Del contenedor marrón al compost
La recogida diferenciada de la materia orgánica constituye una obligación legal a nivel municipal desde el 31 de diciembre de 2023. En los principales núcleos de población, en los que predominan los edificios lineales, el contenedor marrón es la herramienta en la que se deposita esta fracción, en tanto que en otros casos –principalmente en concellos rurales con una población muy dispersa– se ha optado por impulsar el compostaje comunitario.
¿Cómo funciona el compostaje?
En Galicia, la Sociedade Galega do Medio Ambiente (Sogama) lidera un programa de autocompostaje al que están adscritos 233 concellos, 218 centros educativos y 32 colectivos sociales. La sociedad –participada por la Xunta (51%) y Naturgy (49%)– ha repartido más de 23.100 compostadores, además de impartir formación presencial y editar material didáctico y divulgativo de apoyo para guiar a los usuarios.
Fabricados en materiales reciclados y reciclables, los composteros tienen una capacidad de 400 litros. Deben colocarse en el exterior de la vivienda en una zona protegida de las inclemencias meteorológicas y en contacto directo con la tierra para facilitar la entrada de los microorganismos descomponedores.
¿Qué hay que tener en cuenta para producir el mejor abono?
Los hogares que participen en el programa de compostaje deben llevar a cabo un control de diferentes parámetros como el oxígeno, la humedad y la temperatura. Es relevante mezclar de forma homogénea la fracción húmeda –los restos de alimentos– con la seca –restos de vegetales–.
El resultado final será un abono natural y con propiedades fertilizantes para plantas y cultivos, pues además de aportarles nutrientes, este abono conlleva una protección frente a plagas y enfermedades.
¿Para qué tipo de usuarios está pensado el compostaje?
Para los que dispongan de una vivienda unifamiliar con un huerto, un jardín o tierras de cultivo en los que poder aprovechar el compost resultante.
Se trata de recuperar, "de una forma más moderna cómoda, higiénica y eficiente", como indica Sogama, una práctica tradicional en el medio rural gallego, donde la materia orgánica ya se empleaba para alimento del ganado o para producir fertilizante.
El complejo con sede en Cerceda estima que los restos orgánicos representan, en la composición media de una bolsa de basura doméstica tipo, en torno al 37 o el 40% del contenido. Si estos desechos se reciclan en origen, esto es, en los compostadores o en el contenedor marrón de las calles, el ahorro de costes en la recogida, transporte y tratamiento final para los concellos sería mayor.
De otro lado, las familias obtienen un fertilizante natural de primera calidad, procedente de la acción de hongos, gusanos y bacterias, con el que nutrir su tierra.
¿Qué va al contenedor marrón?
Elemento esencial para el compostaje industrial, estos recipientes están dotados, en muchos casos, de una llave o tarjeta que el concello entrega a los vecinos que quieran colaborar en la valorización de la materia orgánica. Así, contribuyen a reducir los desechos impropios que van en la bolsa negra.
Entre los restos que van al contenedor marrón figuran las cáscaras de huevo y sobras de alimentos crudos o cocidos, como frutas, verduras, legumbres y hortalizas. También se deben depositar los restos de carne o pescado, huesos, conchas de bivalvos, descartes de pasta y arroces, frutos secos o, por ejemplo, la bollería y el pan que no se hayan consumido y a los que se les haya pasado la fecha de caducidad. Las cortezas de queso, los huesos de fruta, las semillas y cereales también son aptos para elaborar compost, al igual que el papel de cocina usado y los manteles de papel siempre y cuando no contengan restos de aceite.
A este recipiente van también los tapones de corcho natural, los palillos, posos de café y bolsas de infusiones, además de los restos de plantas, flores, hojas secas, hierba y pequeños restos de podas.
En cambio, no deben depositarse aceites de cocina, pañales, compresas y tampones, papel higiénico y toallitas húmedas, el polvo y los restos de la aspiradora, la arena para mascotas, las colillas, los chicles o las ramas de poda.
