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Y al quinto día... libre

La semana laboral de cuatro días se abre camino a paso lento con muchos pros y el reto de cambiar la cultura del trabajo en España
Empresas como Toldos Porriño o Hack a Boss han implantado la semana laboral de cuatro días en Galicia. EP
photo_camera Empresas como Toldos Porriño o Hack a Boss han implantado la semana laboral de cuatro días en Galicia. EP

Todos los cambios revolucionarios en la jornada laboral nacen como ideas utópicas. Ocurrió con las ocho horas de trabajo al día, un modelo que en 2019 cumplió un siglo de vida en España, país pionero en su implantación en Europa. Hoy es la fórmula más extendida, la que aplica ese famoso lema de "ocho horas para trabajar, ocho horas para descansar y ocho horas para el ocio" que popularizó el empresario británico Robert Owen a raíz de la Revolución Industrial. 

También a inicios del siglo XX se aprobó en España el descanso dominical, que, además de un disco de Mecano, fue una de las mayores conquistas sociales.

En la época actual, más allá de la irrupción del teletrabajo tras el estallido de la pandemia, se abre paso la semana laboral de cuatro días. Un caramelo para cualquier trabajador que en algunas empresas ya han probado y saborean.

De momento son pocas, pero cada vez más, las que aplican este modelo. Lo implantó por primera vez en España una firma de Jaén, Software Delsol, a la que siguieron otras como Telefónica o Desigual. Y también hay ejemplos en Galicia, como el de Toldos Porriño o el de la academia de programadores coruñesa Hack A Boss.

Cada una de las empresas que han puesto en práctica la semana laboral de cuatro días han seguido su propia fórmula. Algunas mantienen el sueldo y la cotización a la Seguridad Social de los trabajadores y otras le meten tijera, algo que lleva a muchos empleados a preferir quedarse como están si van a cobrar menos.

Unas siguen con el mismo volumen de horas de trabajo a la semana y las concentran en los cuatro días de labor; otras reducen la jornada semanal. Por otro lado está la reorganización de la actividad que requiere una medida de este tipo, con turnos o un refuerzo de la plantilla para que todo el equipo pueda parar tres días.

El cambio no es sencillo, especialmente en negocios donde todos los días hay que prestar un servicio o atender a los clientes, pero si el empresario es flexible, está abierto a implantar nuevas fórmulas de gestión del trabajo y a destinar recursos a la medida en caso necesario para ganar en productividad y bienestar, todo es posible.

Y es que, pese a los obstáculos y esfuerzos, las compañías que se han subido a este tren hacen un balance positivo, al obtener beneficios tanto a nivel empresarial como humano. En este último ámbito, además de allanar el camino de la conciliación, estudios científicos constatan que descansar tres días a la semana es bueno para la salud

El más reciente, realizado por investigadores de la Universidad de Australia del Sur, concluye que con un día más libre a la semana hacemos más actividad física, somos menos sedentarios y dormimos más y mejor.

Al principio, el cambio puede ser una fuente de estrés por tener que concentrar el mismo volumen de trabajo en menos días u horas, pero todo es adaptarse. Empresas que lo han puesto en práctica constatan que ese agobio inicial se va y pesan más los pros.

Entre ellos, uno beneficioso para los empleadores es la mayor capacidad para atraer y retener talento si ofrecen entre las condiciones la semana laboral de cuatro días. En sectores donde hay mucho desajuste entre oferta y demanda de profesionales, una medida así puede marcar la diferencia.

Para poner a prueba esta modalidad en España, el Gobierno ha lanzado un proyecto piloto con ayudas de hasta 200.000 euros para pymes del sector industrial  que se comprometan a reducir la jornada durante al menos dos años sin bajar los salarios.

Y Valencia está en pleno ensayo de la semana laboral de cuatro días. Aprovechará cuatro festivos consecutivos para sacar conclusiones sobre una iniciativa que requiere un cambio en la cultura del trabajo asentada en el país.

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