Revivir la relación de pareja: trucos y consejos

Lo principal en todos los casos es tener la suficiente fuerza de voluntad y las ganas de hacer las cosas bien

Tras varios lustros o décadas de casados, múltiples escenas de celos, fideicomisos, hipotecas, horas extras trabajadas, adaptación a los horarios de los recién nacidos, y demás avatares, la intimidad y la vida en pareja parecen ser los antónimos más acérrimos del diccionario de la unión marital. Así, los momentos que otrora fueran inolvidables, parecieran por momento no poder ser ni recordados con nitidez.

Aunque la situación pudiera ser considerada traumatizante, digna de casos clínicos y terapias complejas, revivir la relación de pareja en la intimidad es posible siguiendo trucos o consejos al alcance de todos. Lo principal en todos los casos es tener la suficiente fuerza de voluntad y las ganas de hacer las cosas bien. De lo contrario, poco importarán los novedosos métodos, costosas terapias o la experiencia inigualable de los psicólogos o expertos en relaciones y convivencia.

El primer paso para revivir la relación de pareja y darle nuevos aires, es aceptar que se tiene un problema. La no aceptación de ello conlleva a otro problema mayor, aquel mundo ficticio donde se finge ante la sociedad que las cosas marchan de maravilla, aunque las noches sean un calvario, un silencio sepulcral de frialdades insoportables. Toda pareja, sin excepción, pasa por momentos así. Por tanto, el paso trascendental y el más importante es siempre el primero: aceptar que hay un problema, tomarse de la mano, y prometerse hacer todo lo que esté en sus posibilidades para salir del bache. Sin más.

Viajar: todo un clásico
Para darle nuevos aires a una relación, es necesario cambiar de aires. Nunca mejor dicho. Por tal motivo, viajar se ha convertido en la salida y en la solución para muchas parejas que se encontraban encerradas en la manía de la rutina. El enemigo de ambos era el día a día, y no el uno del otro. Así, escapar por un momento de esa situación, agobiante por lo repetitiva, les proveerá de los recursos imprescindibles para volver a ser los mismos, o al menos, mejorar un poco lo que sucede entre ambos.

Muchos se sienten tan a gusto que tras la decisión de viajar siguen repitiendo cada vez que pueden. Otros, no menos acertados, deciden hacer maletas definitivamente, firmar sus intenciones de renuncia y cambiar de ciudad, o irse a un pueblo más íntimo, para tener la sensación maravillosa y gratificante de un nuevo comienzo, donde el pasado es un manojo de momentos felices que deben ser suplantados por momentos mejores.

Aprender una disciplina juntos
Puede ser que las cosas entre ambos estén tan frías como un témpano de hielo. Sin embargo, a pesar de que un frío polar aceche su morada, hay situaciones adversas que hacen que la unión surja espontáneamente. Una de esas situaciones es la de aprender una disciplina, desde cero, juntos.

Aprender un nuevo idioma, o a cocinar, bailar o hasta un arte marcial, puede ser la excusa perfecta para permitirse ser íntimamente felices nuevamente. Todas las relaciones, cuando inician, se basan en la cooperación. Con los años, se hace recurrente el pensamiento de que se podría estar mejor, o quizás diferente, si se hubieran hecho las cosas por cuenta propia, porque se tenía la capacidad, porque se hubieran ahorrado gastos, y sinfín de especulaciones.

No obstante, cuando de nuevo se está ante este marco de lo desconocido, la única solución para salir del problema es abordarlo juntos. Porque, consciente o inconscientemente, ser pareja significa estar comprometido a luchar por el bienestar de ambos. No bastará más que darse cuenta de que al otro no le están saliendo bien las cosas para esforzarse al triple para ayudarle, para que ambos puedan seguir juntos, avanzando. Faltará ver que el otro no pueda pronunciar bien la oración de francés; o que no pueda preparar la receta de la prueba final del curso, para que todas las intenciones estén puestas en colaborar, en apoyarse, en practicar juntos y que la alborada les sorprenda ensayando, tal como sucediera cuando la relación apenas estaba en su primera germinación.

Esa realidad, que pareciera escapar de un relato motivacional, es muy frecuente en las parejas. La escasez de retos y la falta de objetivos hacen que el status quo se convierta en una infección, un virus que poco a poco invade la vida marital, y atenta contra los demás sectores de la convivencia.

Realizar una actividad en pareja
Relacionado con lo anterior, pero sin la inclusión del aprendizaje. Muchos entreveros de pareja se solucionan en las épocas cuando se remodela o pinta la casa. Así, no habrá una discusión que sea tan grande como para evitar que ambos trabajen juntos en mejorar su hogar.

Otros más creativos, inventan cualquier motivo que los tenga jugando una tarde en la PlayStation, viendo un programa de televisión o saliendo al cine después de tanto tiempo. Y, si la creatividad no supone límites, cualquier pequeña compra en el supermercado pudiera suponer un puente hacia un mejoramiento en la intimidad.

Hacer uso de los sex toys
Siguiendo en el tema de ser creativos. Las parejas, cuando pasan los años, realizan un círculo imaginario y se incluyen dentro. Ese círculo se llama comodidad, que no en vano es rima de conformidad.

Llega un momento, tarde o temprano, en que el círculo donde antes se sentían seguros, brillantes y animados, ahora les hace sentir vacíos, grises e inseguros. Esa complicación pudiera resolverse utilizando artilugios que incrementen la pasión. Los sex toys, o juguetes sexuales, pueden ser un motivo lógico para intentar algo nuevo, para ampliar el diámetro de ese círculo de la comodidad.

Desde artefactos tan divertidos como un huevo vibrador, pasando por cuestiones pecaminosas como un látigo, esposas, disfraces eróticos o lencería, hasta llegar a aparatos sofisticados y altamente adictivos como los tradicionales vibradores, a veces la solución a los problemas de distanciamiento en pareja pueden solucionarse de esta manera. Ser atrevidos, juntos, no es algo de lo que haya que cohibirse.

La frialdad y la lejanía se van convirtiendo luego en dudas, en intenciones de buscar alguien más que supla ese vacío. Tal vez no haga falta sino invitar a un par de juguetitos a la cama. Sí. Problemas solucionados.

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