...Y al final llegó el final

El legado de los doce años de Pilar de Lara en el juzgado número 1 son cientos de tomos de macrocausas, la mayoría aún de lejos de llegar a juicio

Pilar de Lara. PEPE TEJERO
photo_camera Pilar de Lara. PEPE TEJERO

Jamás se podía imaginar aquella aguerrida jueza que aterrizaba en 2007 en el juzgado 1 un final así. Pilar de Lara mostró nada más comenzar a instruir en Lugo una gran capacidad de trabajo, mucho deseo de llegar al fondo de los asuntos y, sobre todo, una habilidad notable para los interrogatorios. En pocos meses articuló la operación Carioca y luego llegaron Pokemon, Pulpo, Cóndor... unas llevaron a otras. De todo aquello pasaron más de diez años, con su juzgado convertido en un almacén de tomos sumariales sin solución de continuidad.

Todo se traduce en una profunda injusticia, tanto para esos encausados perennes, como para quienes trabajaron en la operaciones o incluso para la propia sociedad. A nadie se le escapa que esas causas arrancaron de hechos objetivamente delictivos, no hay más que recordar aquellos 3.000 euros envueltos en papel de periódico que viajaban por mensajería de Madrid a Lugo, las crudas declaraciones de las prostitutas de los burdeles o las confesiones de algún expolítico nada más ser detenido.

Eso no justifica, obviamente, mantener años y años a una persona imputada, con el coste social y económico que supone. Pilar de Lara tiró de un hilo y luego de otro, hasta convertir todo en una maraña de ruido, donde ella es la única que sabe dónde está cada papel, cada recurso. Cuando el muro se hizo infranqueable, a la jueza le flaqueó la salud durante unos meses y eso acabó por enterrar lo que en su día fue una esperanza para erradicar la corrupción.

Los plazos que ya se incumplían poco a poco se eternizan y la situación se vuelve hasta tal punto insostenible que tiene que intervenir el CGPJ con ejemplaridad. Ella culpa a la falta de medios de buena parte de los males del maltrecho juzgado, pese a que durante años fue de los más reforzados de España, con magistrado de apoyo incluido. Fallaba el escáner y algunos funcionarios y, sobre todo, que el volumen de trabajo arrasaba con todo: Carioca y Pokemon andan por 300 tomos y entre 100 y 200 están el resto de macrocausas.

La hostilidad se fue extendiendo a la Fiscalía, con la que un juez instructor siempre debería ir de la mano. No ocurrió así, por la plaza pasaron varios jefes, con criterios diferentes. Los fiscales dejaron de acudir a las declaraciones y cuando tuvieron que asumir la parte acusatoria que les corresponde no concordaron con las expectativas de De Lara (véase las exculpaciones del Liverpool). La cuerda se tensó tanto que la jueza acabó criticando el trabajo de una fiscala, y además por escrito.

De haber vuelto a empezar, a buen seguro que De Lara habría evitado algunas sobreinstrucciones. Pero la realidad es ahora la que es. "Extraviada en Lugo capital. La echo de menos. Atiende al nombre de Justicia". Así decía la pancarta que sujetaba un hombre en cabeza de la manifestación que en 2011 recorrió las calles de Lugo en apoyo de las juezas San José y De Lara, en pleno apogeo de las investigaciones por corrupción. De tal calibre fue la sacudida social. La primera acabó por irse a Huelva al verse investigada, tras desmoronarse el caso Rei y minimizarse el Campeón y el de las multas de Tráfico. La segunda, pues a la vista está.

Si se confirma el castigo (con un siete a cero de votos parece remota una revocación), Pilar de Lara dejará el juzgado 1 de Lugo, quizá en unos meses, y tras de sí quedará un triste panorama, los rescoldos de lo que pudo ser y no fue. Como escribió Sabina, "hubo tanto ruido, que al final llegó el final".

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