El veto a la pesca de la sardina hundiría hasta un 40% las ventas de los cerqueros

La recomendación del Ices de prohibir su extracción en aguas ibéricas en 2018 traería al mercado la capturada fuera

Venta de sardinas en una lonja (GONZALO GARCÍA)
photo_camera Venta de sardinas en una lonja (GONZALO GARCÍA)

Difícil resulta imaginarse un San Xoán sin ricas y frescas sardinas mojando el pan, o unas vacaciones en la costa de Málaga y Granada sin poder probar el tradicional espeto de este pescado que preparan a la brasa en los chiringuitos de playa. Pues cabe la posibilidad de que el próximo año haya que celebrar la noche del 23 de junio sin la reina de la fiesta, al menos sin la que se pesca frente a las costas española y portuguesa, si la Comisión Europea (CE) sigue al pie de la letra la recomendación de los científicos del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (Ices) de prohibir la captura de esta especie en aguas ibéricas en 2018. ¿El motivo? La "baja abundancia" de sardina que perciben en sus estudios periódicos, frente a lo que dicen ver desde sus barcos los marineros gallegos del cerco, que podrían perder hasta el 40% de sus ventas si se materializa el veto.

¿Qué escenario dibuja y qué aconseja exactamente el Ices?
Este organismo, que asesora al Ejecutivo comunitario sobre el estado de los recursos pesqueros y en la asignación de las posibilidades de captura, dice que la población de sardina ibérica está en una situación preocupante, tras el descenso de la biomasa en la última década, que sitúa por debajo de lo que debería ser el límite infranqueable desde 2009. Los investigadores también llaman la atención sobre el bajo reclutamiento, que hace alusión a la cantidad de ejemplares que superan el año de vida para incorporarse al stock que se puede pescar, sobre todo desde 2005.


Los científicos admiten que la biomasa puede crecer reduciendo las capturas y eso es lo que defienden los gobiernos luso y español


Con los datos que manejan, concluyen que el plan de gestión que España y Portugal pactaron para esta especie, con topes de captura y vedas, no garantiza que la población se recupere con solidez, a pesar de que desde su puesta en marcha en 2015 la biomasa se haya incrementado en un 32% y la mortalidad haya bajado a mínimos históricos por la considerable reducción de las posibilidades de extracción. Dicho de otra forma: consideran que las toneladas que pescan las flotas de ambos países —la cuota este año y el pasado fue de 17.000 toneladas— son demasiadas para sacar la pesquería de la sardina de su estado de coma.
Venta, precios e ingresos de la sardina
Es lo que se deduce de un informe elaborado por el Ices a petición de la Comisión Europea, que el mes pasado hizo temblar al cerco por los consejos que lanza para avanzar en la mejora de la especie. Los científicos plantean varios escenarios y el más estricto pasa por impedir totalmente las capturas en 2018. Y, aún así, avisan de que si se quiere recuperar la población por encima de la biomasa límite con un 95% de posibilidades de éxito habría que estar unos 15 años sin pescar sardina ibérica.


El sector advierte de que el hueco que quedaría en el mercado sería cubierto con sardina pescada en terceros países, de peor calidad


Con todo, admiten que hay fórmulas menos lesivas para el sector —aunque sean más lentas— que permitirían ir saneando el recurso sin llegar a prohibir las capturas. De hecho, estiman que, aun sacando del mar 16.796 toneladas el próximo año, aumentaría un 4,5% la biomasa, compuesta en la actualidad por unas 146.800 toneladas, según el Ministerio de Pesca.

¿Qué harán España y Portugal para evitar un año de veto?
Los gobiernos de ambos países ya están en negociaciones para pactar un nuevo plan de gestión de la sardina ibérica que contemple medidas más restrictivas para recuperar la población sin que la flota tenga que dejar de pescarla. Cabe esperar que España y Portugal cierren un acuerdo en las próximas semanas para poner su propuesta sobre la mesa del Ejecutivo comunitario con la esperanza de que dé su visto bueno.

Lo que han manifestado hasta ahora es que plantearán fijar unas posibilidades de pesca de entre 13.500 y 15.000 toneladas para 2018, un recorte que permitiría un crecimiento de la biomasa de un 5% y, al tiempo, mantener la actividad y la oferta a los consumidores. Otra actuación que se estaría evaluando sería aplicar vedas adicionales a los tres meses de parada que ordena el plan actual, de diciembre a febrero.

En España, el Gobierno pretende además imponer topes de captura diarios o semanales entre la flota para garantizar la sostenibilidad del stock y, en el caso del golfo de Cádiz, un reparto de las posibilidades de extracción entre los buques para evitar la pesca olímpica. Pronto deberían conocerse las medidas concretas porque 2018 está a la vuelta de la esquina. Si Bruselas valida el plan de gestión español y luso, se comenzaría a aplicar a partir de enero. De lo contrario, los gobiernos tendrán que revisarlo o, en el peor de los casos, la CE intervendría imponiendo medidas especiales.