La aportación de materia orgánica al contenedor marrón crece
El año pasado, la materia orgánica depositada en el contenedor marrón se disparó un 282% con al incorporarse más concellos al compostaje industrial. El resultado es que las cuatro plantas de biorresiduos de Sogama procesaron un total de 3.180 toneladas de restos, frente a las 833 tratadas en 2023. Hay contenedores de este tipo implantados en 62 municipios.
Son 232 concellos los que participan en el programa de autocompostaje que promueve Sogama. A esta iniciativa se han sumado también 218 centros educativos y 32 colectivos sociales.
Sogama ha repartido de forma gratuita 23.100 compostadores para que quien quiera pueda convertir en abono para el jardín o para el huerto los restos orgánicos generados en casa o en ámbitos comunitarios.
Diecisiete infraestructuras para trasvasar y tratar los orgánicos
Los residuos orgánicos son recogidos de forma independiente por los servicios municipales y transportados luego a la planta de compostaje más cercana. Allí son sometidos a un proceso de fermentación, maduración y afinado para ser transformados en un compost natural que se puede aplicar tanto en cultivos agrícolas como en la jardinería. Para que este proceso sea exitoso, el 95% de los materiales que conforman la fracción orgánica debe ser compostable.
Con el fin de apoyar a los concellos en el cumplimiento de la legislación –la directiva comunitaria en materia de gestión de residuos fijó como límite el 31 de diciembre de 2023 para la implantación de estos recipientes–, Sogama habilitó una red conformada por 17 instalaciones. Se trata de cuatro plantas de biorresiduos –una por provincia–, operativas en Cervo, Cerceda, Vilanova de Arousa y Verín, y 13 centros de transferencia de apoyo en los que, además de trasvasar de forma diferenciada los materiales del contenedor amarillo y genérico, disponen de una tolva para los restos orgánicos del contenedor marrón. Luego, estos reciben tratamiento en las instalaciones correspondientes.
Las cuatro plantas de biorresiduos integran las diferentes fases del proceso de compostaje: desde el pretratamiento y la fermentación, hasta la maduración y el almacenamiento, así como los tratamientos de aire y de aguas, mediante el uso de "todas las tecnologías disponibles" a nivel de procesado, control de olores y ruido. Sogama incide en que así se garantiza una actividad industrial "respetuosa con el medio ambiente y el bienestar de la ciudadanía".
Instalaciones impulsadas por energía limpia
Una parte de estas instalaciones es "autosuficiente" desde el punto de vista energético, al contar con paneles solares fotovoltaicos.
En total, el mapa de infraestructuras con el que se acompañó el despliegue del contenedor marrón exigió una inversión de 45 millones de euros, de los cuales 30 millones procedieron de fondos Feder React EU, un paquete que la Comisión Europea activó en julio de 2020 para ayudar a los estados miembros a relanzar la economía tras la pandemia.
Con estas plantas, el objetivo de la Xunta es que la práctica totalidad de los 295 concellos adheridos a Sogama dispongan de una planta de biorresiduos o de transferencia a menos de 50 kilómetros de distancia. Con ello, además de conseguir "un ahorro de costes" para los entes locales en el transporte de esos residuos, Sogama constata que se refuerza el principio de "proximidad" en la gestión de los desechos, recortando las emisiones de dióxido de carbono al verse reducido el transporte por carretera.
De las cuatro plantas de biorresiduos, las de Cerceda y Vilanova son las que mayor capacidad tienen, pues pueden procesar, en cada caso, 15.000 toneladas anuales de materia orgánica.
En cuanto a las instalaciones de transferencia, seis son de nueva construcción. Se trata, en concreto, de las de A Lama, Arbo, Cee, Curtis, Ponteceso y Riotorto.
Otras siete han sido objeto de remodelación para adaptarlas a los requisitos de gestión de la materia orgánica. Es el caso de las infraestructuras de Silleda, O Porriño, Vigo, San Cibrao das Viñas, A Rúa, Lugo y Narón.




