"La producción eólica es la contribución más clara de Galicia a la autonomía de Europa"

Dolores Riveiro, integrante del Foro Fieito y profesora de la Universidade de Santiago, afirma que Galicia tiene ante sí una oportunidad de oro para reforzar su industria ahora que la Unión Europea tiene el foco puesto en reducir su dependencia del exterior ante el complejo contexto geoestratégico, pero advierte que no será posible si se frenan proyectos de renovables o mineros. Cree que sería "muy miope" desaprovechar ese potencial.
Dolores Riveiro, integrante del Foro Fieito y profesora de la USC.CEDIDA
Dolores Riveiro, integrante del Foro Fieito y profesora de la USC. CEDIDA

Cada vez se habla más de la necesidad de ganar autonomía dentro de la UE para depender menos del exterior a la hora de proveernos de bienes esenciales. No hacerlo, ¿qué consecuencias puede tener?
Esa autonomía significa la capacidad de tomar decisiones propias. Siempre que sea posible, en un marco global y con perspectiva multilateral; pero, si ya no es posible, significa mantener la capacidad de seguir operando. En cierto modo, implica estar preparados para el conflicto, aunque se siga trabajando por el acuerdo. No tener esa autonomía afecta negativamente, ya en el presente, a la competitividad de nuestras economías en los mercados internacionales y coloca a Europa en una situación vulnerable ante shocks adversos y en un papel secundario en el escenario mundial, quedando fuera de la toma de decisiones relevantes en un contexto geoestratégico tan complejo e inestable como el actual. En el 'nuevo orden mundial' que se está construyendo, en particular ante los desorbitados aranceles y otras medidas y pretensiones de la administración de Estados Unidos, será determinante que Europa tenga una agenda propia, voz y capacidad de hacer valer nuestros valores democráticos, nuestra preocupación medioambiental, el respeto al estado de derecho y a la soberanía de los países… Y esto solo se conseguirá pudiendo decidir de forma autónoma. 

¿Qué papel puede jugar Galicia en la búsqueda de esa autonomía?
Tal vez la contribución más clara sea en el ámbito energético, en particular con la producción de energía renovable (eólica, fundamentalmente). Intensificando la producción de energía eólica, Galicia contribuye al objetivo de reducir la dependencia de terceros países de los que se importan las energías fósiles y, al mismo tiempo, al objetivo de la descarbonización al que la UE no ha renunciado. Además, muy recientemente el papel se lo ha dado la UE con la publicación de los proyectos que considera estratégicos en cuanto al aprovisionamiento de materias primas críticas. En base a la Ley Europea de Materias Primas Fundamentales, aprobada el pasado año, que lo que pretende es "garantizar un suministro seguro y sostenible de materias primas fundamentales (algunas de ellas consideradas críticas) para la industria europea y reducir significativamente la dependencia de la UE de las importaciones de proveedores de un solo país", la UE publicó el mes pasado un listado de proyectos que considera estratégicos, precisamente por tratarse de materias primas críticas. Como es sabido, el 'mandato' para Galicia es la explotación de una mina de litio en Doade. Adicionalmente, también en el marco de esa ley, habría otros potenciales proyectos respecto a la explotación o reciclado de varias materias estratégicas para la UE, como el cobre, el wolframio o el tungsteno, con los que Galicia podría contribuir.

¿Qué otros sectores y áreas de actividad tienen más potencial para contribuir a ese desafío?
La UE ha identificado cinco sectores estratégicos: energías renovables, movilidad eléctrica, industria, tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), y sector aeroespacial y de la defensa. Todo lo que contribuya a estos sectores, contribuye al objetivo estratégico europeo, y Galicia puede contribuir, directa e indirectamente, a ellos. Tiene un papel en el sector del automóvil y su transformación hacia el vehículo eléctrico, y en el ámbito de las energías renovables, en concreto la eólica, como decía. Pero también puede aportar al sector de la defensa con empresas punteras en la construcción naval y en ciertos subsectores del ámbito aeroespacial. El incremento de producción en estos sectores, con una intensidad tecnológica alta y medio-alta, es de gran relevancia para la competitividad de nuestra economía. Además, como decía, puede contribuir con la producción de ciertas materias primas fundamentales o minerales críticos que son esenciales para el desarrollo de los sectores mencionados. En un ámbito diferente, Galicia puede contribuir, y ya lo hace,  a la autonomía alimentaria. 

Galicia puede contribuir en movilidad eléctrica, renovables, defensa, minerales o alimentación a la autonomía de la UE

Tanto el desarrollo de proyectos renovables como la explotación de yacimientos mineros generan contestación social en Galicia. ¿Qué debemos poner en la balanza?
La sociedad gallega puede, legítimamente, no mostrarse a favor del desarrollo de determinadas actividades económicas, o incluso mostrarse en contra. Pero debería tomar esas decisiones de manera informada, valorando las consecuencias en cada caso. Los objetivos a lograr y las argumentaciones respecto de las acciones que deben o no deben emprenderse para conseguir esos objetivos deberían ser consistentes. Lo que quiero decir es que no es posible alcanzar el objetivo de autonomía estratégica europea frente a países 'no afines' y llevar a cabo una transición industrial verde si dependemos de esos países para, por ejemplo, obtener los recursos energéticos que necesitamos o las materias primas fundamentales que nos permitirán abordar la transición energética y digital. Por supuesto, podemos negar la mayor y proponer que la UE renuncie al objetivo de autonomía o al de descarbonización. También se puede plantear buscar socios 'más fiables' de los que importar estos recursos que no consideramos aceptable producir domésticamente. En este caso se me plantean algunas cuestiones, ya no solo de tipo económico o geoestratégico (sobre qué hacer si esos socios fallan o sobre la vulnerabilidad y falta de peso político que supone para Europa) sino de carácter ético. No veo cómo pueda defenderse la producción en otros países de los recursos que no queremos producir internamente por sus consecuencias negativas para el medio ambiente y/o la salud. Sobre todo, si los países de los que potencialmente deben importarse están dotados de regulaciones medioambientales mucho menos rigurosas, de menores controles técnicos, sanitarios, laborales, etc; y de menores mecanismos para hacer cumplir las normas. Además, hay que tener en cuenta que la mayoría de los proyectos industriales pueden localizarse en diferentes lugares que reúnen las condiciones necesarias, pero la minería no. Los yacimientos están donde están y deben explotarse ahí o renunciar. Si se considera que en la UE la regulación no es lo suficientemente  rigurosa, procede pedir una modificación en ese sentido. Si se cree que, aun así, los riesgos son demasiado altos y no son asumibles, debemos conocer y asumir a lo que estamos renunciando por no disponer de esos recursos. Pero pretender que las consecuencias negativas de su explotación, si las hay, las sufran otros, no debería ser la solución.

