Lenguas de doble filo

Gore Vidal, en un debate televisivo. EP
Gore Vidal, en un debate televisivo. EP
Después del asesinato de Kennedy, Jackie se distanció de parte del círculo de amistades de su marido. Tiempo después y rumores mediante, la viuda se encontró en el ascensor del Ritz de Nueva York con un antiguo amigo y su propio hermanastro, el escritor norteamericano Gore Vidal (1925-2012). Fiel a su estilo mordaz, se despidió de ella imitando a Marilyn Monroe como venganza.

La familia importa y existen ejemplos que lo demuestran a la perfección, independientemente de lo que ocurra con esa influencia del parentesco. En Estados Unidos carecen de la aristocracia que en otros continentes han movido los hilos de siglo en siglo, aunque fueron capaces de desarrollar sus propias sagas de poder. A una de las más relevantes perteneció el escritor Gore Vidal, que celebra el centenario de su nacimiento este año.

"La pelvis de Nina era estrecha y fui extraído con fórceps por un torpe doctor, carente de experiencia en alumbramientos, que se encontraba de guardia en el hospital de cadetes de West Point el sábado 3 de octubre de 1925", así describía el autor su nacimiento. En cierto modo, estas líneas condensan gran parte de su biografía y de estilo, del cual ni él mismo llegaba a librarse como víctima.

Gore Vidal odiaba a su madre y nunca tuvo problema en esconderlo. La mujer había sido figurante y bailarina en Broadway, pero su mayor habilidad fue la de casarse. Gracias a su segundo matrimonio con otro magnate divorciado, el joven Gore emparentó con la futura Jackie Kennedy y el resto de sus hermanos. El desprecio del escritor también se extendía hacia la familia que ganaba conforme pasaban los años.

Su padre se convirtió en un pionero de la aviación comercial tras la fundación de hasta tres empresas del sector entre 1920 y 1930. Además, Eugene Vidal fue atleta olímpico en dos ocasiones, amante de Amelia Earhart y un hombre del departamento de Comercio durante la administración Roosevelt. Pese a ello, tampoco había logrado el respeto de su propio hijo.

Cambió su nombre siendo adulto

El matrimonio se divorcia cuando el niño apenas suma 10 años y es enviado a Washington para estudiar. Allí comenzaría a vivir con el verdadero icono al que debía todo, su abuelo materno, parte fundamental en la estirpe del éxito. Tanto así, que el escritor cambió su nombre una vez fue adulto y usó el apellido de la familia como nombre propio.

Thomas Pryor Gore fue el histórico primer senador por el estado de Oklahoma, reconocido por su posición de no intervención y por su condición de librepensador. A causa de dos accidentes diferentes en su juventud, el político terminó sufriendo ceguera en las últimas décadas de su vida. Gracias a eso, Gore Vidal fue nombrado su lazarillo y lector, por lo que con 11 años pasó a moverse en un ambiente adulto, de influencia y nada abierto a contar con un niño. Este primer hecho inusual es el primero de hitos.

Recibió educación secundaria en Phillips Exeter Academy, un centro conocido por sus influencias y en el cual también estudiaron los presidentes Bush, padre e hijo. Había descubierto el gusto por la televisión al salir como un niño piloto en una pieza informativa. En todos los aspectos, destacaba por la inteligencia, la sagacidad y el brillo de sus análisis. A la edad de 16 años ya había leído toda la obra de Shakespeare. Entendió pronto que en su mismo cuerpo habitaban el intelectual y la vedette.

Recién graduado, se alistó para filas en la Segunda Guerra Mundial. Fue destinado en las islas Aleutianas, un archipiélago en Alaska que funciona como barrera marítima con Rusia. Allí experimentó un crecimiento del alma gracias al paisaje, el abandono y la confirmación sentimental, que posteriormente confesará en su gran primera novela.

Sin embargo, su filiación militar también fue germen del pensamiento político que dio forma a todos sus ensayos, por los cuales es actualmente mucho más respetado. De su abuelo heredó el no-intervencionismo, es decir, la posición opuesta al imperialismo de Estados Unidos en el mundo y en los conflictos bélicos.

Tras tres años de servicio, las condiciones climáticas habían hecho mella en él. Los continuos casos de hipotermia le habían provocado artritis reumatoide. Debido a su posición social, fue retirado del puesto y devuelto a la vida más apacible.

Relata se experiencia bélica

Aunque había escrito otra novela previamente, decidió relatar su experiencia bélica en Williwaw, que publicó con 19 años. Resultó ser un relativo éxito de venta y crítica, por lo que ciertos círculos artísticos acogieron a aquel remilgado heredero en proceso de rebeldía. La lengua mordaz y el carácter que imprimía a los actos sociales sonaba en las salas de reuniones. Preveían el ascenso de un nuevo talento.

