Opinión

Cabreo y pasiones

EL DESENFOQUE absoluto de Mariano Rajoy tras la sentencia de la Audiencia Nacional lo ha contado magistralmente Juan Fernández Miranda en ABC: el presidente del Gobierno y del PP convocó una rueda de prensa para exhibir su cabreo con la oposición, no para hablar de la sentencia de la Gürtel. Antes de la actuación de la oposición, están los hechos desencadenantes. Dolores de Cospedal, ministra de Defensa y secretaria general popular, continuó este domingo en esa línea. En dirección contraria a Andrea Levy: es tiempo de pedir perdón. Como hizo el PP gallego, que se sintió avergonzado por los hechos juzgados, aunque mandase dardos a Pedro Sánchez. Que la oposición esté "mareando la perdiz", que lo está claramente, con la moción de censura, no convierte en normal ni en lógico ni en coherente el discurso de Cospedal con advertencias de niñera a C's y al PSOE, ni a la comparecencia sin plasma del máximo responsable de los populares. El cabreo de Rajoy no es con quienes tenían prisa por enriquecerse, creaban tramas y hacían ostentación de un nivel de vida que no se corresponde con sus sus ingresos legales. Mariano Rajoy, y quienes le acompañan en esta ceguera, quizás no entiendan que el PP gallego pida perdón y se sienta avergonzado de tales comportamientos juzgados. Es, justamente, lo que habría que esperar del presidente del PP y del Gobierno: expresión de vergüenza y perdón. Los dirigentes madrileños del PP deberían sumarse a la vergüenza que expresó el PP de Galicia en lugar de cabrearse, incluso invitar a irse a Andrea Levy por su coherente posición. Los errores de Pedro Sánchez o el silencio de Albert Rivera no justifican jugar con fuego: decretar quiénes son enemigos de España. Una peligrosa llamada a actuar desde el sentimiento. El patriotismo no se identifica necesariamente con el partidismo. La corrupción ya no se tapa con banderas.

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