Opinión

Turismo rural

OJALÁ SEA casualidad, pero que el turismo rural gallego perdiese, así de pronto, el pasado año 30.000 pernoctaciones con relación al anterior, no lo parece. Y que el bajón se produzca en uno de los principales reclamos turísticos, con previsiones de expansión y cuando la tendencia del sector se movió al alza, es muy preocupante, por ser la caída similar a los picos marcados por la crisis.

La oferta rural, con 354 establecimientos y más de 4.000 plazas estimadas, merecía una ocupación mayor del 17,9 % de lunes a viernes y del 27,91 los fines de semana, teniendo en cuenta el atractivo de muchos de los establecimientos y sus enclaves. Que el visitante se retraiga puede deberse a muchos motivos, incluso ajenos a lo que se ofrece y al funcionamiento de los establecimientos, porque cada cual es muy libre de inclinarse por lo que más la apetezca, pero la espantada también puede guardar relación si las atenciones que recibe, por precio o comodidad, no son competitivas.

Quien, por lo que sea, no reciba el trato que estima adecuado, lo más probable es que no repita, yéndose a donde se lo den. Puede que algunos no sepan satisfacer todas las exigencias y gustos de los clientes.
 

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