La batalla del asfalto: el PP y el PSOE se juegan algo más que alcaldías

Los populares, con opciones de gobernar en Ferrol, Ourense o Lugo, arrastran en la Galicia urbana un problema de poder, que no de votos ► Buena parte del PSdeG está hoy edificado sobre su éxito en las urbes, incluyendo sus tres diputaciones, así que cualquier erosión sería letal
Rueda, Pontón y Formoso, en actos de campaña. ARCHIVO
photo_camera Rueda, Pontón y Formoso, en actos de campaña. ARCHIVO

Cuando Miguel Tellado todavía era número dos del PPdeG, ante la pregunta de si prefería recuperar las alcaldías de Vilalba, Sarria y Burela juntas o gobernar en Lugo, dudó. Dijo que las quería todas, pero su respuesta dejaba entrever claramente que la capital era más golosa. Porque aunque Galicia es mucho más que sus siete principales ciudades, hay que reconocer que cuando se trata de acudir a las urnas, las plazas urbanas juegan en una liga superior. Y el próximo día 28 con más razón que nunca.

Vigo A Coruña

Primero, por una simple cuestión matemática: en Vigo, A Coruña, Ourense, Santiago, Lugo, Pontevedra y Ferrol residen casi un millón de gallegos, más de un tercio del censo total. Segundo, por su relevancia electoral, ya que esta realidad poblacional tiene una correlación directa con el peso del voto urbano a la hora de repartir las diputaciones. Y tercero, por una cuestión puramente simbólica, como esa imagen de gobernar la mayor urbe gallega o la capital de la comunidad.

Y aunque todos los partidos se juegan mucho el próximo 28 de mayo, la verdadera batalla que se librará sobre el asfalto gallego es la que protagonizan el Partido Popular y el Partido Socialista. El primero, para taponar de una vez por todas el agujero por el que se le escapa cada vez más cuota de poder. Y el segundo, para conservar la estructura institucional sobre la que se sostiene hoy el partido.

El PP, ante el complejo reto de convertir mayorías en alcaldías

El PPdeG llega a las puertas de las elecciones en disposición real de gobernar Ferrol con mayoría absoluta, con opciones algo más remotas pero no imposibles de hacer lo mismo en Lugo, y a la espera de cualquier carambola en la insondable Ourense. Con Santiago sueña, pero el sueño parece lejano, por mucho que Bugallo se empeñe en facilitarle las cosas.

Ourense Santiago

No es un mal escenario urbano este que tiene delante el PPdeG, aunque en el fondo es el mismo de 2019 y, entonces, un puñado de votos contados lo dejó fuera de las alcaldías de Ferrol y Lugo. El próximo día 28 puede pasar lo mismo, pero la práctica desaparición de Ciudadanos, la irrelevancia de Vox y las dificultades de Ángel Mato y Lara Méndez de consolidarse en las alcaldías alimentan las esperanzas populares, refrendadas además por algunas encuestas.

Además, el PP tiene otro ojo puesto en la batalla provincial. La Diputación de Lugo se juega en la capital y la de A Coruña también en terreno urbano. Por eso los de Alfonso Rueda asumen que, muchas veces, aunque el objetivo de la alcaldía parezca lejano, como en Santiago o A Coruña, una subida de votos y concejales puede dar un vuelco significativo al mapa provincial. Y lo mismo ocurre en Lugo con Elena Candia.

Así que es ahí donde el PPdeG está centrando todos sus esfuerzos, consciente de que los objetivos en plazas como Vigo o Pontevedra son mucho más humildes y no van más allá de mejorar los resultados de 2019. Ante gigantes como Abel Caballero o Lores, a Marta Fernández Tapias y Rafa Domínguez nadie les pide más.

Con los números en la mano, el PP gallego quiere desterrar el tópico de que la Galicia urbana no lo apoya. Sí que lo hace y, de hecho, puede ganar cómodamente las elecciones en cuatro o cinco de las siete ciudades. Su verdadero reto pasa por transformar esas victorias en alcaldías, algo para lo que no hay más fórmula mágica que una: mayorías absolutas. Y cada día están más caras.

