Los expertos debaten: ¿se debe eliminar el cambio de hora?
Cada año, cuando se acerca el último domingo de marzo, vuelve el debate sobre el cambio de hora. ¿Es realmente necesario? ¿Afecta a la salud? ¿Tiene sentido mantenerlo? En un acto celebrado en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago (RSEAPS), los catedráticos de la USC Jorge Mira y María Rosaura Leis ofrecieron argumentos científicos para arrojar luz sobre esta cuestión.
Un debate mundial con implicaciones locales
El cambio de hora para adoptar el horario de verano ya se produjo en buena parte de los Estados Unidos el pasado 9 de marzo en medio de una creciente discusión pública sobre su utilidad. Incluso la administración Donald Trump llegó a valorar su abolición.
En este contexto, un estudio colaborativo de las universidades de Santiago y Sevilla defiende su vigencia, comparando los casos de la ciudad colombiana de Bogotá y la estadounidense de Nueva York. Ambas ciudades están en el mismo meridiano, pero su distinta latitud provoca diferencias en la luz solar a lo largo del año.
A pocos días de que Europa ajuste sus relojes el 30 de marzo, esta investigación titulada Assessing the best hour to start the day: an appraisal of seasonal daylight saving time arroja luz –nunca mejor dicho– y aporta datos relevantes sobre cómo el cambio de hora afecta a la sincronización del ciclo sueño-vigilia y la actividad humana.
"No hay ningún problema con el huso horario español"
Uno de los argumentos que desmontó Jorge Mira fue el mito de que Galicia debería cambiar su huso horario. "No hay ningún problema con el huso horario español", afirmó, señalando que los ritmos circadianos en Italia y Portugal son prácticamente idénticos a los de España. También desmintió la creencia de que en territorio español se duerme menos que en el resto de Europa. "Los datos de Eurostat muestran que esa afirmación es falsa", aseveró.
Mira explicó que, en términos científicos, el huso horario es solo una escala de medida: "Da igual la escala que se use, siempre que la población la comprenda". Como ejemplo, citó las escalas Celsius y Fahrenheit para medir la temperatura: aunque asignan valores distintos, ambas cumplen su función en sus respectivos territorios sin generar problemas.
Adaptando el reloj mecánico al reloj estacional
Sobre el cambio horario, Jorge Mira lo defendió como una adaptación lógica a la variación de la luz solar a lo largo del año. "En nuestra latitud, el día solar varía más de seis horas y media cada seis meses. Si no ajustamos los relojes mecánicos, estaríamos ignorando una realidad natural", afirmó. Para ilustrarlo, explicó que la hora del amanecer cambia más de tres horas entre el invierno y el verano. "Obligar a mantener la misma hora todo el año sería tan irracional como obligar a la gente a llevar abrigo en pleno agosto o sandalias en diciembre", sentenció.
El estudio de la USC y la Universidad de Sevilla refuerza esta idea con datos comparativos. En Bogotá, el sol sale alrededor de las seis de la mañana durante todo el año, mientras que en Nueva York el amanecer en invierno se retrasa casi una hora y media. Esto provoca que la vida en Nueva York se active más tarde en invierno. Sin embargo, con la llegada de la primavera, los amaneceres se adelantan, permitiendo que la actividad comience antes. "El cambio de hora facilita esa adaptación", concluyó Mira.
Por su parte, el profesor José María Martín-Olalla, coautor del estudio, añadió que "las sociedades modernas han desarrollado distintos mecanismos de sincronización, desde los horarios laborales hasta el uso de una hora estándar. El cambio de hora es simplemente otro mecanismo que permite ajustar la actividad humana a las estaciones del año". Según los autores, los momentos óptimos para realizar el ajuste horario serían el primer fin de semana de abril y el primero de octubre.
Impacto en la salud: ¿mito o realidad?
María Rosaura Leis, como experta en Medicina, por su parte, abordó la cuestión desde el punto de vista de la salud. "Las principales causas de morbilidad y mortalidad hoy en día están ligadas a estilos de vida no saludables: mala alimentación, sedentarismo, estrés, y falta de sueño de calidad", apuntó.
Leis explicó que nuestro metabolismo está regulado por distintos relojes internos. "Tenemos un reloj central, encargado de los ritmos circadianos, pero también relojes periféricos en cada tejido del organismo. Lo que comemos y las horas de sueño afectan a esos relojes, con consecuencias directas en nuestra salud metabólica", expuso.
La catedrática defendió que la oscuridad matinal y la luminosidad nocturna pueden alterar estos relojes, desajustando nuestro ritmo biológico. Además, el período de adaptación tras el cambio horario puede generar irritabilidad, fatiga y problemas de concentración. Por ello, la Sociedad Española de Sueño y la Sociedad Europea de Ritmos Biológicos recomiendan un horario fijo, preferentemente el de invierno, por sus beneficios sobre el sueño y la salud en general.
¿Y los accidentes de tráfico?
Uno de los argumentos recurrentes contra el cambio horario es el posible aumento de accidentes de tráfico tras la transición al horario de verano. Sin embargo, el estudio publicado en Royal Society Open Science relativiza este impacto. "Se ha reportado un 5% de aumento en los accidentes en la semana posterior al cambio de primavera", indicó Mira, "pero hay que recordar que la variabilidad semanal de accidentes de tráfico puede ser del 15% de un año a otro. El cambio horario tiene un efecto, pero es muy débil comparado con otros factores".
Un mecanismo que funcionó durante un siglo
Según los investigadores, la controversia actual sobre el cambio horario se debe a una mala interpretación de su propósito. "El cambio de hora no es un salto de zona horaria ni desajusta el ritmo de vida respecto al sol. Al contrario, ayuda a alinear el inicio de la actividad con el amanecer", explicó Mira. De hecho, recordó que ya en 1810 las Cortes de Cádiz aplicaban cambios estacionales en los horarios, mucho antes de que existieran los husos horarios.
El estudio también analiza por qué el cambio de hora triunfó en el siglo XX: "Se aceptó porque la gente prefería salir antes del trabajo en primavera y verano, para disfrutar más de la tarde", explicó Mira. Sin embargo, eliminarlo supondría un dilema difícil de resolver: ¿mantener la hora de invierno y empezar a trabajar más tarde en verano, o mantener la de verano y entrar a trabajar en plena oscuridad invernal?
En palabras de Martín-Olalla, "las críticas al cambio horario han abierto una caja de Pandora. Se ha demonizado una práctica que funciona razonablemente bien, y ahora quienes abogan por su eliminación temen que el remedio sea peor que la enfermedad".
¿Eliminar el cambio de hora? Una decisión compleja
El debate sobre el cambio horario está lejos de resolverse. Mientras algunos países estudian su eliminación, otros, como España, se enfrentan al reto de decidir qué alternativa sería mejor. La ciencia ofrece datos, como los expuestos en el debate de este jueves en Santiago, pero la decisión final dependerá de cómo la sociedad valore su calidad de vida y sus hábitos cotidianos.