Opinión

Ni lo sueñen

MUCHOS REMEDIOS, advertencias, amagos, prevenciones… en la lucha contra la pandemia, pero los resultados de contención vírica no se corresponden con el pretendido esfuerzo, quizá porque las cautelas no se aumen con la seriedad y rigidez requeridas, o porque las disposiciones de supervisión y reprobación son insuficientes.

Un desbarajuste que muchos confían en reconducir ahora con las nuevas restricciones acotadas por el Gobierno, como si el toque de queda fuese el talismán que faltaba para reducir o frenar la propagación del covid, toda vez que al ocio y al desenfreno noctámbulo se le atribuyen buena parte del descontrol, lo cual parece cierto, no solo por la irresponsabilidad de quienes infringen las normas decretadas por las autoridades sanitarias, sino sobre todo por las guaridas nocturnas y chiringuitos que dan cobertura y refugio a los desmanes. Pero más que eficacia en la medida, abogada por el estado de la alarma ("demoledor", dice Feijóo), asoma la desconfianza y el mosqueo, vistos los precedentes transgresores, tal vez que el cumplimiento suele lastrarse por la inercia o la disfuncionalidad, al amparo de la inobservancia de providencias.

Más que toques de queda, se necesita sobre todo que seamos consecuentes. Ni lo sueñen.

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