Los obispos españoles celebran la modificación en el Catecismo sobre la pena de muerte

El texto la define ahora como "inadmisible", una decisión que ya fue apoyada por los prelados en una "consulta expresa"

 

 

 

El portavoz y secretario general de la Conferencia Episcopal Española. en una foto de archivo. EFE
photo_camera El portavoz y secretario general de la Conferencia Episcopal Española, Gil Tamayo, en una foto de archivo. EFE

Los obispos españoles han recibido con "alegría" la modificación en el Catecismo aprobada por el Papa Francisco para precisar que la pena de muerte es "inadmisible", un cambio al que los propios prelados españoles ya dieron su "pleno apoyo" en una "consulta expresa" que se hizo a la Conferencia Episcopal Española (CEE) hace poco más de un año. 

"Lo recibimos con alegría. Era una noticia esperada por nosotros y ya asumida por el sentir común de nuestros fieles en coherencia con el Evangelio y que ahora el Papa confirma plasmándola en el Catecismo", ha asegurado, en declaraciones a Europa Press, el portavoz y secretario general de la Conferencia Episcopal Española, José María Gil Tamayo. 

En este sentido, Gil Tamayo ha explicado que la CEE ya dio "su pleno apoyo" a esta propuesta de modificación en una "consulta expresa" que se les realizó hace poco más de un año. 

A partir de ahora, según ha precisado, los obispos "incorporan" esta modificación en "la defensa integral de la vida humana que defiende la Iglesia y que abarca desde la concepción hasta su final natural". "Toda vida humana y la vida de todos sin excepción", ha enfatizado. 

El Catecismo es un documento reciente en la vida de la Iglesia. Fue promulgado en 1992 y no había experimentado cambios hasta ahora. Este jueves 2 de agosto, el Papa Francisco ha autorizado al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Luis F. Ladaria, a modificar la redacción del artículo 2267 relativo a la pena de muerte. 

El nuevo texto señala que "la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona, y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo", mientras que según la antigua redacción, la Iglesia no excluía, "el recurso a la pena de muerte, si esta fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas".

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