Blog | Que parezca un accidente

El astrofísico que tocaba en Queen

Harold May, delineante en el Ministerio de Aviación británico, sonreía humildemente cuando le preguntaban por la familia. Se sentía profundamente orgulloso de su único hijo, Brian, dotado de unas extraordinarias aptitudes para las matemáticas. A los once años de edad había obtenido una beca para estudiar en Hampton School, un prestigioso centro educativo ubicado en el distrito londinense de Richmond Upon Thames, donde cursaba una modalidad de bachillerato especializada en Física, Matemáticas y Matemáticas Aplicadas. Sus resultados académicos eran inmejorables.
Brian May. EP
photo_camera Brian May. EP

A Brian le fascinaba el rock and roll y hacía progresos con su guitarra acústica —una Egmond que sus padres le habían regalado por su séptimo cumpleaños—, pero para poder interpretar las canciones que escuchaba en la radio, necesitaba una guitarra eléctrica. A los quince años les había pedido a sus padres que le comprasen una, pero la economía familiar no podía soportar un gasto semejante. "No teníamos dinero, éramos realmente pobres", explica el propio Brian en el libro Red Special (Hal Leonard Books, 2014). Un año más tarde, en 1963 —se cumplen seis décadas—, y tras considerar distintas opciones, tomó la decisión de fabricar él mismo su guitarra. Le pidió ayuda a su padre y este, confiando en que aquella afición musical no podría apartar a Brian de sus estudios, finalmente aceptó.

Inspirándose en la forma de la Egmond, Harold y Brian se pusieron manos a la obra. Disponían de herramientas rudimentarias y sólo podían recurrir a materiales reciclados. A partir de la repisa de una chimenea construyeron el mástil, cubierto con una lámina de roble a modo de diapasón, sobre la que incrustaron botones de nácar para marcar las referencias de los trastes. Con una vara de acero elaboraron el tensor, que atornillaron al cuerpo de la guitarra, sacado de una vieja mesa de roble. Brian diseñó el sistema eléctrico, fabricó las pastillas e ideó un sistema original para los selectores y el circuito de distorsión. Cubrieron el cuerpo con varias láminas de caoba y, por fin, dos años después de comenzar a construirla, padre e hijo terminaron de dar forma a un instrumento único e irrepetible: la guitarra Red Special, también conocida como La Chimenea.

Brian May
Brian May

Mientras tanto, Brian había continuado sus estudios en Hampton School, y junto al bajista y vocalista Tim Staffell fundó una banda de rock llamada 1984 en homenaje a la novela de George Orwell. A los dieciocho años, y gracias a sus excelentes notas, pudo matricularse en el Imperial College de Londres, donde comenzó a cursar estudios superiores de Física y Matemáticas. Al mismo tiempo, junto con Tim Staffell y el batería Roger Taylor, formó la banda Smile, con la intención de componer canciones propias. En 1968, a los 21 años de edad, se graduó con honores en Física y comenzó a preparar sus estudios de doctorado sobre la velocidad y la luz reflejada en la nube de polvo interplanetario. Dos años después, el vocalista Tim Staffell abandonaría Smile y, en su lugar, Brian y Roger aceptarían como sustituto a un estudiante de arte y diseño llamado Farrokh Bulsara —cuyo nombre artístico sería Freddie Mercury—, quien sugeriría cambiar el nombre de grupo por el de Queen.

Las canciones de Mercury eran inmensas. Su rango vocal, prodigioso. Las estructuras armónicas que Brian May y él construían con la guitarra eléctrica, el piano y la voz no tardaron en llamar la atención de crítica y público. En un breve período de tiempo, Queen se convirtió en una de las bandas de rock más importantes del mundo y Brian abandonó sus estudios de doctorado. Su padre, Harold, se opuso rotundamente a aquella decisión. No comprendía por qué Brian había elegido dedicarse en cuerpo y alma a la música. Consideraba que la apuesta de su hijo por la industria del rock implicaba tirar sus estudios superiores por el sumidero y su vida por la borda. Brian podría haberse convertido en un científico de gran prestigio. Un hombre respetado. Sus investigaciones, realizadas a partir de observaciones llevadas a cabo desde el Observatorio del Teide, podían haberle convertido en un astrofísico de renombre. Pero él había preferido tocar la guitarra y cantar "Scaramouch, Scaramouch, will you do the Fandango". Harold se negó a ver a su hijo actuando en directo. No quiso asistir a ninguno de los conciertos de Queen. Esos en los que Brian tocaba la guitarra que había construido con él. 

Hasta que llegó el año 1977 y el grupo fue contratado para actuar en el Madison Square Garden, un momento culminante en la carrera de cualquier estrella del rock. Brian telefoneó a su padre y le pidió que asistiese. "Papá, esto es muy importante para nosotros —recordaba en el documental Days of our Lives (2011)—. Tocamos en América. Es Nueva York. Es la primera vez que vamos a actuar en este lugar tan increíble… Por favor, ven". Y Harold aceptó. Él y la madre de Brian, Ruth Irving, se subieron a un Concorde y volaron hasta Estados Unidos. Asistieron al concierto de Queen y Harold pudo ver a su hijo tocando en directo, con su Red Special, construida entre los dos a partir de una vieja chimenea, una mesa y algunos cachivaches. Al terminar el concierto, Brian bajó del escenario y acudió hasta el lugar donde se encontraban sus padres. Harold lo miró y, emocionado, le dijo: "De acuerdo. Ahora lo entiendo, hijo".

Harold falleció en 1987. Freddie, cuatro años después. Y Queen dejó de ser lo que era. Brian May se matriculó de nuevo en el Imperial College de Londres en octubre de 2006, a los 59 años de edad. Después de tres largas décadas, dejó de mirar hacia abajo, hacia las cuerdas de su guitarra, y volvió a mirar de nuevo hacia el cosmos. Viajó a Canarias, al Observatorio del Teide en Tenerife y al Observatorio del Roque de los Muchachos en La Palma. A través del Telescopio Galileo, continuó estudiando las partículas de polvo interestelar que reflejan la luz solar. Avanzó en sus investigaciones y, un año más tarde, presentó sus tesis, titulada Un estudio sobre las velocidades radiales en la nube de polvo zodiacal. 48.000 palabras repartidas entre 256 páginas que lo convertían, al fin, el 14 de mayo de 2008, en doctor en Astrofísica.

En la actualidad, Brian May sigue dedicándose a tocar la guitarra en Queen y, paralelamente, a desarrollar su carrera científica. Fue rector de la Universidad John Moores de Liverpool desde el año 2008 hasta 2013, ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas, ha realizado trabajos sobre la proyección estereográfica de diversos asteroides y, desde el año 2015, es colaborador de la NASA en la misión New Horizons, destinada a la exploración de Plutón, sus satélites y el cinturón de Kuiper. El asteroide Brianmay (52665) lleva su nombre en su honor. El rey Carlos III lo nombró caballero en diciembre de 2022. Con el tiempo, Brian May se ha convertido en el científico respetado que su padre, Harold, siempre quiso que fuese. Y en la estrella del rock que él, Brian, siempre quiso ser. 

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