Condenado por dar cintarazos, insultar y hacer vivir entre pulgas a sus hijos: "Yo soy así"
La psicóloga que trataba a su hijo en A Coruña llegó a preguntarle directamente por una conversación en la que el niño –que mostraba fuertes síntomas de ansiedad, como someterse a atracones de comida y sufrir vómitos involuntarios que ella consideraba "reacciones a la situación de estrés y trauma" que estaba viviendo– le había contado que su padre le insultaba, que no le cuidaba y que, más aún, le maltrataba. Y este, "con total naturalidad", le contestó que le pegaba a él y a su hermana para educarlos. "Yo soy así", le espetó "como orgulloso de actuar de esa manera".
Un estilo de paternidad que le costará tres años y cuatro meses de cárcel.
El relato de hechos probados que refiere el juzgado de lo Penal 3 de A Coruña es un catálogo de barbaridades contra estos dos niños a los que entre 2019 –cuando tenían 9 y 5 años– y 2021, durante las visitas de fin de semana que le tocaban tras la separación de su madre, su padre sometió a maltrato.
La sentencia refiere que los sometió a una "violencia física y psíquica continua", a través de "agresiones, insultos y conductas vejatorias" que, entre otros, les provocó síntomas y comportamientos para los que necesitan tratamiento psicológico. En mayor medida el primogénito, quien el día que se celebró la vista oral estaba hospitalizado por una crisis de ira.
Violencia física y psíquica en una chabola inhabitable
La situación empieza por la "chabola" del propio condenado, en A Coruña, que según la trabajadora social que realizó el correspondiente informe "no recoge las condiciones mínimas de habitabilidad e higiene", con "hacinamiento", repleta de residuos y chatarra, y la "justa" ventilación.
Esa falta de salubridad se evidenciaba en que a ambos se les veía el cuerpo lleno de picaduras de pulgas e insectos. Además, "no alimentaba a los menores en debida forma" ni administraba al niño el tratamiento médico que tenía pautado.
"Un menor no puede vivir en esas condiciones", concluyó la evaluación, que aportaba fotos explícitas de la infravivienda.
Pero la mala situación que este sujeto ofrecía a sus hijos iba más allá de lo material. Empezando porque les decía que habían nacido porque su madre le obligó a tenerlos, ya que él "no quería". No dudaba en demostrarlo, en vista de que, "de manera frecuente", les llamaba "tontos" e "hijos de puta", aparte de gritarles "que no valían para nada".
En cuanto a la violencia, recoge episodios concretos, como una vez que el hijo intentó abrir un portalón llevándose al perro a casa, lo que le costó una ración de golpes de cinturón. Al igual que en otra ocasión en la que simplemente se acercó a ver las cabras de su padre. En realidad, las palizas, con golpes en la cara, en las piernas o en el trasero, "eran continuas" ante "cualquier comportamiento que no le gustase".
El temor que les generaba terminaba manifestándose en reacciones físicas tales como que el niño devolvía compulsivamente y la niña no controlaba sus necesidades. Pero eso solo derivaba en nuevos castigos: el acusado obligaba al primero a tragarse el vómito y a la segunda la encerraba en una habitación a oscuras.
Debe pagar 6.000 euros a cada uno
La condena conlleva también que tenga prohibido acercarse o comunicarse con sus hijos durante 11 años y medio, la pérdida de la patria potestad durante nueve años y el pago de una indemnización de 6.000 euros a cada uno por el daño moral que les causó.
La sentencia no es firme, pues cabe presentar recurso ante la Audiencia Provincial de A Coruña.


