Opinión

Obispos

IMPLORAR PERDÓN cuando el daño está hecho, a toro pasado, es de escasa utilidad, como no sea para sosegar conciencias remordidas. No siempre. Y a los perjudicados les sirve de bien poco. Los obispos vascos y navarros se acuerdan ahora de suplicar por la remisión de "complicidades, ambigüedades y omisiones" en el seno de la iglesia durante el terrorismo de Eta. Mejor sería que explicasen el porqué de tales connivencias delictivas por parte de algunos (bastantes) sacerdotes vascos, cuando no de los mismos prelados, como si la justicia social o la moral cristiana coincidiesen con las atrocidades de una banda de criminales, asesinando indiscriminadamente a inocentes que nada tenían que ver con sus postulados, y que recibían comprensión, cuando no estímulos, desde los púlpitos. Esa actitud tan miserable y nada evangélica fue tolerada cuando no autorizada por los obispos, estos o sus predecesores, que ahora piden que se les perdone por tales desvaríos, cuando pudieron haber actuado con autoridad y contundencia a su debido tiempo, reprendiendo o postergando de su ocupación pastoral a quienes así actuaban. Además, ¿están de verdad los actores arrepentidos del descarrío?

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