Opinión

Títeres

Si lo de año nuevo significase de verdad vida nueva, como reza el apolillado refrán, sería para darse con un canto en los dientes, pero el empalago (político) que singularizó el que acaba solo augura agravar la extenuación, el cabreo o el desánimo hasta achicar el aguante. Claro, da igual lo que pensemos o nos parezca. Se acabará haciendo lo que más convenga para provecho propio. Porque si el Gobierno en (des)funciones fue y es un desastre para los intereses generales durante tan larga provisionalidad, salvo para quienes comulgan con ruedas de molino o conniventes aprovechados y agradecidos, lo que viene, si viene, garantiza una bochornosa, peligrosa y cínica escenificación circense, o mucho ha de cambiar todo permitiendo que se reconduzca el caos hasta donde lo toleren el ejercicio democrático y la sensatez, tan postergada. ¿Qué se puede esperar de una previsible cuadrilla de títeres manejada por golpistas, presos y fugados, que lo único que promueven es la ruina del Estado para que sus chiringuitos funcionen? Lo razonable es que no debería ser por mucho tiempo, pero suficiente para poner al país llamado España patas arriba. ¿Que los optimistas no lo creen? La ingenuidad nada resuelve. A todo esto y si se tercia, buen año.

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