El Eixo Atlántico reclama políticas sociales para frenar una "espiral de desigualdad"

La entidad presenta el primer mapa de cohesión transfronterizo para tratar de "equiparar el nivel de vida" en una eurorregión donde el 25% de sus habitantes está en riesgo de pobreza y exclusión
Roberto San Salvador, Luis Menor, Lara Méndez y Xoán Vázquez Mao presentaron el mapa de cohesión social. EP
photo_camera Roberto San Salvador, Luis Menor, Lara Méndez y Xoán Vázquez Mao presentaron el mapa de cohesión social. EP

Uno de cada cuatro habitantes de Galicia y el norte de Portugal se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión, una ratio que se detecta de forma similar en todas las ciudades que componen la eurorregión. Además, la pandemia "ha acentuado la situación de fragilidad" de aquellos que ya tenían peores condiciones económicas, aumentando las desigualdades sociales, lo que puede generar un "caldo de cultivo para la irrupción de nuevas propuestas políticas disruptivas populistas" que, su vez, retroalimentan "la intensidad de la espiral de la desigualdad". De ahí la llamada del Eixo Atlántico a "atender las brechas de vulnerabilidad" que se abren en el territorio, con un destacado sesgo digital, generacional y de género, mediante "políticas sociales más personalizadas, más transversales y más integradas".

Esta fue la receta a la que apuntó Roberto San Salvador, el director de este "primer mapa de cohesión social de un sistema urbano transfronterizo" que, según explicó la presidenta del Eixo, Lara Méndez, durante su presentación este martes en Ourense, proporciona una "foto fija" desde la que "profundizar en las causas que originan la vulnerabilidad económica y social" de Galicia y el norte luso para "combatirla" y conseguir que sea una sociedad "más justa e igualitaria". Al hilo, la alcaldesa de Lugo recalcó la necesidad de trabajar desde el ámbito local "como espacio más próximo a la ciudadanía" ofreciendo "servicios públicos de calidad que permitan equiparar el nivel de vida de las personas".

"La cohesión tiene que ser prevención", abundó el secretario general del Eixo, Xoán Vázquez Mao, que llamó a la actuación coordinada de concellos y organizaciones.

Tres brechas

El análisis concluye que "el espacio euroatlántico no ha sido de los más afectados" por los efectos de la crisis financiera de 2008 y la del covid. Además, comparte una cobertura sanitaria y educativa universal; los ciudadanos se sienten seguros por lo general y "la penetración digital y las transformaciones socioeconómicas han alcanzado a todos los espacios físicos", mientras que sus ciudadanos gozan de una elevada esperanza de vida, tienen acceso a una alimentación "de calidad" y viven en barrios y casas "que les permiten llevar una vida digna".

Pero aun así el 25% de su población está en situación de vulnerabilidad por la falta de algunos recursos básicos de subsistencia.

Este es "el principal problema relacionado con la cohesión social del Eixo", recalca esta investigación que incide en que la pandemia ha impactado más sobre las personas "que tienen peores condiciones de vivienda" y que, por su vulnerabilidad, padecían una mayor brecha digital. Son los perjudicados de "un mundo digital de dos velocidades" que perpetúa "los espacios de exclusión tradicionales", al dejarlos fuera de determinados beneficios medioambientales, sociales, culturales, económicos y políticos, como el acceso a educación telemática o a servicios y ayudas públicas esenciales.

Frente a ello, el Eixo insta a desarrollar unos servicios digitales más inclusivos, eficientes, personalizados, proactivos y de calidad, así como a "no perder el tren de la calidad de la conectividad", uno de los "factores clave" para garantizar la cohesión territorial.

El documento se detiene además en otras dos brechas transversales. Una es generacional, relacionada con que la juventud debe destinar un 94% de su salario para hacer frente a una vivienda en solitario, "la tasa de esfuerzo más alta de la década", al tiempo que desde 2008 su horizonte está marcado "por la temporalidad laboral, la precarización y la devaluación salarial". Dos losas que se traducen en que ni siquiera uno de cada cinco menores de 30 años está emancipado en Galicia y norte de Portugal, y en que son los primeros en muchas generaciones en enfrentarse a un escenario en el que "lo más probable" es que vayan a vivir "peor que sus padres".

Por ello, avisa de que esta brecha "puede dejar secuelas para muchos años", ya que las "inequidades" en la etapa juvenil o al inicio de la vida laboral "suelen tener un efecto acumulativo" a lo largo de la vida, lo que contribuye a un "adelgazamiento de las clases medias" que "parece incrementar la relevancia de las espirales de vulnerabilidad y privilegio, aumentando la polarización social".

Y la tercera gran brecha que detecta el Eixo es la de género, evidenciada en que, "a pesar de mostrar mejores logros educativos", las mujeres "sufren desigualdades en el acceso al empleo, mayores niveles de precariedad, menores salarios, mayores niveles de violencia de género, asumen una carga inequitativa en el trabajo de cuidados no remunerado, una menor expectativa de años de vida en salud y una mayor exposición a la pobreza, especialmente cuando son cabeza de hogares monoparentales". Además, afea que el 61% de los hombres niega que exista.

La diferencia aumenta si no hay medidas
El informe del Eixo es claro: para reducir las desigualdades hay que actuar sobre su origen "de forma coherente y simultánea", con una respuesta "integral bien articulada y multisectorial" que incluya medidas en el corto, medio y largo plazo, "más allá de los plazos de las legislaturas". De no aplicarse, explica, la distancia social en cuanto a riqueza se irá consolidando, "afectando negativamente a la movilidad social" y llevando a una sociedad cada vez más desequilibrada.
Aunque el factor económico, avisa, no es el único que genera vulnerabilidad, ya que el nivel educativo familiar, sus condiciones laborales o la influencia del entorno social "son tan relevantes como los ingresos" y también dejan su huella en los hábitos de salud o en la postura política.
Estas diferencias financieras y socioculturales se perciben incluso en una "segregación espacial" que las va acentuando al potenciar o minimizar las oportunidades de cada cual. Así, la población más vulnerable del Eixo "se concentra en los barrios de menos renta", una realidad "reforzada tradicionalmente" por una inversión pública "que concentra recursos públicos" donde hay hogares de estatus alto.
​Así, el nivel de gasto en educación, salud, servicios sociales y vivienda es una inversión que determina las desigualdades primarias, es decir de los "determinantes estructurales".

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