Opinión

Piropos y brecha salarial

EN LA lucha por la igualdad y no discriminación, dos mujeres protagonizaron recientemente dos gestos admirables. El primero fue la decisión de la doble campeona del mundo de ajedrez, Anna Muzychuk, de no acudir al certamen mundial de Arabia Saudí, que obligaba a las participantes a desplazarse con el cuerpo completamente cubierto. "Por dignidad no acudí a Arabia, solo yo elijo cómo visto y con quien salgo acompañada a la calle", dijo la campeona ucraniana que antepuso sus valores al éxito y al dinero.

El segundo lo protagonizó Carrie Gracie, delegada de la BBC en China. Dimitió de su puesto al comprobar que dos compañeros que desempeñaban funciones equiparables cobraban un salario significativamente mayor. La corporación, señaló, practica "una cultura salarial que discrimina a las mujeres". Por solidaridad con esta periodista, seis varones presentadores de la cadena británica rebajaron su sueldo para reducir la brecha salarial.

La discriminación salarial de las mujeres con respecto a los hombres –en Galicia llega al 22 por cien– chirría en países que dicen ser igualitarios y se mantiene por falta de voluntad política y empresarial. Pero ya hay dos excepciones significativas. Islandia exige a las empresas pagar salarios iguales a hombres y mujeres que realicen la misma función, y Alemania obliga a las empresas con más de 200 trabajadores a pagar el mismo salario a hombres y mujeres en puestos de igual nivel y responsabilidad

¿Y en España? La Constitución, artículo 14, dice que "los españoles son iguales ante la ley sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo...". Pero debe ser un artículo retórico porque la igualdad salarial solo es asunto recurrente en tertulias mediáticas y mítines políticos. Políticamente es más rentable hablar de reformar la Carta Magna que cumplirla.

A Carrie Gracie y a Anna Muzychuk debe parecerles poco serio para la causa de la igualdad demonizar los piropos, como en Andalucía, o utilizar la moda del lenguaje inclusivo "gallegos y gallegas, compañeros y compañeras, todos y todas..", que tanto gusta a los políticos que, al tiempo, aceptan la desigualdad salarial.

Concepción Campany, que ocupa silla en la Academia Mexicana de la Lengua, afirma que "igualdad no es que te llamen arquitecta, es que no te excluyan, que te contraten igual, que te paguen igual y tengas las mismas oportunidades". Lo dice una veterana luchadora por la causa feminista.

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