Nogueira de Miño

Hay quien pone esta puerta entre sus preferidas, pese a su sencillez o precisamente por ella. ¡Y qué inclasificable sonrisa la  de la fiera de la izquierda!
Puerta sur de Santa María de Nogueira de Miño
photo_camera Puerta sur de Santa María de Nogueira de Miño

Cuatro etapas nos esperan en la prodigiosa comarca de la Ribeira Sacra, que se asoma al Miño o al Sil y que se reparte entre Lugo y Ourense. Prodigiosa de paisaje, de vegetación, de arquitectura y de vinos. Algunos la comparan con la Toscana, por comparar que no quede. Y entonces lo más lógico es empezar por la Capilla Sixtina de Nogueira de Miño, aunque aquí la comparación se sale de madre, se pasa veinte pueblos o así.

En todo caso, por Nogueira está el viajero. Ya saliendo de Chantada empezó a disfrutar por un camino entre carballeiras y algún prado que otro. Y llegando a la iglesia, en su vertical, una gran águila –no un ratonero, ni un milano– traza lentos círculos en lo alto. ¡Vaya por Dios, y sin prismáticos a mano para identificar con seguridad la especie! Da igual, el placer de la observación es casi el mismo. Desde detrás del ábside, las vides se descuelgan en terrazas hacia el Miño. Este modo de cultivo, casi heroico por el esfuerzo que suponía la acusada pendiente, es una de las dos más notables características de la Ribeira Sacra; la otra, las iglesias y monasterios esencialmente románicos, iglesias como en la que ahora entra el visitante.

Antonio, guía aficionado que ya quisieran muchos profesionales, va explicando con prolija erudición todos los detalles de las en verdad –Capilla Sixtina aparte– magníficas pinturas murales, de un estilo renacentista muy expresivo. Según parece, datarían de finales del siglo XVI, aunque con algunos restos algo anteriores. Las pinturas permanecieron ocultas, y quizá también conservadas, por una capa de cal blanca hasta hará unos diez años, en que fueron sacadas a la luz. El maestro de Nogueira no era Miguel Ángel, pero era un verdadero artista. Entre los motivos narrados pictóricamente, el viajero se queda con el sangriento martirio de San Sebastián, el Juicio Final y la Resurrección, en la que Cristo aparece en una gran concha.

Cabo do Mundo. VIAMAGICAE

Casi pegadas a la iglesia, cuya torre y portada deben de ser barrocas, hay unas casas destartaladas y en ruinas, que contrastan con los esplendores de antaño recién contemplados. Concluida la visita y tras permanecer un rato sentado intentando asimilar el torrente de datos que le echó encima Antonio, el viajero se dirige nada menos que hacia el Cabo do Mundo, que no es el de Fisterra y que está aquí al lado. Con este nombre se conoce el promontorio que rodea casi en redondo el río y que se ha convertido en la vista que aparece en muchos carteles de la Ribeira Sacra: espectacular.

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