Un total de 88 personas perdieron la vida en las carreteras interurbanas gallegas el año pasado. Son dos menos que en 2022. Sin embargo, este balance, que apenas diverge de la media de la década –de 90 víctimas anuales–, no deja de reflejar una tragedia que se repite año a año y que, según el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, es en buena medida "evitable" por parte de los conductores.
La razón, argumentó, es que la mayoría de estos siniestros fatales son por salidas de vía –estuvieron detrás de casi el 53% de las muertes en la comunidad, once puntos por encima de la media del país–, una tipología de accidentes en los que, por lo general, "no está implicado otro vehículo" y, por tanto, están muy vinculadas a "una distracción o un exceso de velocidad".
Evitar las distracciones, respetar las normas de circulación y hacer uso de los sistemas de seguridad. Estos son los "tres simples elementos" que, a juicio del ministro, contribuirían a "rebajar sobremanera estas dramáticas cifras". En el conjunto de España fallecieron 1.145 personas en accidentes viales –tres menos– y otras 4.495 tuvieron que ser hospitalizadas, de acuerdo con los datos, aún provisionales, ofrecidos este jueves.
Las cifras de Galicia recogen que 49 de estas 88 víctimas perdieron la vida después de que el vehículo en el que circulaban se saliera de la carretera. Les sigue el atropello, con trece casos, uno más que en 2022 –y eso sin contar los que sucedieron en calzadas urbanas–.
Los usuarios vulnerables continúan siendo unos de los principales afectados de estos incidentes. En 2023, representaron más del 36% de los fallecidos, ya que a los peatones se suman dos ciclistas muertos y una quincena de usuarios de ciclomotores y motos. En total, fueron 32, cinco más que el curso previo y la peor cifra desde 2019, el último año antes de la pandemia y sus restricciones a la movilidad.
Las salidas de vía son un tipo de accidentes muy ligados a "una distracción o un exceso de velocidad", explica Grande Marlaska
Aun así, por simple peso estadístico dentro de estos movimientos, 46 de estos 88 fallecidos viajaban a bordo de un turismo. En línea con las advertencias del ministro, trece de ellos no llevaban puesto el cinturón de seguridad. Y lo mismo ocurrió con tres de las cinco personas que perecieron en accidentes de furgoneta.
En total, los siniestros con consecuencias fatales fueron 80 –también dos menos que en 2022– y, aunque hubo menos muertes, se observó un importante repunte tanto en la cifra de accidentes con heridos –394, es decir 43 más– como en las hospitalizaciones derivadas –381 personas, 69 más–. Con todo, la comparativa con 2019 resulta favorable en ambos casos.
Race pide más inversión
Por provincias, hay fuertes variaciones, con una división además entre el norte y el sur: mientras que los decesos se recortaron en A Coruña –donde fueron 17 menos, hasta caer a 26– y Lugo –16, uno menos–, llaman la atención las subidas de Pontevedra –24 muertes, seis más– y sobre todo Ourense –22 fallecidos, una decena más–.
Y es aplastante la diferencia entre las muertes que acogen las vías convencionales (79), condicionadas por la circulación en doble sentido, frente a las autovías (8) y autopistas (1), a pesar de que las víctimas en estas dos últimas fueron tres más que un año atrás.
Ante ello, la Fundación Race criticó que "la falta de mantenimiento y la escasa inversión" en las primeras "no ayuda a la reducción de estas cifras", a lo que añadió que "el incremento de impuestos por el uso de las autopistas de peaje" hace que "muchos usuarios" opten por "vías alternativas más peligrosas como las que conforman la red secundaria".
Además, pidió apostar por la "formación y concienciación" de los usuarios, e "incentivar " la modernización del parque móvil, "cuya media de edad ha aumentado hasta los catorce años".
