RODRIGO RATO se sienta de nuevo desde el lunes en el banquillo de los acusados. Transcurrió un mes desde aquella imagen de un todopoderoso y reconocido exvicepresidente del Gobierno de Aznar, exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional y expresidente de Bankia, a las puertas de la prisión de Soto del Real para cumplir una condena de cuatro años y medio de cárcel. Fue el escenario de unas declaraciones de petición de perdón. Ahora, con 33 procesados más entre los que figura Ángel Acebes, otro exministro de Aznar, llega al juicio oral por la salida a bolsa de Bankia. Ocultaron, presuntamente, a los inversores la situación crítica del banco. Este juicio, que se abrió ayer después de cinco años de instrucción, es contra los procesados y también a la realidad y a la imagen de los excesos de un período que se desmoronó con la crisis que explotó en 2008. El juicio muestra que jueces y fiscales, a pesar de los acontecimientos protagonizados últimamente por algunos miembros de su cúpula, cumplen con la defensa de los consumidores -ciudadanos- frente a los abusos de la banca: cláusulas suelo o las preferentes son buenos ejemplos. Hay servidores del Estado que cumplen con su deber. No se podrá decir lo mismo de otros organismos que supuestamente tenían y tienen la obligación y la competencia para garantizar el buen funcionamiento de la banca o de las cajas de ahorro. Si esta responsabilidad se hubiese ejercido, las cajas o los bancos que había con sede social en Galicia no habrían desaparecido. Responsabilidades como la de Bankia deben ser juzgadas para que el sentimiento y la práctica de impunidad no sea de nuevo tentación para ningún dirigente; por el abuso y el escándalo que la crisis hizo emerger en la gestión y administración de demasiadas cajas de ahorro, y por la necesidad de mostrar con hechos que en un Estado de derecho nadie está por encima de la ley.
