Opinión

Moral de guardería

En la esquina de la habitación estaba uno de mis primos pequeños castigados, a saber lo que había hecho para que su madre decidiese que mirar el corte de dos paredes de ladrillo sería la manera de que hallase respuestas. ¿Pero qué hacer cuando las palabras y los actos que prometen cambios se quedan solo en proyectos de...?

A los pocos días y saliendo de ver A Hero del director iraní Asghar Farhadi, que próximamente llegará a Amazon Prime Video, en el Teatro Principal de Santiago de Compostela sentí de nuevo lo mismo que al ver al niño frente a la esquina, acatando sin rechistar ni entender bien qué pasaba. La cara de los espectadores en la salida, butacas y platea llenas, compartían semblante hasta que alguien dijo en alto: "Vaya mierda de dos horas".

No le faltaba razón a ese señor. No se podría entender que alguien saliese de aquella sala diciendo que acababa de ver una obra maestra y con recuerdo a Pasolini o Antonioni, a quienes Farhadi claramente intenta homenajear pero solo consigue imitar en forma y hueca en contenido. Solo alguien con vocación de intelectualizar lo evidente podría decirlo, de hecho. Pero el resto de nosotros acabábamos de salir de una clase de catecismo.

En la nueva película del iraní, un hombre afronta una bifurcación en su moral de presidiario al poder hacer una buena acción o hacer una mala, y las consecuencias de dicha decisión, entre las que se encuentran la excarcelación. Pero no se trata del individuo ni su familia, sino del tejido que conforma la sociedad y la moral que rige a unos y otros. Reviviendo a Schopenhauer, ¿es el humano la bestia para sí mismo? ¿no lo es? ¿nos importa realmente?

El problema de A Hero no es ni más ni menos que un choque entre los sistemas de valores del público internacional que mira la película y desde el lugar en el que se ha creado. Dice Sorrentino que la gran dificultad para entender el llamado cine clásico es que eran tiempos simples en sociedades simples, a diferencia del prisma global y complejo en el que vivimos en Occidente, donde las decisiones de catequesis se toman en segundos. Los dilemas son más ricos.

Farhadi explora que la dimensión del delito adquiera relevancia solo si es descubierto y si involucra a gente que lucha por mejorar su honra

Farhadi solo versiona aquel cuento del Rey David mandando partir al niño por la mitad, pero en una versión larga y estancada en destacar que un hombre puede tener buenas intenciones que si su entorno no lo cree o carece de esa ética, será malinterpretado y castigado por ello. Debemos cuidarnos del destello de la bondad de alguien porque quizás, si vivimos en un sistema corrupto, lo que es simplemente moral puede ser confundido con mesianismo. 

A Hero también deja entrever si un sistema como la cárcel sirve de algo, sin criticar su existencia pero desde luego recalcando que encerrar a personas a reflexionar sin más asistencia que rejas, una ventana y, con suerte, libros o educación quizás no es la salida para criminales como el protagonista, un estafador sin mayor pule. Y la marca que queda, no tanto por delinquir, sino por ser para siempre alguien castigado por ello.

El delito como herencia negativa a la familia es algo que ya se conoce, en Galicia las familias han quedado marcadas sistemáticamente por lo que ovejas negras hicieron en otro momento. Pero en este caso, Farhadi explora que la dimensión del delito adquiera relevancia solo si es descubierto y si involucra a gente que lucha por mejorar su honra. Quizás el pecado solo es falta de moral para quien mira y no de quien ejecuta.

Intentar dividir el mundo en buenos y malos, blanco y negro, cielo e infierno, no ha dado muy buen resultado fuera de dogmas anestesiantes a la razón. Generalmente los conflictos, de grandes a enanos, suelen disponerse en una gama de grises que fuerza al entendimiento y la reflexión.

Es una pena que el cineasta iraní no caiga en la cuenta de que hacer una película sobre un juicio mediático es, a su vez, otro juicio mediático

Farhadi juega con el poder del cambio y la conversión del villano a bonachón, haciendo que un condenado judicial adquiera el indulto social, el que realmente le impediría continuar con su vida. Las leyes para quien las practica, es realmente el respeto de tus congéneres el que te habilita para las rutinas y la supervivencia.

A Hero quiere mostrar como los juicios mediáticos y los procesos de rehabilitación de personajes conflictivos son, en realidad, otra manera de encontrar audiencias a costa de los demás. Es una pena que el cineasta iraní no caiga en la cuenta de que hacer una película sobre un juicio mediático es, a su vez, otro juicio mediático sesgado a su perspectiva. 

La sociedad iraní que muestra Farhadi comparte esos valores humanos de honestidad y lealtad, casi ajenos a los marcos culturales, pero también es la que se resiste a perdonar, donde la ofensa es un agravia irreparable. Las disculpas son, como mínimo, en formato de súplica.

Otro de los temas en los que pivota la película es la mentira, si las hay buenas o todas son malas pese a sus intenciones. Parece que faltar a la verdad siempre es un perjuicio, desde luego las campañas religiosas comparando el engaño con los mayores crímenes han surtido efecto con el paso de los siglos. Este es uno de los temas que más clases de Ética ha rellenado en los institutos del mundo, el embuste, y la única respuesta válida es: "Depende". 

Realmente, la materia que subyace en A Hero es el honor, gasolina de parte de la humanidad y su historia. El honor individual, de no avergonzarte, y el colectivo, de que te respeten, no dejan de tener como referencia a una tercera persona, que es quien te otorga dicho honor. Esa persona es también quien mira, quien juzga. Esa persona es quien a las puertas del teatro decide que lo que ha visto es "una mierda de dos horas".

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