Opinión

Dos Españas

EL MARTES pasado aparecieron de nuevo dos Españas. Afortunadamente, ninguna "hiela el corazón", pero ambas percuten en el "españolito que vienes al mundo", como advirtió Machado. Una abochorna e indigna, mientras la otra llena de orgullo y acrecienta la autoestima ciudadana.

La España que indigna y abochorna reapareció en el Congreso cuando los diputados electos cumplían con el mandato de jurar o prometer la Constitución, el rito previo a la toma de posesión de sus escaños.

Casi un tercio de ellos son enemigos de la Carta Magna que les permite ser elegidos y del Estado que les paga y quieren demoler, y utilizaron fórmulas pintorescas, irrespetuosas y ofensivas, con restricciones mentales que implican desacato a la Ley de Leyes.

"Viendo la toma de posesión de los diputados, escribió Pérez-Reverte, me pregunto cómo hemos sido capaces los españoles de concentrar allí dentro a tantísima gentuza de tan variopinto pelaje. Porque no era fácil, no". Esta gentuza montó un espectáculo en sede parlamentaria que causa vergüenza, es una burla al espíritu constitucional y una afrenta a la mayoría de los españoles que respetan las leyes.

La otra España, la que enorgullece a los ciudadanos sensatos y trabajadores es la que batió el récord de donación de órganos. Ocurrió el 29 de noviembre, pero se supo el mismo día 5 que la Organización Nacional de Trasplantes recibió órganos de 19 donantes y coordinó trasplantes en 27 hospitales de 13 comunidades y en el francés de Dijon, ya que una de las donaciones era internacional.

La solidaridad de las 19 familias que donaron los órganos de sus seres queridos permitió realizar 38 trasplantes: 23 renales, 10 de hígado, dos de corazón, dos bipulmonares y uno combinado de páncreas y riñón.

Llevar a buen término semejante actuación requirió el despliegue de 8 aviones –5 privados y 3 comerciales–, 12 aeropuertos, personal de vuelo y tierra, policías, cirujanos y anestesistas, enfermeros, auxiliares y celadores... Todos coordinados con el punto de mira en los quirófanos para salvar vidas y devolver la salud y bienestar a esos pacientes necesitados.

Esta es la España de las familias desprendidas y solidarias y la de los excelentes profesionales, la España que aúna esfuerzos por una causa noble, que enorgullece a los ciudadanos.

Por contra, la España que vimos en el Congreso es la de la confrontación partidaria. El espectáculo de las peleas para coger asiento, el cruce de reproches por la composición de la mesa y las fórmulas de acatamiento ofrecieron un espectáculo tan bochornoso como despreciable. Pues estos son nuestros representantes!

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