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El robot derrota al abanico

La candidata a la Presidencia del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, durante su intervención hoy en el XIX Congreso del partido. JUAN CARLOS HIDALGO (EFE)
photo_camera La candidata a la Presidencia del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, durante su intervención hoy en el XIX Congreso del partido. JUAN CARLOS HIDALGO (EFE)

PABLO CASADO es un producto de laboratorio creado por Aznar. Tiene su gracia que el gran defensor de la vida de todos los bebés que no sean sirios haya sido gestado en una probeta. Por eso ganó este sábado, porque fue diseñado para eso, como un robot. Todo en él parece artificioso, empezando por esa sonrisa congelada que si uno la mira más de siete segundos acaba buscando al coco bajo la cama. Cada gesto suyo está ensayado un millón de veces, cada pose, cada movimiento. El día que se corte descubriremos que en lugar de sangre tiene líquido de frenos; en lugar de articulaciones, rodamientos y microprocesadores por neuronas.

En eso no es muy diferente a Pedro, ni a Albert ni a Pablo Iglesias. Todos son hombres de discursos testados y artificiosos destinados a encandilar a los suyos y en los que el fondo se difumina entre tanta forma. ante eso, Soraya no tenía opciones. Representaba a otra escuela, la que se formó a la sombra de dinosaurios. Soraya trató de enfrentarse al autómata armada con un abanico. Sacó el utensilio y dijo que aquello era España. ¿En qué estaba pensando? El abanico tenía, en efecto, una bandera de España por si alguien se perdía entre la metáfora. Me dijo un compromisario que pensó que de un momento a otro la candidata empezaría a bailar y a cantar: "Disco Ibiza loco mía, moda Ibiza loco mía, loco Ibiza loco mía, sexo Ibiza loco mía". No había otra manera de que aquel abanico cobrase sentido que arrancándose por Locomía.

Era poco para derrotar a Casado, que estaba asegurando desde hacía días que en cuanto gobierne España, que será en cosa de semanas, invadirá Catalunya, prohibirá el aborto, machacará a las feministas y hará que la juventud madrugue para estudiar, que es lo que han hecho desde siempre todos los jóvenes españoles salvo Pablo Casado y yo. Casado prometía volver a las esencias del aznarismo mientras Soraya no podía prometer a los compromisarios otra cosa que suceder a Rajoy, que era exactamente lo que casi nadie quería: alguien que sucediera a Rajoy.

Casado, para mitigar su discurso extremista, tenía algo más que un abanico: tenía a todos los que perdieron contra Soraya en la primera vuelta y tenía al hijo de Suárez, que no sé por qué le ayudaba a parecer moderado, como si Suárez lo hubiera sido alguna vez. Suárez fundó la UCD y desde entonces todos creemos que era centrista porque su partido incluía la palabra "centro". Me recuerda a Roberto Payró, que escribió una novela y la tituló ‘Divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira’ y cuando la publicó, su editor, que era un hombre honesto, se sintió obligado a incluir una advertencia: "lo que usted se dispone a leer no son divertidas ni son aventuras ni son del nieto de Juan Moreira".

Rajoy se pasó todo el congreso haciendo pucheritos. Esperaba ser sucedido por Soraya para que España olvidara que durante la moción de censura había sido sustituido por un bolso. Ni eso se lleva. la lucha soterrada entre Aznar y Rajoy se la llevaba Aznar de calle. Los compromisarios aplaudían a Rajoy rabiosamente mientras votaban al candidato de Aznar que les prometía la vuelta a la ideología aparcada durante tantos años. Casado es Aznar desatado y desacomplejado, dispuesto a emprender un viaje atrás en el tiempo saltándose de golpe a Zapatero y a Rajoy y reconvertir al PP en lo que fue, un partido dispuesto a lo que sea, lo mismo invadir Irak que montar una estructura de corrupción generalizada. Qué pronto se olvidó que Aznar fue el de Zaplana, Matas o Rato.

Con todo, parecía que este sábado se votaba más contra Rajoy y Soraya que a favor de Aznar y Casado. Tampoco queda muy claro si votaban para derrotar a Sánchez o para frenar a Rivera. No sé yo si prometiendo estar más a la derecha que Albert Rivera habrá mucho español moderado dispuesto a votarles. "Esa Tabarnia hipotética va a ser real", decía, y los aplausos subían en intensidad como si la concurrencia ignorase que Tabarnia es una tontería inventada por un clown.

Hay algo que puede aliviar a Rajoy y a su vicepresidenta: el nuevo líder puede hacer bueno a Mariano en poco tiempo. Entre Fraga, Aznar y Rajoy, puestos a montar un revival, Rajoy será recordado algún día como el menos malo. Y Casado, a ver. Quizá no llegue ni a presentarse a unas elecciones. El asunto de su máster sigue ahí acechando y su grandioso viraje a la derechísima puede entusiasmar a unos cuantos pero no parece que esa "España de los balcones y las banderas" sea la España que quiere España. Da igual, pues tampoco la España del abanico de Soraya era muy prometedora. lo grave, que lo es, es que el mayor partido del Estado no haya estado en condiciones de presentar a un par de candidatos sólidos, sin mochilas cargadas de másteres falsos, dosieres e indemnizaciones en diferido.

Así que en breve puede que Feijóo tenga otra oportunidad. De momento Alfonso Rueda y Diego Calvo, que supieron apostar, le mandaron un bofetón a Baltar y se metieron en la nueva ejecutiva, con lo que Feijóo consigue ganar posiciones sin comprometerse más de lo necesario. Jugada maestra.

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