Opinión

¿Por qué no adelantó Rueda?

Aunque subirse a la ola del PP de Feijóo podía resultar tentador, votar en un puente estival y polarizar la campaña era demasiado arriesgado
Alfonso Rueda. DAVID CABEZÓN
photo_camera Alfonso Rueda. DAVID CABEZÓN

Contó el portavoz socialista en el Parlamento Luis Álvarez que el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, tenía alertados a sus conselleiros el lunes por si era necesario convocar un Consello extraordinario urgente para adelantar las elecciones gallegas y hacerlas coincidir con las generales del próximo 23 de julio. Fue un lunes con momentos de tensión, rumores, incertidumbre... Pero finalmente la convocatoria de Rueda a los medios en un hotel compostelano en lugar de en la sede oficial de la Xunta ya disipó dudas: no habría tal adelanto electoral. Al menos, no por ahora.

Ventajas evidentes

El adelanto electoral de las gallegas tenía una ventaja evidente por encima de todas: subirse a la ola de Feijóo para, sobre ella, reconquistar la Xunta. Los resultados del 28-M fueron contundentes en este sentido y, de forma especial, constataron la tendencia electoral de fondo que se mueve en la política nacional. Hay castigo a Pedro Sáchez, o al menos a su Gobierno, algo que no se aplaca en dos meses. Además, es Feijóo quien se presenta, lo que en Galicia podría tirar del voto hacia Rueda.

No se puede obviar tampoco otro beneficio que obtendría el presidente Rueda en su carrera para mantenerse en Monte Pío: la situación del PSdeG. Electoralmente no es buena, pero orgánicamente es todavía peor, sin candidato oficial —aunque sí oficioso—, sin primarias a la vista y enfrascado en la confección de listas para las generales, uno de los momentos de la política más delicados a nivel interno y que más fricción crea. El PSdeG iría al 23-X lejos de su plena forma.

Sin embargo, no todo eran beneficios a la hora de mandar a los gallegos a las urnas el 23 de julio. La compleja justificación del adelanto, el hecho de votar en puente festivo y justo en medio de las vacaciones de verano, la posible polarización de la campaña entre PP y PSOE o incluso los antecedentes históricos jugaban en contra de Rueda y los suyos, que en ese sentido sí parecieron medir bien el riesgo de la operación. Un año de legislatura da para mucho.

Una operación de riesgo

Los gallegos están llamados a votar, si se agota la legislatura, a mediados de julio de 2024. Una cosa es un adelanto técnico y otra, cargarse un año de mandato sin más justificación aparente que el propio interés electoral. En política todo se justifica con un buen relato, pero a veces no es fácil de conseguir y el efecto es el contrario: generas desconfianza y el votante te da la espalda.

Después está la fecha en sí. En Galicia no se trata solo de votar en medio de las vacaciones de verano, sino hacerlo en el mayor puente estival, el del Día de Galicia, una fecha en la que muchos gallegos escapan de la comunidad para hacer hueco a los turistas. No es difícil pensar en una participación baja el 23-X, y más en unas elecciones autonómicas en las que nunca participa mucha gente. Un escenario así es difícil de controlar para cualquiera: la caída de participación puede alterar los resultados sin que nadie tenga capacidad para predecir en qué sentido. Lo dicho, un riesgo que Rueda no está dispuesto a asumir.

La polarización que se va a dar en la campaña de las generales entre PP y PSOE podría ser además letal para los populares gallegos. ¿La razón? Que le daría al PSdeG una visibilidad y protagonismo que ahora mismo no tiene. El perjudicado sería el BNG, pero los de Ana Pontón están también en la buena ola, así que crecerían sí o sí. El escenario podría apuntar a un Bloque al alza y un PSdeG que resiste, la única combinación que puede apartar al PP de la Xunta. Por último, están los antecedentes. Fraga adelantó en 2005 varios meses las elecciones, a junio, y perdió. Feijóo nunca lo hizo y le fue bien. Y el PP es un partido de tradiciones.

Aunque eso no quiere decir que los gallegos vayamos a votar en julio de 2024. Dependerá el 23-X, de la crisis económica y, como casi siempre... de las encuestas.

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