En 1946, el mismo año de su debut, inició la escritura de su segunda novela. Algunas fuentes indican que incluso en su época en Alaska este libro ya era un esquema. Durante dos años dio forma a una de las primeras publicaciones con protagonistas abiertamente gays, La ciudad y el pilar de sal. Para cuando vio la luz en 1948, la sexualidad del autor ya se encontraba en debate. La conmoción social, literaria y crítica de su publicación llevó a que The New York Times censurase su reseña y la de cualquier obra de Gore Vidal durante muchos años. El escándalo fue tan mayúsculo como la calidad y el atrevimiento del escritor en esta obra, que dedicó al amor de su vida, un soldado muerto en la guerra.

Sin embargo, pese a todo el ruido generado, en ese mismo año otro talento surgiría de la nada para luchar contra el suyo y opacarlo. Con el lanzamiento de Otras voces, otros ámbitos, Truman Capote rompía también el molde editorial al abordar la homosexualidad y según la crítica, con mayor éxito y maestría. La revista Life editó un número especial sobre los nuevos talentos literarios del país. La portada, Capote; Gore Vidal, en un recuadro. Aquella imagen generó una herida profunda en el ego de Vidal. Como consecuencia, ambos escritores de orígenes muy diferentes pasaron a odiarse públicamente. 

Vidal comenzó a decir en entrevistas que Capote, como mérito artístico, solo podía presumir de haber plagiado a Carson McCullers. Lo cierto es que Truman se afianzaba en los círculos de poder con mejor maña que Gore, otra victoria sibilina que lo corroía.

Enemistad con Capote

En el verano de 1948, Vidal viaja a París junto al escritor Christopher Isherwood, otro eminente autor gay, y un tercero para visitar al último Nobel de Literatura, André Gide. En aquel momento, el francés representaba todo lo que Gore ansiaba a nivel de reconocimiento e intelectualidad. Pero resultó amargo saber que dos días antes de su llegada, Capote ya había pasado por allí, aunque Gide no le había concedido mayor importancia.

La enemistad con Capote marcó toda su vida, al igual que otras que mantuvo en paralelo. Sus encuentros en actos sociales resultaban constantes, como sus choques. Los titulares de prensa se repetían con las ofensas de cada uno. Vidal llamaba "cara de feto" al otro, Capote respondía con más ironía: "Siempre estoy triste por Gore, muy triste, porque tiene que respirar todos los días". Por alusiones, respondía: "Detesto a Truman Capote, de la misma forma en la que se detesta a un animal, uno asqueroso que se haya colado en tu casa". El río incesante de odio solo terminó cuando Capote falleció prematuramente, lo que Vidal describió a la prensa como: "Este es un buen paso en su carrera".

"No podía soportar a Capote. Mentía acerca de todo, la mentira era su forma de expresión artística. Podías ver cómo se lo inventaba todo sobre la marcha, sobre todo si se trataba de gente famosa. Si hubiera tenido la mitad de imaginación para su obra de ficción hubiera sido un novelista importante", confesaría muchos años después sobre esta rivalidad.

Lo cierto es que para Vidal su polémica publicación casi le cuesta la carrera, ya que sus siguientes novelas llegaron con la estela de morbo y odio que lo rodeaba, sin apenas promoción mediática. Así, En busca del rey o El juicio de París no gozaron del mismo reconocimiento. Entonces creó un pseudónimo con el que ganar dinero con novela policiaca, con tanto éxito que The New York Times reseñó positivamente al falso autor. Pero el ego de Vidal salió a relucir con fanfarronería para reírse del medio. Confesó ser él y de nuevo perdió.

Literariamente, la década de los 50 resultó estéril para Gore en comparación a lo ocurrido en 1948 o con su pseudónimo. Pudo, eso sí, granjearse otra enemistad legendaria con el autor Norman Mailer. Se conocieron en 1952 en el apartamento de un amigo en común. Mailer venía del éxito con Los desnudos y los muertos, lo que frustraba mucho a Vidal. Tenían muy poco en común, apenas una pizca de respeto por el otro, pero a diferencia de Capote algo en Mailer respetaba a Vidal. Durante 50 años se odiaron amistosamente en público y privado.

Norman Mailer se queda sin palabras

Las dos estampas más polémicas de los dos autores sucedieron con testigos, siempre después de un exabrupto en prensa de Vidal contra Mailer, al que consideraba un escritor menor por su débil uso del lenguaje. En una ocasión, en la antesala de un debate televisivo, Mailer inició una batalla dialéctica con Vidal, mucho más capacitado para el desquicie. Después de un intercambio furioso, Midal propinó un cabezazo a su rival. Gore sencillamente respondió: "Norman, veo que te has quedado sin palabras".

El otro encuentro clave sucedió en una fiesta, también en Manhattan. Ya sus diferencias eran sonadas y celebradas. Mailer interrumpió a Vidal en un círculo de conversación para reprocharle sus constantes humillaciones en prensa. Gore no siguió su juego. Entonces, Norman tiró su copa a la cara de Vidal y lo golpeó con otro cabezazo, para  marcharse amenazándolo. Gore se limitó a despertar muchas risas frivolizando: "Normal, de nuevo te han fallado las palabras".

