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La pirámide de las pensiones

Pensionistas concentrados a las puertas del Congreso. EFE
photo_camera Pensionistas concentrados a las puertas del Congreso. EFE

ESPAÑA SUFRE una crisis demográfica. Una grave crisis demográfica, para ser más precisos. Los medios advierten de que hay menos nacimientos que muertes, y eso es muy malo. España necesitaría muchos más niños y jóvenes, pues de continuar la tendencia, que continuará, se convertirá en un territorio poblado por ancianos.

Es todo mentira, salvo alguna cosa. Es verdad que la población envejece. ¿Qué tiene eso de malo? Pues que a ver quién paga las pensiones de los ancianos que además viven y viven cada vez más, nos dicen, como si fuera su culpa. El verdadero problema, la única verdad, es que el sistema público de pensiones español está diseñado como un sistema piramidal. Para que nos hagamos una idea, si usted monta un sistema piramidal, estará cometiendo un delito, porque cualquier esquema piramidal es una estafa por definición. Ahora mismo, estos días, los responsables de Afinsa, los de los sellos, están ingresando en prisión condenados por hacer lo mismo que hace el Estado español con el sistema de pensiones. En pocos meses, los de Fórum Filatélico seguirán el mismo camino.

Si es usted un cotizante a la Seguridad Social, la parte de su cotización dedicada a su pensión es utilizada para pagar a los actuales pensionistas. El sistema es piramidal porque depende de la entrada de nuevos cotizantes para poder pagar a los antiguos. Es decir, que si usted debe jubilarse dentro de 15 años, el cobro de su jubilación dependerá de que haya nuevos cotizantes, pues de no ser así usted no verá un céntimo por mucho que pague hoy, de la misma manera que los clientes de Fórum o Afinsa dependían de que las empresas encontraran nuevos incautos que compraran sellos para pagar a los clientes que habían invertido pensando que los sellos se revalorizaban.

Cualquier sistema piramidal es una estafa por definición

Diseñemos una pirámide: usted me da 100 euros y yo le prometo 150 al cabo de un año. Pero resulta que yo cojo sus 100 euros y me los gasto en juergas. Antes de que transcurra el año convenido, necesito al menos a otras dos personas que inviertan otros 100 euros cada una a cambio de 150. Con ello le devuelvo a usted sus 150 y hasta me sobran 50, pero antes del segundo año tendré que pagar los 300 de los dos nuevos incautos. Todo va bien mientras haya gente incorporándose a la base de la pirámide y aportando sus 100 euros. En cuanto haya menos incautos en la base de la pirámide que inversores que quieren cobrar, todo estalla, yo me voy a la cárcel y usted lo pierde todo.

Ni siquiera es un problema demográfico. De nada nos serviría ponernos a parir chiquillos y chiquillas españolas. La solución sería todavía peor. Esos niños y niñas necesitarían educación y sanidad. El problema es que el sistema de pensiones es una estafa de manual y que el sistema laboral no permite a los trabajadores ingresar una cotización digna. Si hay pocos trabajadores y aun por encima los sueldos son miserables, las cuentas no dan. No podemos pretender que un trabajador que gana 600 euros al mes mantenga a dos pensionistas.

Si en el sistema que hemos diseñado anteriormente, en el que usted me ha dado 100 euros bajo la promesa de que yo le devolvería 150 al cabo de un año, no encuentro a dos infelices que me den otros 100 euros para cumplir con usted, necesitaré a cuatro que pongan 50. No existe un problema demográfico. Si el problema fuera demográfico se resolvería atrayendo inmigrantes a cambio de trabajos dignos bien pagados. Con eso, la pirámide se sostendría durante unos años más. Si no hay nuevos cotizantes es porque muchos inmigrantes han vuelto a sus países y muchos españoles han tenido que emigrar ante la imposibilidad de encontrar aquí un futuro laboral.

La culpa no es de los viejos. Si a los jubilados se les pagaran sus pensiones con su propio dinero, que es el dinero que han aportado a lo largo de sus vidas, no dependerían de la entrada de nuevos cotizantes. Cobrarían más o menos, pero tendrían su pensión garantizada. Si no la tienen es porque su dinero se ha utilizado para otros fines.

La solución que se propone es otra estafa de manual: hágase usted un plan de pensiones privado, pero siga cotizando en el público. Es decir, pague usted el doble porque no podemos garantizarle que el día de mañana pueda usted vivir de su pensión. Más o menos, se trata de hacer con los pensionistas lo mismo que se ha hecho con los trabajadores: acepte un trabajo miserable a cambio de un sueldo indigno. Confórmese; hágase a la idea de que cada día vivirá peor. Vaya calculando que cuando se jubile, que será dentro de muchos años, la pirámide habrá estallado y usted no verá ni un céntimo de lo que ha aportado a lo largo de su vida laboral. Y cuando eso suceda, échele la culpa a una inexistente crisis demográfica.

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