Opinión

Pollos

SIEMPRE SE dijo que nadie se hace rico trabajando. Depende, pero el aserto encierra mucho de verdad. Sí es cierto que los trabajadores que viven con desahogo de sus salarios son unos privilegiados. Lo malo es cuando se va lo servido por lo bebido, y peor todavía, cuando dar el callo es sinónimo de ruina, que es más o menos lo que viene sucediendo quienes se esfuerzan por ganarse la vida en el campo, malviviendo de la agricultura o la ganadería, con las excepciones que siempre hay. Los productores de leche denuncian con frecuencia que les cuesta más producirla que lo que consiguen de rendimiento. Unos aguantan, porque no tienen más remedio, y otros no. Ahora aflora una profunda crisis en el sector avícola, del que comen muchas familias, directa o indirectamente. Poner en el mercado un kilo de pollo cuesta 2,70 euros y el precio de venta, en España, es de 2,20. Medio euro que se esfuma, muchísimo en cantidades elevadas. La culpa, dicen, es de la guerra de ofertas impulsada por los distribuidores, al convertir el pollo en un producto de reclamo, con precios por debajo de los costes de obtención. Consecuencia cantada: cierre de miles de granjas.

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