¿Ve el sector tan delicada la situación de la sardina?
La flota no niega que haya habido motivos para la preocupación por el estado del recurso durante los últimos años, pero alega que desde 2015 la población de sardina ibérica va en aumento y que así lo reflejan los propios informes científicos. "Cada vez vemos máis sardiña no mar", señala el portavoz de la asociación de armadores del cerco de Galicia, Acerga, Andrés García. Y añade: "O sector non é o culpable de como está a especie", algo que también reconocen, al menos en parte, los investigadores al concluir que la mortalidad por pesca no es la principal causa de la reducción del stock.

En todo caso, la flota se muestra dispuesta a hacer "un esforzo máis" para recuperar la sardina siempre que se mantenga, eso sí, "un nivel de capturas que garanta unha explotación mínima", como defiende el gerente de la OPP-7 de Lugo, Sergio López.

Esto es: se oponen radicalmente a un cierre. "Sería unha barbaridade, moitos cerqueiros galegos quedarían no camiño se non poden pescar sardiña", advierte García. Para evitar el impacto sobre la actividad y el empleo, el sector insiste en que se debe atender, además de al aspecto biológico, al socioeconómico.

¿Cuántos barcos trabajan en esta pesquería en Galicia?
La sardina es una de las principales especies que captura la flota del cerco, compuesta en la comunidad por 150 embarcaciones, una decena de ellas con puerto base en A Mariña lucense. El portavoz de Acerga explica que "todos andan a ela" cuando se puede pescar, «desde o máis pequeno ata o máis grande». Los de mayor porte realizan además costeras como las de la caballa y la anchoa en el caladero del Cantábrico, mientras los de menor tamaño, que faenan en las rías, trabajan también con el jurel, la boga o el cabalón.

Pese a no ser la sardina el único recurso del que viven, su peso en la actividad no es desdeñable. De media, el 23% del dinero facturado por las capturas procede de esta especie, una ratio que llega al 43% en el caso de las embarcaciones más dependientes de este recurso, según los datos aportados por el Ministerio de Pesca. "A sardiña cotízase ben, polo que a pouca que se pode pescar inflúe moito na conta de resultados das empresas", indica Andrés García.

Por lo tanto, la prohibición de pescar sardina les llevaría a perder hasta 40 de cada 100 euros de los que obtienen con su actividad. Y tendría daños colaterales sobre el empleo que sostiene el cerco. La estadística más actualizada de la Xunta sobre la ocupación en la pesca sitúa en 1.168 los tripulantes trabajando a bordo de estos barcos en 2015, con una media de ocho pescadores por unidad.

Lo que ocurra con la sardina también tiene alerta a la flota que pesca esta especie con el xeito, aunque sus capturas sean muy inferiores a las de los cerqueros. Este año dispuso de 175 toneladas. En la comunidad hay 425 embarcaciones con licencia para faenar con este arte tradicional.

Las ventas en las lonjas gallegas de esta especie proporcionaron este año ingresos por 5,9 millones, casi la mitad que una década atrás. Más allá del impacto sobre la actividad en el mar, desde Acerga llaman a tener en cuenta también los efectos sobre otros eslabones de la cadena como los subastadores, los compradores o los establecimientos de venta al público.

¿Qué repercusión tendría para los consumidores el cierre?
La eventual prohibición de pescar sardina en aguas ibéricas durante todo un año dejaría desabastecido al mercado español y portugués de la especie capturada en las zonas comprendidas entre el golfo de Vizcaya y Fisterra y entre ese punto de Galicia y el golfo de Cádiz. Eso no significa que vaya a ser imposible encontrar este pescado azul en los puntos de venta porque el sector da por hecho que entraría sardina extraída en caladeros fuera de España y de la Unión Europea para reemplazar la que ahora se pesca en la Península. "Aínda que sexa de peor calidade", señala el gerente de la OPP-7 de Lugo.

En la misma línea, el secretario general de la patronal Cepesca, Javier Garat, avisa de que ese espacio sería ocupado por sardina procedente de terceros países "con estándares de pesca responsable, sanitarios y sociales inferiores". Y advierte de que recuperar ese mercado tras el veto sería "complicadísimo".

Ambos se basan en la experiencia que hubo con la anchoa del Cantábrico cuando se cerró la pesquería durante cinco años entre 2005 y 2010 por los síntomas de agotamiento del recurso. Sergio López explica que no faltó en el mercado, y que incluso se hacía pasar por anchoa de Cantabria cuanto "realmente era de Mauritania, Arxentina, Chile ou Perú".
 

La flota captura cuatro veces menos toneladas que hace una década
Los datos que manejan los propios científicos del Ices sobre las capturas de sardina en aguas ibéricas constatan la importante reducción que ha habido en los últimos años. En una década, entre 2006 y 2016, pasaron de desembarcarse algo más de 87.000 toneladas pescadas por las flotas española y portuguesa a apenas 22.700. El mínimo en la serie histórica —que arranca en 1940— se registró en 2015, con poco más de 20.500 toneladas, nada que ver con las más de 200.000 que se llegaron a extraer del mar durante diversas campañas.

3.450. Son las toneladas de sardina comercializadas en las lonjas gallegas este año. La pesquería se abrió en marzo y se cerró en octubre. El kilo se cotizó a una media de 1,73 euros, aunque llegó a rondar los 19 en la época de mayores precios.

 

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