre ellos, pero cada vez son más y más variados. Las empresas suelen apuntar a la falta de relevo generacional o de candidatos cualificados, pero pocas veces –o nunca– reconocen que las condiciones de trabajo pueden ser el gran escollo. Sueldos bajos, jornadas largas, problemas para la conciliación y otros factores que restan atractivo a los empleos, como la imagen negativa que hay de algunos oficios. Sin embargo, para alguien que en su país puede optar a mucho menos, supone una oportunidad y no lo duda.

Hay aquí otra cuestión polémica. Cada vez se escucha más eso de que la gente en España no quiere trabajar, una "realidad" para muchos empresarios y "una moda facilona" para los sindicatos. ¿Desincentivan las prestaciones por desempleo y subsidios la búsqueda de un trabajo? ¿Son los jóvenes demasiado selectos a la hora de aceptar un empleo?

Sea como sea, lo cierto es que ya hay un problema de déficit de mano de obra que puede agravarse en el futuro si no se pone solución. En la actualidad hay cerca de 7 millones de ocupados a partir de 50 años, mientras en la franja entre los 16 y 35 —los que deberían ser su reemplazo cuando se jubilen— apenas son 5 millones.