EL CONTROL de la televisión pública es un pastel demasiado goloso como para que los políticos no vean en él un panal de rica miel. Eso explica que Pedro Sánchez recurriese al real decreto-ley para asumir el mando que se le resistía. Así expulsa del consenso básico al PP y a Ciudadanos, acaparando lo que se le negaba, y paga de paso peaje a Podemos e independentistas. Cansado de demandar libertad y democracia para RTVE cuando gobernaba el PP, que tampoco soltaba la presa, optó por invertir la táctica y asaltar a dedazo limpio el ente, acusación de C´s, "atacando la pluralidad y la independencia de la televisión pública". En lo que a libertad de información se refiere, ya se sabe que la izquierda siempre es menos mojigata que la derecha, por extraño que parezca, y ata mejor con mayor rapidez los machos de la censura. Lo más divertido van a ser los nombramientos de los cargos de responsabilidad. No les sorprenda ver a Monedero de controlador de tertulias y programas especiales, e Echenique de jefe de informativos y a Puigdemont de corresponsal en Berlín, con lo cual la pluralidad está más que garantizada. Somos un país preñado de democracia.
