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Ni partes, ni mitades

"...pensando que querer era un verbo del pasado, de actores, de farsantes, de madres, de poetas"

YO ME había propuesto enseñarle todo, contarle las historias detrás de mis lugares. Él sonreía complaciente, sin entusiasmo. Lo quería, sin atreverme aún a usar esa palabra, pensando que querer era un verbo del pasado, de actores, de farsantes, de madres, de poetas. Tardaría poco en darme cuenta de que querer es sencillo y común, que es tan solo lo que ocurre cuando se desea a alguien sin alternativa, cuando lo buscas con urgencia y leerías todos los libros para encontrar la manera de tenerlo. Él me apartaba y me buscaba a su antojo, dejándome asumir el riesgo de volver. Fracasamos de todas las maneras y, después, lo volvimos a intentar. Decidimos que no escucharíamos a nadie y nos fuimos. Yo peleaba por imponer mis palabras, como si un nombre pudiese cambiar una sola cosa. Él replicaba: "¿Qué quieres, que seamos novios?". La última vez me dijo que formaba parte de su vida. Hasta lo más hermoso suena cruel si uno no puede conformarse con ser parte. Ahora que quiero y me quieren, me alegro de haber aprendido que pocas veces enamorarse es cosa de dos, y nunca de mitades. 

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