El PSdeG lucha en su escenario preferido: la arena municipal

Hace cuatro años, en mayo de 2019, el PSdeG de Gonzalo Caballero hacía historia al derrotar por primera vez en las urnas al PPdeG. Y un año después, se estrellaba de forma estrepitosa en las autonómicas. Así es el socialismo gallego: una montaña rusa. Ahora llega a la cita electoral del 28-M sin saber si toca subir o bajar.

En todo caso, hay una realidad que no se puede obviar: el PSdeG jugará en su ecosistema favorito, la arena municipal, lo que le confiere cierta ventaja para salir airoso de la urnas. Pero a su vez, es un arma de doble filo, porque viene de unas cifras históricas en 2019 que son difíciles de mejorar —el efecto Sánchez de aquel año hace tiempo que se difuminó— y porque, con el grupo parlamentario dividido y cierta bicefalia de referentes desde la reaparición de Besteiro, el PSdeG depende hoy más que nunca de su poder local. El principal capital del partido y su estructura política actual están asentados en su enorme poder institucional municipal y provincial. Si pierde eso, pierde todo. O casi.

Lugo ponte ferrol

De hecho, el PSdeG suma 110 alcaldías de 313 concellos, pero gobierna a más del 50% de los gallegos. ¿La razón? Las ciudades. Tiene alcaldes y alcaldesas en Vigo, A Coruña, Santiago, Lugo y Ferrol —fue también el más votado en Ourense— y dirige tres diputaciones. Y se da la paradoja de que puede conservar idéntica cuota de poder tras el 28-M aunque pierda miles votos.

Incluso podría asumir la pérdida de un alcaldía como Ferrol, por su singularidad. Pero otra cosa sería perder también Lugo o Santiago, y ya no digamos una diputación. En un PSdeG que todo lo proyecta desde su posición municipal y que, de hecho, está liderado por un alcalde, perder tantas plazas sería pegarse un tiro en el pie antes de las autonómicas.

Al Bloque el resultado en las ciudades no le saca el sueño

El Bloque se planta en estas elecciones con mucho que ganar y poco que perder. Es una cita importante, sin duda, pero la que Ana Pontón tiene marcada en rojo en su calendario es otra: las autonómicas de 2024.

Por eso, a este BNG al que se le dan bien las alcaldías de las llamadas villas medias —su poder municipal se identifica con Allariz, Ribadeo, Carballo, Tomiño...— las ciudades tampoco le sacan el sueño. Con Lores atornillando en el Concello de Pontevedra, el lucense Rubén Arroxo parece ser el único que le mete meter una marcha extra a la campaña, quizás porque sueña con un sorpaso en el bipartito. Y con idéntica ilusión anda Goretti Sanmartín en Santiago. Sin embargo, en el resto de urbes ni siquiera hubo cambios de caras en los carteles, pese a los discretos resultados de algunos de los candidatos en 2019. Resultados que las encuestas tampoco mejoran mucho para el 28-M.

El mejor ejemplo de ello es Ourense, donde el BNG es incapaz de captar o canalizar el cabreo generalizado del electorado con DO, PP y PSOE tras cuatro años de juzgado de guardia. O A Coruña y Ferrol, donde tampoco acaba de absorber todo lo que pierden las mareas, como sí hizo en las elecciones autonómicas de 2020.

Así que la idea del BNG es subir para ganar peso en los bipartitos.

Un difícil escenario para CS, Vox y las mareas municipales

La que en 2015 se bautizó como nueva política y revolucionó el mapa electoral gallego hasta 2019 llega fatigada a este 2023. Solo Lugo parece capaz de salvar a Ciudadanos de la desaparición total y Vox sigue reñido con Galicia pese al empeño de Abascal en exhibir sus raíces galaicas cuando viene. Presenta más listas que nunca, pero su mensaje no cala aquí. En el caso de las mareas urbanas, todo apunta a que bajarán, pero sobrevivirán. Pero su diputado provincial en A Coruña está en el aire.... Y PP y PSOE lo saben.

Comentarios