No hay justicia para don Adolfo
Diez años después de un crimen que conmocionó a Galicia, la rabia y la impotencia no han encontrado consuelo en la justicia. Desde que el 10 de marzo de 2015 asesinaron brutalmente a Adolfo Enríquez, el cura de Vilanova dos Infantes (Celanova), la vida en este pueblo ourensano no ha vuelto a ser igual. El horror inicial dio paso al cabreo y luego llegó la resignación. Y es que, una década después, ni el más optimista del lugar cree que se vaya a resolver el crimen.
Eso sí, la esperanza es lo último que se pierde y hay un precedente reciente, y muy cercano, que invita a tenerla: la resolución del caso Elisa Abruñedo, con la detención de su presunto asesino cuando habían transcurrido diez años del crimen. Los mismos que se cumplen del de don Adolfo.
Mientras la hora de la justicia no llega, en Vilanova dos Infantes siguen recordando con cariño al párroco, víctima de un crimen tan brutal como incomprensible y del que muchos dicen saber los nombres y apellidos de los culpables. Aluden a dos miembros de un clan gitano proveniente de Croacia que llegaron a ser detenidos pero puestos en libertad por falta de pruebas. Fueran ellos o no, está fuera de toda duda el salvajismo de unos asaltantes que mataron al párroco cuando hacía lo que mejor se le daba: ayudar el prójimo.
Y es que Don Adolfo era uno de esos religiosos que predicaba con el ejemplo. Su bondad, dicen en Vilanova, no tenía límites, y aprovechándose de esa circunstancia, en la noche del 10 de marzo de hace diez años varias personas a las que conocía —la puerta no estaba forzada— fueron a visitarlo para pedirle limosna. El cura fue a buscar unas patatas para darles de comer, pero eso no sació el hambre de los pedigüeños, que preferían un donativo en metálico.
Don Adolfo no quiso o no pudo dárselo —los vecinos aseguran que atravesaba una mala situación económica debido, precisamente, a su costumbre de repartir sus ingresos entre los necesitados—. Y lo pagó con su vida. La emprendieron a golpes con él, sin piedad. Primero con los puños y luego con un objeto contundente.
Don Adolfo fue torturado
Al no contentar a los asaltantes, la agresión fue subiendo de intensidad, hasta tal punto que los forenses hablaron de tortura. Don Adolfo tuvo una muerte muy aciaga. Malherido, uno de los impactos, brutal, le fracturó la frente y se desplomó ya sin vida sobre el pajar donde al día siguiente lo hallaron en medio de un charco de sangre. A su lado, las patatas con las que había intentado ayudar a sus verdugos.
Robo de la Virxe do Cristal
Dentro de la casa estaba todo revuelto, pero no se echó nada en falta salvo la Virxe do Cristal, una pequeña talla del siglo XVII de gran valor religioso para los parroquianos. Nunca más se supo de ella, aunque el pueblo encargó a un artesano que elaborase un reemplazo que luce ahora en la iglesia.
¿Quiénes fueron sospechosos?
Tras el crimen se sucedieron los corrillos en el pueblo y las sospechas de los vecinos apuntaban hacia el Este. Concretamente hacia una serie de ciudadanos croatas que acudían con asiduidad al domicilio del cura en busca de caridad en metálico.
Tras casi un año de investigaciones, el 15 de enero de 2016 dos de ellos fueron detenidos: Elvir y Arsen Feratovic, tío y sobrino de 42 y 23 años. El principal indicio contra ellos es que solían desplazarse en un Volkswagen Golf negro que se correspondería con el turismo de esa misma marca y "oscuro" que dijeron ver los vecinos circulando cerca de la casa del cura la noche de autos. Aunque al no poder especificar el modelo, los investigadores consideraron que se trataba de una pista muy genérica y los dejaron libres.
No se les ha vuelto por Vilanova dos Infantes, que aún tiene un halo de esperanza en la justicia.
