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La fuente de vino

Esta fuente no es milagrosa, o sí, depende de lo que cada uno entienda por un milagro. De la fuente del antiguo monasterio de Iratxe, en Navarra, manan cada día exactamente 100 litros de vino, ni uno menos ni uno más. No me diga usted que eso es normal. Como veremos, el milagro tiene truco, pero también un origen legendario.

Del monasterio de Iratxe se habla en el Códice Calixtino como un buen lugar para hacer parada y reponer fuerzas, o sea que hace cerca de mil años o más, pues el monasterio por fuerza tiene que ser anterior al Códice y el códice es del S. XII, ya era famoso por sus vinos, muy codiciados entre reyes y señores. Durante siglos, los monjes atendían a los peregrinos, pues el monasterio cae al pie del Camiño francés y les regalaban hospedaje, alimento y vino.

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Una de las razones del libro V, del Códice Calixtino conocido como la primera guía de viajes europea era precisamente la de indicar al peregrino aquellos lugares seguros y los que no lo eran: dónde se sufrían robos o atracos, dónde el agua era ponzoñosa y dónde era conveniente detenerse y preguntar. Lo cierto es que por aquellas épocas, muchos peregrinos no acababan el Camiño. No como ahora, que si alguien no lo termina es porque no quiere. Por aquel entonces algunos se perdían, de otros no se volvía a saber. Había zonas donde los barqueros cobrababan a los viajeros precios prohibitivos por cruzar un río y otras en las que no era raro sufrir una emboscada. Venía bien una guía del peregrino, que es como se conoce de manera más o menos oficial el citado libro V.

Uno de los lugares recomendados era el monasterio de Iratxe. El resto del Camiño se fue volviendo seguro con el tiempo, hasta llegar a los estándares de calidad, de seguridad y de todo, como los de hoy, simplemente irreprochables venga usted por la variante que prefiera: el Camiño portugués, el inglés, el francés o cualquiera otro que lo hay a patadas. Pero hay lugares que siguen siendo tan recomendables como entonces.

Junto al monasterio, que nunca dejó de dar de beber a quien pasaba, como hacemos en Pontevedra, y en instalaciones del monasterio se fundó en el S. XIX una bodega, Irache, una de las más antiguas de Navarra, y siguieron ofreciendo vino a los viajeros. Un día, imagino que demasiado ocupados para atender a cada peregrino y darle un vaso de vino, decidieron poner una fuente, y así lo hicieron. Construyeron una fuente de dos caños. De uno de ellos sale agua fresquita, que tampoco viene mal, y de la otra, el mismo vino que hace mil años se disputaban los reyes, gratis, como ha sido siempre.

Así que puede ir usted, abrir el grifo de la fuente de vino y obtener un buen vaso, cortesía de la tradición y de los bodegueros, que sin duda se llevan el merecido respaldo publicitario, que regalar todos los días todo ese vino, por muy generoso que sea uno, tampoco es buen negocio si no se obtiene algo a cambio y los bodegueros navarros no prosperan regalando su vino sin venir a cuento. Su fuente de vino es famosa, una atracción para los que hacen el Camiño francés desde tan allá; una curiosidad que hace que todos paren sí o sí. Dicen los que saben que el vino que mana de esa fuente es excepcional. Yo ni sé de vinos ni lo he probado, pero habremos de fiarnos de quienes sí lo han catado y que coinciden en la calidad suprema del caldo.

Sí hay algo de milagroso en todo ello. Pocas tradiciones escritas en el Códice Calixtino se conservan hoy. Puede que ninguna más que ésta, en la que se conserva el vino original, el monasterio, lógicamente con sus sucesivas modificaciones, reformas, ampliaciones y reducciones, como las que se dieron en las diferentes desamortizaciones y que privaron a los monjes de sus tierras, pero no a las tierras de sus uvas, de ahí que acabaran en manos de generosos bodegueros que mantienen la sana costumbre de agasajar con vino al peregrino sin pedir dinero a cambio.

Aunque en esta sección Tania Solla, nuestra genial ilustradora y un servidor nos dedicamos más bien al Camiño portugués, del que Pontevedra es la capital, no está de más promocionarlo de vez en cuando desde más allá, cuando la historia lo merece, como es el caso. Al final, venga el peregrino de donde venga, una vez que entra en Galicia, ha de cruzarse medio país para llegar al destino, y también hay pontevedreses que se van a Roncesvalles para venir caminando. ¿Entiendo por qué lo hacen? No, pero sean bienvenidos de vuelta.

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