Muchas décadas después, ambos autores unieron fuerzas en muchos debates acalorados sabiendo la atracción mediática que suponían. La finalidad, sin embargo, tenía sentido. Recaudaban fondos para causas sociales y contra la política de Estados Unidos.

Molesto por el brillo ajeno, con Capote como rey rampante de Manhattan y Mailer como figura de mayor respeto literario, Vidal decidió llevar su aire polemista hasta Hollywood, donde desembarcó en 1956.

Metro Goldwyn Mayer había contratado al autor para la reescritura del guión de Ben-Hur, de William Wyler. Fue solo uno más en el equipo, aunque sus arreglos resultaron cruciales y muchos de sus matices convirtieron a la película de éxito en que se convirtió. En concreto, los tintes homosexuales de la relación entre el protagonista, interpretado por Charlton Heston, y Messala. Todos salvo Heston conocían el subtexto de la relación y el simbolismo de sus escenas, medidas al milímetro. Cuando el actor se enteró, declaró infame a Vidal, a sus compañeros y a la propia película.

La localización de Ben-Hur se situaba en Italia. Hasta allí pidió Gore ser enviado a cambio de la reescritura del guión, como condición al ser un autor exitoso, además de a una liquidación previa de su contrato. Su nombre fue eliminado por completo de los títulos de crédito.

Escarceos con la ficción política

Los primeros escarceos de Vidal con la ficción política sucedieron en 1960, cuando estrenó su obra El mejor hombre, de relativo éxito y que, en cierto modo, lo devolvía a la palestra literaria. No fue motivo suficiente para retenerlo en Estados Unidos. Gore se mudó a Italia, a un pueblo de la costa amalfitana, en donde residió durante más de 30 años junto a su novio estable.

Su ciclo italiano supuso una revolución personal. Allí entró en contacto con Fellini, de quien se haría gran amigo e incluso actor ocasional. Recibía constantes visitas de otras estrellas estadounidenses, como Orson Welles o Frank Sinatra. El dramaturgo Tennessee Williams se enamoró de Vidal profundamente y lo seguía a todos lados, aunque fue rechazado en múltiples ocasiones con la excusa de que resultaba soez la idea de un idilio.

En su villa italiana instaló un telescopio para observar a todos los hombres atractivos tomando el sol. Era de sobra conocida la tendencia a la orgía en aquella casa. De hecho, uno de los alicientes de Gore para mudarse a Italia era el gran número de chaperos que había encontrado en Roma, que le resultaban tan atractivos como baratos. Ni la muerte de Pasolini lo detuvo en su consumo de prostitución. Vidal fue un apasionado del sexo, siempre que se diese en sus términos y condiciones.

Durante la administración Kennedy gozó de respeto, formó parte de Camelot, el círculo íntimo de influencia presidencial, y fue candidato a ministro de Cultura. A nivel editorial, con novelas como Juliano el Apóstata y Myra Breckinridge logró cierto éxito, aunque no tanto como con sus ciclos históricos, inaugurados con Washington, y todos sus ensayos sobre política estadounidense. A día de hoy, su faceta como pensador crítico es la más respetada de todas, al considerarse la más estable y equilibrada.

Su radical oposición y crítica a los gobiernos de Reagan y Bush lo convirtieron en un adalid de la inteligencia, llegando a ser descrito como la conciencia más informada y eficaz el país. Sin embargo, él renegaba de su nación al verla en un total declive moral, político y cultural. "Con el progreso de la era de la televisión, los Reagan serán la regla, no la excepción. Ser perfecto para televisión es todo lo que un presidente tiene que ser estos días", anticipó décadas atrás.

Una "caballerosa puta"

El autor, que se defendía como una "caballerosa puta", inauguró la intelectualidad hostil al prestarse a infinidad de debates televisivos de alto nivel intelectual pero bañados de violencia verbal, en la cual no caía salvo por la vía de la ironía. Junto con Susan Sontag, Noamm Chomsky y Norman Mailer, él forma parte de los más críticos autores con Estados Unidos y su política exterior. Esto supuso tantos vetos como titulares, a los que Vidal consideraba su gran propaganda de odio.

Su irregular trayectoria provocó que no cayese en desgracia o impopularidad, sino que se mantuviese como un vestigio de antes que no terminaba de resolver novelas o ficciones. El ensayo y sus ciclos históricos fueron su bote de salvación. Pese a ello, Vidal falleció en 2012 en condición de millonario, 8 años después que su pareja de toda la vida, y de vuelta en Estados Unidos.

Llegó a ver la administración Obama y prever su fracaso por inacción, también predijo una futura dictadura militar en el país. Se negó a escribir sobre su madre, aunque sí cedió ante su biografía. Lejos de Italia y de las orgías, de Capote y Mailer, de la televisión y del mundo humano, Gore Vidal falleció como el último representante de una era y con el deseo de que respetasen su deseado epitafio: "Me llevaré a todos vosotros conmigo".

Comentarios