La mayoría de los proyectos industriales pueden localizarse en diferentes lugares, pero la minería solo donde hay yacimientos

¿Tiene Galicia delante de sí una gran oportunidad para reindustrializarse? En caso de que así sea, ¿cree que se está desaprovechando?
Sí, considero que, en el contexto descrito, Galicia tiene una oportunidad única de lograr un crecimiento muy necesario de su sector industrial, abordando la transición energética y digital. Y creo que aún no se ha aprovechado toda la potencialidad que tiene. Pero soy optimista respecto de que se hará. Sería muy miope por nuestra parte desperdiciar esta oportunidad. Creo que, más pronto que tarde, se alcanzará el necesario consenso político y social que permita avanzar en ese sentido. 

¿Cuál cree que será el desenlace de la actual lucha mundial por las materias primas y de la guerra comercial?
Lo que ocurra en última instancia es difícil saberlo. Lo que sabemos es que ambos procesos no son independientes. El control por parte de los diferentes países de las materias primas consideradas críticas, en particular la posición de claro liderazgo de China en ese ámbito, sería una de las razones que están detrás de la guerra comercial desencadenada por la administración de EE.UU.; aunque el fenómeno es mucho más complejo. El desenlace que pueda tener la guerra comercial, y los efectos que de ella se deriven, va a depender en buena medida de la respuesta que dé el resto del mundo a los disparatados aranceles impuestos por Trump, pero, también de la respuesta interna de los consumidores y las empresas de EE.UU. Los consumidores van a sufrir, ya lo están haciendo, los efectos negativos de la mayor inflación (a la cual una FED independiente no podrá responder bajando el tipo de interés como pretende Trump), y la caída en su riqueza financiera, con unas cotizaciones bursátiles a la baja y con gran volatilidad. Además, la incertidumbre que todo esto genera reduce la confianza de estos consumidores, que van a responde reduciendo más el consumo, lo que supondrá una mayor caída de la demanda. Todo ello provocará caídas en la producción y el empleo en EE.UU. por parte de unas empresas que, además, van a ver incrementados sus costes de producción al pagar aranceles por los imputs importados y a las que les va a ser más difícil exportar si los países de destino han respondido con aranceles; todo ello unido a la falta de los trabajadores que Trump ha deportado. Todo esto permitiría anticipar una respuesta desde dentro que obligue a Trump a revertir el estrafalario anuncio arancelario. 

Los efectos permitirían anticipar una respuesta que obligue a Trump a revertir el estrafalario anuncio arancelario

¿Cómo puede o debe responder el resto del mundo?
Parece que la voluntad es de mantener el sistema tendente al libre comercio multilateral, en el marco de la OMC y, por el momento, los principales países en el ranking del comercio internacional insisten en mantener abierta la negociación para que EE.UU. no abandone unilateralmente esa vía. Con todo, la respuesta está siendo muy heterogénea. Mientras China ha respondido con aranceles simétricos, la UE ha optado por la prudencia y por agotar la vía de la negociación. Si bien ha respondido a los aranceles ya aplicados sobre el acero y el aluminio en marzo con una propuesta de aranceles (pendientes de aprobar por los miembros) del 10% y el 25% para dos listas de productos, ofrece un acuerdo de arancel recíproco cero sobre productos industriales. En mi opinión, lo que debe estar claro en la respuesta de la UE es que las medidas deben ser tomadas conjuntamente, evitando por todos los medios que cada país negocie por su cuenta. Al mismo tiempo, y se está haciendo en parte, además de seguir negociando con EE.UU., la UE debe establecer contactos e iniciar negociaciones con otros socios comerciales actuales y potenciales, por supuesto con China (con la que tenemos nuestras diferencias y un gran déficit comercial, que puede aumentar drásticamente cuando necesite buscar mercados alternativos a las exportaciones a EE.UU.), pero también con Canadá, India, Japón, Latinoamérica, Sudáfrica… Estos acuerdos son de interés en sí mismos y aumentan el poder de negociación frente a EE.UU.. Por otra parte, en cuanto a la respuesta arancelaria por parte de la UE, que como digo ha sido muy medida hasta la fecha, habría que sopesar su interés frente a otras alternativas. De la misma manera que los aranceles de Trump los pagan sus consumidores y empresas, los aranceles que impongamos nosotros nos afectarán internamente. Estamos centrados en el comercio de mercancías, pero la UE es una grana importadora de servicios de los EE.UU, en particular servicios tecnológicos, que nos lleva a tener un gran déficit comercial en este sector. La aplicación de impuestos a las empresas que venden en la UE estos servicios tecnológicos sería una interesante alternativa a los aranceles.

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