Opinión

Epicentro político

DESDE LA marcha del siempre histriónico Xosé Manuel Beiras, el Parlamento gallego había ido perdiendo protagonismo. Sin sus salidas de tono, aspavientos o zapatazos, el espectáculo había decaído en la vieja casona de O Hórreo. Pero el aterrizaje de Gonzalo Caballero, ya investido como líder de la oposición por la fractura interna de En Marea, ha venido a despertar el interés por los debates y a recuperar para la Cámara el papel que nunca debería haber perdido como epicentro de la política gallega. De momento, el socialista salió airoso de su primer duelo con Núñez Feijóo, quien, dicho sea de paso, tampoco puso toda la carne en el asador. Pero pronto habrá nuevos cara a cara entre ambos que marcarán la carrera hacia Monte Pío. Esta polarización, agradecida por los periodistas, preocupa al resto de la oposición, especialmente a una Ana Pontón acostumbrada a acaparar foco y que ahora puede verse eclipsada.

Un alcalde con muchas luces

A Abel Caballero hay que reconocerle que logró convertir una excentricidad —inaugurar en pleno verano y a 28 grados el alumbrado navideño— en una operación de márketing para Vigo a la que después sabe sacarle rédito electoral como nadie.

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