"Leva anos esnaquizándome por dentro... Non me dá vergoña dicir que o meu padrastro me violou"

Condenan a 15 años de cárcel a un hombre por violar durante años a su hijastro, que pasó un infierno de amenazas en el que también tuvo que luchar por el apoyo de su madre y su hermano
El condenado a 15 años por violar a su hijastro, durante el juicio en Vigo. E.PRESS
El condenado a 15 años por violar a su hijastro, durante el juicio en Vigo. E. PRESS

La Audiencia de Pontevedra consideró probado que desde 2002, cuando el niño "tenía 9 o 10 años", y hasta que llegó a los 17, su padrastro estuvo abusando de él y violándolo hasta que rompió la relación con su familia y, gracias apoyo de su pareja y de su psicóloga, consiguió vencer sus miedos y denunciarlo. Ahora, el acusado deberá pagar los hechos con 15 años de cárcel.

Quizás sean más, porque durante el juicio en Vigo, el hermano de la víctima aseguró que él también había sufrido situaciones similares, por lo que la sala ordenó que se deduzca testimonio de la declaración para que se estime si procede abrir otra causa contra él.

"Sempre fun un cagado e tiña medo de que cumprise as ameazas... Tiven que aguantar co medo que me batese a min ou a vos... [...] É algo que a min leva anos esnaquizándome por dentro... A min non me dá vergoña dicir que me violou".

El relato que recoge la sentencia es atroz. No solo por la "verosímil" versión del afectado, "sin motivación espuria alguna" –el encausado había atribuido todo a una venganza por haberle reclamado que le devolviera un préstamo para un coche–, y respaldada por los informes de los expertos, que deja al tribunal "sin ninguna duda" sobre los abusos sufridos durante largos años. También por la lucha que refleja para lograr que su madre le ofreciera apoyo.

El entrecomillado anterior, en este sentido, procede de una "sobrecogedora y suficientemente reveladora" conversación que ambos mantuvieron por WhatsApp y en la que ella, "destrozada", le rogaba que dejara "no pasado" lo ocurrido y ahorrarse así años de tortura.

Fue una barrera que la víctima a duras penas pudo doblegar, porque incluso ante la Policía y durante una primera fase de la instrucción, la madre insistió en que nada sabía del asunto. Hasta que finalmente admitió que lo hizo porque "cuando se enteró de todo lo estaba pasando muy mal" y "no era capaz de enfrentarse al problema". En el juicio confirmó "que ahora sí cree a su hijo". 

Amenazas constantes

Todo ello después de un infierno que dejó al joven –ya treintañero– con una secuela de estrés postraumático en grado moderado, después de años consumiendo marihuana para poder sofocar el miedo que le impedía dormir o incluso de pensado en suicidarse.

No es para menos, porque para conseguir sus propósitos, el procesado sometió a su víctima a "una situación de constante intimidación ambiental" que se repetía día tras día. Según explicó, pasó de advertirle que no le iba a dejar jugar si no se plegaba a sus deseos a amenazarlo con matar a su perro –de hecho, andando el tiempo, el animal terminaría muerto en unas circunstancias poco claras– dándole a elegir, a punta de cuchillo, entre él y el can. En cierta ocasión, en casa de sus abuelos llegó a encañonarle con un arma en la frente por negarse.

La confesión del hermano

El chico no logró escapar de la pesadilla hasta que, en Navidad de 2017, cortó relación con una familia de la que no había obtenido apoyo alguno.

Porque más allá que su madre fue su hermano, que de desentenderse de la denuncia pasó a confesar que el acusado abusó también de él. "Lo estuve pensando mucho, y decidí esperar a este juicio para contarlo, es la primera vez que lo digo", declaró durante la vista, antes de relatar que el acusado le realizó tocamientos e intentó masturbarlo cuando era niño, con la excusa de comprobar si padecía fimosis. 

"Debería haberlo denunciado en su momento", lamentó, expresando su "arrepentimiento" por no haber apoyado a su hermano "desde el primer momento".

Esta confesión está ahora en manos de la Justicia para determinar si al hombre se le juzgan también por estos hechos.

Le quitan la patria potestad de otro hijo

La sentencia, que no es firme y permite presentar recurso ante el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, también impone al condenado la prohibición de aproximación a la víctima y a su madre –con quien cortó la relación en 2018–, así como de comunicarse con ella por cualquier medio, por tiempo superior en diez años al de la duración de la pena de prisión. 

Además, se le quita la patria potestad durante diez años con respecto a su hijo menor de edad y se le inhabilita para cualquier profesión, oficio o actividades, sean o no retribuidos, que conlleven contacto regular y directo con personas menores de edad durante 19 años. 

Los jueces también le imponen una medida de libertad vigilada por tiempo de diez años, que se ejecutará con posterioridad a la pena privativa de libertad, consistente en prohibición de aproximarse a menos de 500 metros de la víctima, de su domicilio, lugar de trabajo o cualesquiera otro que frecuente, así como comunicarse por cualquier medio, y el sometimiento a un programa de educación sexual. 

Como indemnización, deberá pagar 35.000 euros a su hijastro.

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