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Al rescate de Alfredo Brañas

Alfredo Brañas es, digo yo, el gran olvidado del nacionalismo gallego. Tanto que la derecha mal llamada "galeguista", se ha apropiado de él. No lo entiendo. No entiendo, para empezar, esa distinción que se hace entre regionalismo, galeguismo y nacionalismo, cuando son la misma cosa, o la evolución de la misma cosa, algo que se nota más en la nomenclatura que en la realidad. Cuando Brañas hablaba de regionalismo lo hacía porque términos como galeguismo o nacionalismo llegaron después. Los nacionalistas gallegos o los independentistas existían desde mucho antes, desde siempre, aunque no se llamaran así. Por eso no se entiende, o al menos yo no lo entiendo, que los nacionalistas hoy renieguen de Alfredo Brañas y se lo regalen a los sectores boinistas del PP.

Ilustración. MARUXA2

¿Que Brañas se preocupaba mucho de la cuestión racial? Bah, todos en su época lo hacían, fueran cuales fuesen sus ideal políticas. Murguía, tan sobrevalorado, el primero, como Pondal ¿Que era cristiano? Pues vale, también lo fue Bóveda y aunque todos lo obvien no tiene nada de malo. No encuentro motivo alguno que justifique que el nacionalismo, por muy izquierdista que sea, se desprenda de uno de sus grandes baluartes.

En su obra El regionalismo, publicada en 1889, cuando por fin se decide a abordar su posición sobre el pueblo gallego, casi al final del libro, después de 200 páginas, empieza así el capítulo: "Bien merecen capitulo aparte los intereses regionalistas de nuestra adorada Galicia, de esta patria que tanto amamos". O sea, que el hombre habla de regionalismo pero define a Galiza como una patria. Supongo que los "regionalistas" del PP que abrazan a Brañas se saltaron este párrafo. Pero luego sigue y dice cosas que lamentablemente siguen hoy tan vigentes: "Galicia y Cataluña son las dos regiones que más se afanan por su independencia y libertad, aunque con diversos resultados: Galicia, pobre y desdichada se yergue del polvo de su humillación". Y sigue luego: "En cambio, Cataluña rica y poderosa, no suplica ni llora: exige y manda; no emigra y se empobrece; se puebla y atesora; y formando en la vanguardia de los ejércitos regionales, empieza a ser la preocupación diaria y la pesadilla eterna del unitarismo que lo atiende y respeta porque le teme y considera".

Es que las cosas, como se ve, no han cambiado tanto en ciento y pico de años. Galiza sigue siendo un país pobre y despoblado; nuestros hijos e hijas siguen emigrando en busca de un futuro. Yo tengo una hija en Dublín.

Nuestro pueblo ha invertido en su educación y en su formación para luego mandarla a otro país a ganarse la vida . Catalunya sigue siendo, como cuando escribía Brañas, un país rico y poderoso que no suplica ni llora. Exige y sigue siendo la pesadilla del unitarismo mesetario español.

Pero volviendo al autor, jamás entenderé que sea tan incomprendido por unos y otras. A los actuales nacionalistas les parece demasiado de derechas. ¿Y qué, tiene eso algo de malo? A estas alturas lo que importa es su discurso, y era un discurso nacionalista muy potente; a los de derechas, que lo abrazan porque se lo han dejado envuelto en papel de regalo, les interesa mucho más su ideología que su nacionalismo y alegremente olvidan que rozaba el independentismo cuando no lo asumía abiertamente. "El país gallego ha constituido, desde los tiempos más remotos, un círculo social independiente dentro de la nacionalidad española", decía Brañas.

Resulta desconcertante la facilidad con la que los nacionalistas se desprenden de sus referencias. No sé por qué lo hacen, ni idea. Igual es que les pierde esa ortodoxia de la que no son capaces de despojarse. Tampoco entiendo a esa derecha que, por ejemplo, se rinde ante Castelao, pero sólo ante el Castelao de Os vellos non deben de namorarse con la misma facilidad con la que desprecian al Castelao de Sempre en Galiza. Lo mismo hacen con Alfredo Brañas, como si hubiese tres, cuatro o cinco Brañas, y siempre se quedan con uno, el que les interesa.

No podemos prescindir de Alfredo Brañas, no nos conviene. Tampoco nos conviene que otros lo cojan, lo retuerzan y lo conviertan en lo que no fue. Fue un nacionalista convencido, un gran ideólogo hoy despreciado por unos y manipulado por otros. Es lamentable la facilidad con la que nos desprendemos de gente tan valiosa y de la que tanto tenemos que aprender. En cuanto a su obra antes citada, El regionalismo, léala, hágame usted ese favor. Se encuentra en abierto en Internet, no hace falta ni pagarla, es un regalo que le hago yo.

Y propongo que en adelante lo tengamos más presente. Se lo merece porque se lo ha ganado, y además era guapo, tenía un pelazo negro azabache muy repeinado, un bigote destacable y una barba que hoy envidiaría cualquier millennial. Vestía elegantemente, muy planchado y muy estiloso. O sea, que no le faltaba de nada. Es una de esas personas a las que hay que rescatar.