Opinión

Peor, hubiera sido difícil

LA ESTRATEGIA para solucionar el deterioro de la imagen de la monarquía, tras el escándalo del patrimonio del Emérito en paraísos fiscales, se ha demostrado desastrosa. La salida de España a un destino desconocido del padre de Felipe VI, lejos de calmar la polémica, ha exacerbado las críticas, ha propiciado que se hable de 'fuga', y ha servido para que Torra y los suyos convocaran un pleno en el Parlament de rechazo a la Corona.

Si, como quiere hacer creer el Gobierno, esto fue un pacto con la Casa Real, ambas instituciones son responsables de un gran error político. No se puede decir que la crisis les ha pillado por sorpresa porque las informaciones y el chantaje de la examante de Juan Carlos I , Corinna Larsen, llevaban años circulando por los medios de comunicación. La primera pregunta que surge es: si un ciudadano, por mucho cargo que ostente, está obligado a abandonar su país por el hecho de estar siendo investigado por un fiscal del Supremo. ¿Quién decidió que era buena idea este falso exilio, después de la 'aventura' de Puigdemont y los suyos, y el deterioro que para la imagen de la Justicia española ha provocado?

La prueba del error queda reflejada en el inmediato comunicado del abogado del emérito, asegurando que sigue a disposición de los jueces en cuanto le citen. La realidad es que, lejos de atajar las críticas, la pregunta se han instalado en la opinión pública. El cuestionamiento de la forma de la Jefatura del Estado es la polémica que faltaba en un país, con los peores datos económicos de su entorno en la UE y con unas cifras de contagios del coronavirus que no tienen parangón en Europa.

La verdad es que el protagonista de la historia no ha contribuido a facilitar las cosas, con el secretismo que ha impuesto a su periplo internacional. Saber dónde está Juan Carlos I se ha convertido en el cotilleo más entretenido. Y lo peor es que los dos hipotéticos destinos de los que hablan los medios son de lo más desafortunados. Pensar que se pueda salvaguardar la imagen de la institución, con un ex viviendo en República Dominicana en compañía de sus amigos multimillonarios, es poco estética. Y qué decir de la versión del diario ABC, que narra con gran aporte de datos su viaje en jet privado a Dubái y su estancia en un hotel de precios desorbitados. Precisamente, los países del golfo son el origen de los fondos que ahora investiga la fiscalía suiza.

Con todos estos datos me pregunto: ¿Habría sido más inteligente, políticamente hablando, y menos humillante -de momento no está imputado y tiene derecho a la presunción de inocencia-, el haber organizado la salida de Zarzuela a cualquier punto de España? Poner tierra de por medio ha resultado lo peor para la imagen institucional de España y para él mismo. Con lo fácil que podría haber sido la renuncia, hace ya bastante tiempo, al título de 'emérito' y a seguir formando parte de la Casa Real. Por su hijo y por el país que tanto le ha estimado.

Comentarios