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Porto, el puerto del Camiño

Cota
photo_camera Historias del Camino

HABLAR de Porto y de Galiza es hablar de una misma cosa. La relación es tan estrecha que procede del principio de todo. Porto es el puerto que da nombre a Portugal, que significa Porto da Galiza y por tanto también a nuestro país. Eso es porque los galaicos, o kalaikós, eran las tribus que vivían en lo que luego sería la Gallaecia romana mucho antes de que ésta existiera. Así que la etapa que sale de Porto es especialmente importante para un gallego, para un portugués y para cualquiera que quiera entender la vertebración de los pueblos y si ésta no le interesa, pues la vertebración del Camiño portugués desde el minuto cero. Las comunicaciones entre Porto y nuestro país ya eran importantes mucho antes de la existencia del Camiño. En realidad muchos pueblos y ciudades de Portugal eran punto de paso o de salida de peregrinos. Hoy, para racionalizarlo y organizarlo, muchas de esas variantes se han eliminado para tratar de hacer un único Camiño, aunque hay excepciones en las que se ofrecen dos o más alternativas. De Porto, por ejemplo, se puede salir hacia Barcelos o hacia Braga, la opción más escogida.

Buena parte de ese trabajo se la debemos a Tino Lores, verdadero artífice de la reconstrucción del Camiño portugués. A pesar de ser Portugal desde siempre uno de los grandes suministradores de peregrinos, no hay tanta literatura como la generada por el Camiño francés. El portugués no tiene un Códice Calixtino, quizá porque no hacía falta. Si uno tiraba hacia el norte no había pérdida. Sí hay abundante documentación sobre peregrinos portugueses y de Porto como una de las etapas estrella, pero no tanta sobre el itinerario completo. Así que Tino Lores fue rehaciéndolo paso a paso hasta dar con un recorrido lógico, más basado en el sentido común que en las escasas e incompletas fuentes, midiendo rutas y calculando etapas, hasta recrear el Camiño portugués con tanta precisión que apostaría a que no se desvía ni medio metro del que fue sin duda la principal de entre las varias rutas antiguas.

El peregrino debe elegir con antelación cómo disfrutar de su tiempo libre en Porto. Mejor no ir callejeando al tuntún, que no es que sea mala opción para quien simplemente quiera disfrutar de un agradable paseo; pero los amantes del monumento, del arte, de la cultura, de la tradición, de la arquitectura o de la gastronomía han de decantarse por una o dos cosas. Porto bien merece una estancia de un mínimo de tres días si uno quiere acercarse a apreciar todo lo bueno de esta ciudad, pero como el buen peregrino apenas tendrá unas horas, puede verse en serios problemas a la hora de decidir, por lo que sugiero una búsqueda previa y llegar con las ideas claras. Es tanto y tan bueno lo que ofrece esta ciudad que más que un proceso de selección será un proceso de descarte en el que, por mucho que cueste, hay que seleccionar de qué tendremos que prescindir o qué pospondremos para otra ocasión, que es lo que hacen muchos peregrinos persistentes, los que hacen el Camiño una vez y otra.

Muchos optarán por cruzar el vertiginoso Ponte de Don Luís I, de hierro, diseñado para transporte, ferroviario y humano, luego adaptado al automovilístico y diseñado por el famoso arquitecto Theophile Seyrig, antiguo socio y amigo de Eiffel, el de la torre de París, e inaugurado en 1886. Con Eiffel ya había diseñado y construido Seyrig anteriormente, también en Porto, un puente de parecida factura, el de María Pía, que no tiene igual fama porque los tiempos decidieron que el de Don Luís I era el bueno, pues contacta directamente, nada más cruzarlo, con Vilanova de Gaia. A un lado, el Porto antiguo y hermoso, que hoy ofrece un gran espacio de hostelería muy turística y al otro, las famosas bodegas de vino de Porto. Para el peregrino hay una solución si se decanta por esta opción: cruce el puente, vaya a la bodega y compre una botella, pero bébasela al instante, pues de otra manera se verá condenado a cargar con un kilo más en la mochila durante unos 200 kilómetros más o menos, que es lo que le cuesta recorrer hasta Compostela.

Pero si usted, como yo, no considera que visitar una o varias bodegas de vino, y busca otra manera muy turística y no premeditada para pasar unas pocas horas en Porto, quédese a la otra orilla. También es muy concurrida, más relajada y aunque no presenta la mejor oferta gastronómica, no podrá quejarse ni de la calidad ni del precio. Pero yo recomiendo algo alternativo, que es que busque usted la mejor manera de conocer algo de Porto en 5 horas o 6 y en eso no le puedo ayudar porque lo más emocionante que puede experimentar un peregrino en Porto es decidir qué hacer en 6 horas en una cuidad que lo tiene todo. Lo dicho: qué descartar. Hay tanta Historia, tanta belleza y tanto Camiño en Porto que se convierte en un problema, el mayor del Camiño portugués.

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