Con el viento soplando a favor del desarrollo de las energías renovables tras años en dique seco como consecuencia de la supresión de las primas para contener el déficit de tarifa del sistema eléctrico, Greenalia ha trazado su estrategia hasta 2023, un lustro en el que proyecta invertir más de 1.000 millones de euros para instalar 1.000 megavatios (MW) de energía verde. Su proyecto estrella, la planta de biomasa que desde agosto construye en Teixeiro y que será la mayor de España con una capacidad de 50 megavatios (MW), estará finalizada en octubre para comenzar a operar en pruebas. La instalación, que tiene detrás una inversión de 135 millones, generará "energía suficiente como para abastecer a una población de 250.000 habitantes, esto es, Vigo y A Coruña juntas, o el equivalente a todo el sector hostelero de Galicia".
Así lo explica el director financiero, Antonio Fernández-Montells, que indica que la central consumirá 500.000 toneladas de restos de cortas al año, de las cuales hasta 180.000 procederán de la madera que gestiona la división forestal Greenalia Forest. Para cubrir el resto se han sellado acuerdos con proveedores a largo plazo para la recogida de la biomasa que surtirá a la que será la mayor instalación del Sur de Europa que opera con este combustible. Una vez en funcionamiento —el plazo límite es marzo de 2020—, la planta sostendrá 40 puestos de trabajo. El impacto laboral será mayor durante las obras, adjudicadas a Acciona y la asturiana Imasa, pues se espera alcanzar un pico de mil empleos directos e indirectos.
La firma, que hace un año se estrenaba en el Mercado Alternativo Bursátil y que desde entonces ha elevado un 160% su capitalización, hasta los 112,54 millones, proyecta pasarse al mercado continuo en el horizonte de dos años, un salto cualitativo que le permitirá afrontar su ambicioso plan de inversiones.
Pese a que ya cuenta con las autorizaciones pertinentes, el grupo que dirige Manuel García Pardo no ha incluido en su planificación para los próximos cinco años la planta de biomasa que proyecta instalar en Vilalba, con idéntica capacidad que la de Curtis. A esta se sumarían otras dos de menor tamaño
en Asturias, en Villaviciosa y La Espina, de 15,4 MW en cada caso.
En un escenario en el que el presidente de la Xunta ha instado a la ministra para la Transición Ecológica a incluir la biomasa en la estrategia de renovables española incluyendo incentivos económicos, Fernández-Montells explica que las plantas asturianas y la de Vilalba no figuran en el ‘timeline’ hasta 2023 porque previamente la compañía debe tener claro «cuál es el modelo retributivo» y el calendario de subastas de potencia para la biomasa. Y es que esta tecnología no ha alcanzado aún un grado de madurez suficiente como para poder resultar rentable cobrando solo el precio de mercado por la energía producida. En la puja de enero de 2016 Greenalia se adjudicó 50 MW —los de la planta de Teixeiro— con una retribución de 99,94 euros por MW que permite cubrir los costes de explotación.
Con el debate sobre el cierre de las centrales térmicas abierto, Greenalia incide en que la biomasa puede tomar el relevo por su capacidad para "producir de manera constante y, sobre todo, de forma gestionable" para cubrir la demanda, pues las tecnologías eólica, hidráulica y fotovoltaica dependen de la disponibilidad del recurso.
850 megavatios
Es la potencia eólica adicional que Greenalia tiene en diferentes estadios de tramitación y que dará lugar a parques que, de forma gradual, podrán comenzar a operar a partir de finales de 2020. El director financiero indica que la idea es poner en marcha anualmente entre 150 y 250 MW.
146 millones de €
Es la facturación que Greenalia prevé alcanzar en 2021, con la planta de Curtis como la que más ingresará. Los beneficios llegarán a 6,3 millones.