Los administradores de fincas gallegos detectan "barbaridades" con los alquileres en los entornos de los campus y tratan de echar una mano con una serie de recomendaciones.
El colegio alerta de que se están detectando viviendas que se alquilan a universitarios en condiciones de dudosa habitabilidad. ¿Cómo detectan esta situación? ¿Han recibido quejas?
Lo vemos nosotros mismos. Muchas viviendas que están bien ya no llegan a salir al mercado porque se alquilan al momento o se destinan a usos turísticos, así que lo que queda en oferta es muy poquito y a veces es lo que está en peores condiciones. Nosotros estamos colaborando con la Xunta en programas como el de Vivendas Vivas, para poder meter en una plataforma pisos de alquiler que están vacíos. Y existen ayudas del programa Rehaluga para adecentar y adaptar esas viviendas para el alquiler... Pero la verdad es que tienen poca demanda.
¿Cuáles son los principales problemas que tienen esas viviendas en peores condiciones?
Normalmente son problemas estéticos, humedades... Son viviendas que cumplen con los requisitos mínimos que les exigen y poco más: un baño decente, determinados electrodomésticos, una mano de pintura... Pero no existe un interés por adecentar esas viviendas para ponerlas en alquiler tradicional porque hay muchísimo miedo debido a la inseguridad jurídica del alquiler actual. Hoy te dejan de pagar un piso, porque quieren o por necesidad, y no puedes ir a un desahucio. Y si vas, las condiciones que te exigen hacen que se eternice.
¿Y qué puede hacer entonces un universitario que busca piso?
Lo que deben exigir es que se cumplan unos requisitos mínimos y no alquilar nunca una vivienda sin verla. Pero claro, existe el miedo a quedarse sin ella, así que se aprovechan y se alquila por teléfono, se hacen pagos sin saber las condiciones previas, se exige dinero por la reserva del piso... Hay que impedir que timen a la gente, porque estamos viendo auténticas barbaridades. Nosotros siempre aconsejamos ver el contrato, ver la vivienda, no fiarse solo de anuncios de internet y, después, el precio ya dependerá de la oferta y la demanda. Y a los propietarios siempre les pedimos que no entren en esa dinámica de alquilar sin enseñar, porque luego el que das la cara eres tú. Hay un procedimiento y debe seguirse.
Se están viendo colas históricas en Santiago la primera semana de julio para alquilar, lo que indica una enorme demanda y una baja oferta. ¿Es esto lo que propicia que arrendadores se aprovechen?
Sí. Abusan alquilando pisos en los que no invierten nada, arrendando por habitaciones...
¿Es un caso exclusivo de Santiago o lo detectan en otros lugares?
Se da en todas partes. En Santiago se nota más porque el porcentaje de población universitaria es mayor, pero también se da en A Coruña, en Vigo... En todos los entornos de los campus hay problemas de este tipo.
¿Y son problemas exclusivos de los universitarios o hay otros colectivos que también se ven forzados a alquilar este tipo de viviendas ante la baja oferta?
Es un problema que afecta a muchísima gente. Como decía antes, nosotros colaboramos con la Xunta de Galicia para poner pisos en una plataforma de alquiler, ofreciendo garantías e incluso con un seguro para casos de impago, pero ni así logramos conseguir viviendas para meter en la plataforma. Así que el problema del alquiler es que no tenemos pisos.
El problema no es solo de universitarios, es que no hay pisos porque no se ponen en alquiler debido a la inseguridad jurídica
¿Y por qué?
Fundamentalmente por la inseguridad jurídica. Decir que no hay pisos para estudiantes porque se dedican a uso turístico no es exacto, porque incluso si yo tengo un piso turístico me puede interesar alquilarlo a un estudiante de septiembre a junio y después tenerlo disponible julio y agosto para turismo, y le saco un buen rendimiento. El problema no es ese. El problema es que no hay pisos en alquiler porque la gente no los quiere poner por miedo.
¿Pasa entonces la solución un cambio de leyes?
Pasa por un cambio legal, sí, porque si se mantiene la ley de vivienda como está, la cosa irá a peor. Aquí siempre se focaliza todo en los grandes tenedores con más de diez viviendas, pero el perfil de propietario en Galicia no es ese, sino el de nuestros padres y madres, o el de mucha gente que volvió de la emigración, que se sacaron sus ahorros de la boca para poder invertir en un complemento para su jubilación o para dejarle a los hijos: ellos no son grandes tenedores. Algunos incluso se han metido en hipotecas para invertir y vemos casos sangrantes, de gente que se les metió en sus inmuebles y no hay forma de desahuciarlos porque son vulnerables. No es el dueño quien tiene que asumir la responsabilidad de la vulnerabilidad de las personas y las familias; es la Administración la que debe cubrir ese desequilibrio.
Los administradores de fincas también recuerdan que los estudiantes tienen sus obligaciones al alquilar un piso. ¿Tienen muchos problemas con los ruidos y las fiestas en Galicia o son casos puntuales?
Siempre hay quejas, pero hay estudiantes y estudiantes, igual que hay vecinos más y menos tolerantes con ellos. Hay cosas que vemos y entendemos que están dentro de lo normal, como en épocas de final de curso, y otras que son excepcionales, porque no puedes organizar un gran fiestón todos los fines de semana. A veces hay que dar un toque, pero nosotros siempre tratamos de equilibrar y aquilatar la situación. Además, en el caso de los alquileres de universitarios y estudiantes siempre se pide un aval a los padres.
