Avisan del avance en Galicia de la garrapata que puede transmitir la fiebre de Crimea-Congo

En 2023 se detectaron quince especímenes en vacas y personas, por las apenas tres del curso anterior, y se observa una expansión desde el sur de Ourense hacia el norte, hasta Lugo, y por el oeste
Dos ejemplares de garrapata Hyalomma marginatum. EP
Dos ejemplares de garrapata Hyalomma marginatum. EP

Avanza la primavera y, con ella, el buen tiempo, la manga corta, los paseos por el campo y las mordeduras de garrapata. Habitualmente, estos parásitos que se alimentan de la sangre de animales –sin hacer excepciones con el ser humano– tienen su pico de actividad vital entre mediados de abril y finales del otoño, por lo que el Sergas recuerda que es tiempo de tomar precauciones para evitar dolencias como la enfermedad de Lyme, la fiebre botonosa mediterránea, la fiebre Q, la encefalitis centroeuropea o la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo.

Ojo, no toda picadura de garrapata implica que se vaya a contraer una enfermedad. Para que sean transmisoras, deben estar infectadas ellas con el correspondiente microorganismo, como una bacteria, un virus o una rickettsia, capaz de producir esa patología.

Los servicios sanitarios, y la propia ciudadanía, cada vez están más familiarizados con algunas de estas casuísticas: el último Boletín Epidemiolóxico del Sergas sobre la enfermedad de Lyme revelaba que su incidencia en Galicia se ha triplicado desde 2014, pasando de 1,21 casos por cada 100.000 habitantes a 3,23, y con Lugo como principal foco: multiplica por cinco la media autonómica.

Pero, en su última hoja mensual de información epidemiológica, el Sergas hace hincapié en el avance de las garrapatas del género Hyalomma marginatum, la principal transmisora de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo. Se alimenta sobre todo de aves, pero también de animales silvestres y domésticos, y, "accidentalmente", del ser humano. Además, tiene hábitos cazadores, ya que persiguen a sus presas en lugar de esperar inmóviles a que pasen delante de ellas. 

Expansión desde el sur de Ourense hacia el norte y el oeste

Caracterizada por sus piezas bucales largas, el trocánter y el fémur de casi el mismo tamaño, y las espinas en la coxa izquierda –la primera de las piezas de que constan las patas del animal–, esta garrapata Hyalomma marginatum "soporta un amplo abano de temperaturas e humidades" y se constató su presencia en Galicia en la primera mitad de la década pasada. Desde entonces, no solo ha consolidado su hábitat, sino que lo ha expandido.

La Rede Galega de Vixilancia de Vectores (ReGaViVec) señala que, mientras que en 2022 se la detectó en Viana do Bolo y A Mezquita, al año siguiente ya se registraron ejemplares en diez concellos ourensanos y tres de Lugo, que son A Fonsagrada –precisamente la comarca también más afectada por la enfermedad de Lyme, con 98 casos por 100.000 vecinos–, Cervantes y Triacastela

En ese 2023, se encontraron quince especímenes en vacas y personas, por las apenas tres del curso anterior.

En todo este tiempo, las garrapatas Hyalomma en Galicia se extrajeron también de caballos, perros y cabras. Las pruebas serológicas revelaron que, "en moitas das zonas nas que se recolleron exemplares adultos de hospedeiros", estos tenían anticuerpos frente al virus, "o que confirma que este patóxeno está a circular" en tierras gallegas. Aunque el Sergas ya había declarado la necesidad de aumentar la vigilancia epidemiógica tras la detección de casos en la comarca de El Bierzo en años pasados.

Tanto en el caso del incremento de casos de enfermedad de Lyme como de la colonización de la garrapata Hyalomma, la razón es la misma: el cambio climático, que permite inviernos más suaves y primaveras de abundante humedad que son muy del gusto de estos arácnidos.

Cinco días hasta los primeros síntomas 

Provocada por un virus perteneciente al género Nairovirus, la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo tiene una tasa de letalidad que "varía entre o 3 e o 40%". En España se ha cobrado la vida de media docena de personas, la última un toledano de 74 años el verano pasado.

Los primeros síntomas llegan tras un período de incubación de 5 o 6 días, y suelen ser una fiebre elevada que aparece de forma brusca; dolor de cabeza, dolor muscular y mareo, aunque también puede haber diarrea, enrojecimiento facial, congestión ocular o conjuntivitis.

Pasados otros 3 o 4 días viene la fase hemorrágica, que se manifiesta desde con la aparición de puntitos rojos en la piel o grandes hematomas, hasta sangrados por la nariz, el aparato digestivo, el útero, el tracto urinario o el aparato respiratorio. Se produce también fallo hepático y renal. 

De aparecer estos, "o doente deberá poñerse unha máscara cirúrxica e illarse do resto de convivintes", explica el Sergas, dado que la enfermedad también puede transmitirse, "aínda que dunha maneira moito menos eficiente", a través del contacto "con fluídos, secrecións ou fómites de pacientes sintomáticos".

También insta a avisar "urxentemente" al 061 para el traslado del paciente al hospital si es preciso y su notificación al sistema de alerta epidemiológica para que evalúe el caso.

No hay vacuna y el tratamiento es principalmente sintomático. 

Medidas de prevención 

Así las cosas, la prevención es siempre aconsejable, toda vez que el riesgo se reduce evitando sus picaduras y eliminándolas del cuerpo. 

Aquí es esencial que, cuando se hagan actividades al aire libre –y no solo en el campo, sino también en parques y jardines–, se use repelente de insectos sobre la piel, tratar los calcetines y las perneras del pantalón con un insecticida a base de permetrina, vestir ropa protectora de colores claros, usar mantas para tumbarse sobre la hierba y, al llegar a casa, revisar cuerpo, ropa y animales de compañía, con especial detenimiento en sus partes favoritas: las zonas de piel suave y con pelo, como las axilas, las ingles o la cabeza.

Si se detecta una, debe extraerse tan pronto como sea posible empleando pinzas de punta fina, no ancha y plana –para evitar aplastar a la garrapata y que libere fluidos infecciosos–, agarrándola tan cerca de la superficie de la piel como sea posible y tirando de ella hacia arriba con una presión mínima, uniforme y constante. Si quedan dentro del cuerpo sus piezas bucales, también hay que sacarlas. Si no hay pinzas y se usan los dedos, hay que ponerse guantes.

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Hecho esto, hay que limpiar bien el área de la picadura y las manos con alcohol o con un producto yodado o con agua y jabón. Conviene guardar la garrapata para que la identifiquen.

Los remedios populares, como echar vaselina, aceite o esmalte de uñas a la garrapata para que salga, deben evitarse. También aplicarles calor. Lo que se consigue así es que regurgite sobre la picadura.

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