La batalla territorial está en marcha

En Galicia, las provincias no son una simple división territorial y administrativa con casi 200 años de vida, sino que a lo largo del tiempo jugaron un papel clave en la vida política como grandes centros de poder. Cada una tiene sus propias dinámicas electorales y los partidos, que lo saben, trazan su estrategia en base a ello
Mapa de Galicia usado por el BNG en una campaña electoral y exhibido en la Praza do Obradoiro. AEP
photo_camera Mapa de Galicia usado por el BNG en una campaña electoral y exhibido en la Praza do Obradoiro. AEP

Las provincias gallegas siempre han sido enormes centros de poder político y electoral, ejercido especialmente a través de las diputaciones. Por eso, aunque las próximas elecciones en Galicia serán, sobre el papel, las autonómicas, resulta fundamental para los partidos afrontarlas con ese prisma de un territorio que en realidad son cuatro. Cada uno con sus propias dinámicas, número de escaños y particularidades, como se acaba de ver en Ourense con la apuesta de Democracia Ourensana por condicionar al inquilino/a de Monte Pío o el nacimiento de Democracia Galega. Es el ejemplo más reciente, pero no el único, ya que hay partidos meditando la estrategia de presentarse en unas provincias y no en todas -como Sumar- e incluso otros que sopesan alianzas puntuales por zonas. En resumen: que la batalla territorial, al menos por las urnas, ya está en marcha en Galicia.

1. A Coruña ► El tornillo más flojo de la maquinaria popular

La provincia de A Coruña siempre es clave en las autonómicas por la simple razón de ser el territorio que más escaños reparte en O Hórreo, con 25, un tercio justo del total. Y atendiendo a las encuestas y a las propias sensaciones, parece la plaza donde más trabajo tiene por delante el PPdeG si quiere mantener a Rueda en la Xunta.

La última encuesta de Sondaxe disparó las alarmas entre los populares al rebajar de 14 a 12 sus actas en A Coruña, la única circunscripción donde perdería alguna. Si este dato se suma a que los resultados electorales de las municipales del PP fueron los más discretos allí, solo maquillados por la reconquista de Ferrol, tienen algunas razones los populares para preocuparse de cara a 2024.

Es cierto que es una provincia con peso del voto urbano, el que más le cuesta al PPdeG, y donde tanto BNG como PSdeG están fuertes, además de tener bien engrasados distintos bipartitos. Y por si esto fuera poco, la provincia atlántica es de los pocos terrenos abonados para la izquierda agrupada en Sumar. Así que Diego Calvo, líder de los populares, tendrá que redoblar esfuerzos para demostrar que su ascenso en la Xunta no le está restando eficacia en lo orgánico.

2. Lugo ► El efecto Besteiro en el bastión de votos del PPdeG

La batalla por los 14 escaños de la provincia de Lugo se presenta muy atractiva esta vez. En ella, se medirá la resistencia del que actualmente se puede considerar el principal granero de votos del PP en toda España -atendiendo al porcentaje de apoyo en las generales de julio- frente al empuje de dos candidatos lucenses: Ana Pontón y José Ramón Gómez Besteiro. Especialmente del último, ya que la nacionalista, políticamente hablando, es más bien coruñesa.

El PP parte con una ventaja que surge de la singularidad del partido en Lugo: no tiene lo que se podrían considerar grandes referentes mediáticos, más allá de la líder Elena Candia, que tiene que ejercer además desde la oposición en el Concello. Pero sí tiene un ejército de hormigas electorales: políticos extremadamenete trabajadores en campaña como la propia Candia, José Manuel Balseiro, Paco Conde...

A esta maquinaria es a la que tiene que enfrentarse sobre todo Besteiro, que salió trasquilado de su territorio en las generales y llegará a las autonómicas con afán de revancha. Tiene trabajo por delante, porque el PP parte con 9 escaños que aspira a conservar y el PSdeG suma 2. Por eso, en la capacidad que tenga Besteiro para volver a ser profeta en su tierra y erosionar la maquinaria electoral del PP lucense está buena parte del futuro electoral en Galicia. Porque al final las elecciones van de escaños y la izquierda tiene que sacarle cinco a un PPdeG que, en el caso de Lugo, ya demostró que jamás regala nada. Unos y otros tendrán que sudar cada voto lucense.

Como guinda provincial, los populares confían en que Sumar se convierta en un aliado inesperado que divida el voto de la izquierda, aunque a día de hoy no está claro que la plataforma de Yolanda Díaz se vaya a presentar en esta provincia o la forma en que lo hará.

3. Ourense ► La transición del baltarismo y el incierto Jácome

Hablar de política y de Ourense es hablar por hablar. En el territorio más impredecible del tablero gallego cualquier teoría o previsión, por sólida que parezca, puede fracasar estrepitosamente en las urnas. Y ahora con más razón.

La provincia afronta unos comicios en un escenario inédito de postbaltarismo. El PPdeG asume que quizás tenga que pagar un peaje por su transición, ya que por muy modélica y exprés que resultase, siempre deja heridas por las que se desangran votos.

Luis Menor pondrá todo su esmpeño como nuevo referente provincial, pero falta por saber el grado de implicación de Baltar y los suyos. El exbarón provincial dio un paso al lado, pero parece que algún movimiento se le está atragantando, como la designación de Victoria Núñez como reponsable local del partido. Hay quien especula incluso con que la órbita del baltarismo estaría detrás del impulso de Democracia Galega, el nuevo partido del exedil de DO Telmo Ucha, aunque los tiros podrían ir por otro lado.

El caso es que la confirmación de que habrá papeleta de DO en las gallegas, alguna tensión reciente entre PP y Jácome en el Concello por modificaciones de crédito, la irrupción del nuevo partido y los restos del baltarismo enredando por detrás le dejan a Luis Menor un reto mayúsculo en la provincia. Trabajará para debutar con buen pie, pero el objetivo de sacar un noveno escaño, en este contexto, parece ahora más complicado que antes. A su favor, eso sí, tiene un posible efecto divisor de Sumar y el estado semicatastrófico en el que se encuentra el PSOE ourensano, que continúa muy dividido y sin un referente claro.

4. Pontevedra ► La Diputación contra la trituradora viguesa

La provincia de Alfonso Rueda fue, en los tiempos recientes, una hemorragia electoral para el PPdeG. Sin embargo, esto cambió en las últimas convocatorias electorales. Sea por el efecto Rueda o por otras causas, lo cierto es que los populares refozaron su peso político en la provincia no solo por recuperar la Diputación, sino porque allí gobiernan muchos concellos potentes y poblados. Hoy, el PPdeG tiene una fuerte estructura política en Pontevedra con la que confía en mantener o incluso mejorar los resultados del año 2020.

Enfrente está, básicamente, Vigo. Parece que, por primera vez en mucho tiempo, hay unidad entre los "caballeros" y más implicación del alcalde de Vigo en un proceso electoral que no sean las municipales. El PSdeG -e indirectamente el BNG- se aferra a esa trituradora electoral que es Abel Caballero para conseguir un efecto similar al de las elecciones locales que desarme al PP y a Rueda y facilite la reconquista de la Xunta para la izquierda. Es, en realidad, como un duelo Rueda-Caballero.

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