Las resistencias a antibióticos causan 96 muertes al día

Estudio. Los microbiólogos españoles estiman que el 20% de los infectados por una de esas bacterias muere en el primer mes tras el diagnóstico, lo que supone 35.000 personas este año solo en España

Factores. El mal uso de esos medicamentos y el desinterés de las farmacéuticas por desarrollar nuevas alternativas al ser un producto con un retorno económico limitado explican su crecimiento

Muestra de una bacteria
photo_camera Muestra de una bacteria

Hace cuatro años Obama anunció un plan contra la resistencia a antibióticos. Hace dos, vio la luz en el Reino Unido el llamado ‘Informe O’Neill’, que estimó que, para 2050, diez millones de personas al año morirían por esa causa, más que por cáncer.

Hace solo unos meses, la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) presentó un estudio demoledor, destinado a presionar al Gobierno a habilitar financiación específica contra ese problema. En él se reveló que casi el 20% de pacientes ingresados en hospitales españoles con una infección por bacterias multirrresistentes morían en el mes posterior al diagnóstico. Extrapolando los datos recogidos en una semana de marzo se concluía que, a lo largo de este año, los infectados serán más de 180.000 y de ellos fallecerán 35.400, lo que supone 96 cada día.

Esos cálculos y el desesperante panorama que dejaría una sanidad sin protección contra las infecciones hace que algunos científicos hable de apocalipsis antibiótica y de la imposibilidad de frenarla si no se toman medidas contundentes pronto. ¿Por qué surgen ahora estos mensajes de alarma y cómo se ha llegado hasta aquí? ¿Es este un problema nuevo? La respuesta, como ocurre tantas veces, es sí y no. Las resistencias son tan viejas como las bacterias. Se trata de un fenómeno natural, un mecanismo de supervivencia , que las ha convertido en los organismos más adaptables a su entorno. Las bacterias existen en los ambientes más extremos gracias, precisamente, a su capacidad de mutar.

"En los 90 había antibióticos con tanta actividad que se llegó a pensar que las resistencias eran un cuestión resuelta"

Desde que a principios de los 40 se comenzara a producir de forma industrial la penicilina, la fabricación de antibióticos fue mejorando de forma más o menos constante hasta los años 90, cuando su desarrollo dejó de tener interés para las farmacéuticas. "En esa década había antibióticos con tanta actividad que se llegó a pensar que era una cuestión resuelta", explica Fernando García Garrote, microbiólogo del Hula que forma parte del grupo de trabajo que elabora los informes sobre resistencias a antimicrobianos en Galicia. Como los que ya había curaban infecciones con todos los mecanismos de resistencia conocidos y desarrollar un antibiótico es una inversión con poco retorno, ya que se aplica en tratamientos cortos de diez días o dos semanas de media, las farmacéuticas se concentraron en otros medicamentos más rentables, fundamentalmente los destinados a pacientes crónicos, diabéticos, hipertensos o con colesterol alto, que tendrán que consumirlos de por vida.

SOLDADOS. La preocupación por las bacterias resistentes, las que no responden a los antibióticos, comenzó a principios de los 2000, cuando Estados Unidos se vio sin opción de tratamiento para soldados infectados durante la guerra de Irak con bacterias resistentes. Hubo casos antes, obviamente, pero fueron estos los que dejaron en evidencia que se trataba de un fenómeno global e imparable, al que no se podía poner barreras. Los microorganismos se mueven con los humanos, dentro de ellos, viajan y se dispersan. "Puedes estar colonizado por un mecanismo resistente sin que a ti te cause enfermedad alguna e irlo excretando . Cuando este se encuentra las condiciones oportunas, como una persona debilitada o con una herida abierta por ejemplo, provoca una infección, crece y se disemina", explica.

Junto al desinterés por desarrollar nuevos antibióticos, el mal uso y el abuso de los existentes ha sido clave para entender la aparición de bacterias resistentes y su propagación. La SEIMC recoge en su estudio que España es el país líder en consumo de antibióticos sin razón epidemiológica que los justifique. No somos los que más los usamos, pero sí los que peor lo hacemos. "Los antibióticos ayudan con la selección de las bacterias resistentes. En una población bacteriana hay la posibilidad de que uno o dos microorganismos de esos 10.000 o 100.000 sea resistente. Cuando usas un antibiótico, lo que haces es dejar a esos dos, los estás seleccionando y dejándoles todo el campo libre para que se desarrollen ", explica el doctor García Garrote. El mal uso —como no acabar un tratamiento, no utilizar el antibiótico específico para la bacteria que produce la infección o recurrir a un antibiótico ante procesos víricos y no bacterianos, como la gripe— ayuda a que las resistencias se extiendan.

"Los hospitales grandes, donde se administran más antibióticos, tienen más casos de resistencias"

Aunque reconoce que el de las resistencias bacterianas se trata de un problema global, que a todos afecta y que no se puede detener, admite que en los hospitales gallegos se registran, en general, menos casos de media que en España. Este es un problema en el que el tamaño de un hospital influye por lo que, dentro de la comunidad, tienen más posibilidades de registrar más casos los centros de mayor tamaño. "Cuanto más grande, tiene más presión antibiótica. Hospitales como los de A Coruña, Santiago o Vigo, que hacen trasplantes, donde se administran muchos antibióticos por profilaxis, y hacen más cirugías, tienen un mayor porcentaje de resistencias", dice y apunta que en el Hula se dan pocos casos y, la inmensa mayoría, en pacientes ‘importados’ de otros hospitales, trasladados o tratados en otros centros previamente.

En cuanto a qué bacteria es la que preocupa ahora más a microbiólogos, epidemiólogos e infectólogos, cita las resistentes a carpabenemasas, como la Klebsiella Pneumoniae, porque tienen muy pocas opciones terapéuticas. Aunque se han desarrollado nuevos antibióticos para ella, admite que no resuelven totalmente el problema.

Todas las autoridades sanitarias coinciden en que las resistencias bacterianas suponen ya un problema sanitario de primer nivel —la OMS la considera una de "las mayores amenazas para la salud"— y que precisan de una intervención global. A los pacientes se les recuerda la necesidad de no tomar antibiótico sin receta, de acabar el ciclo sin dejarlo a medias, y de no presionar al médico para que prescriba ese fármaco. Y es que sí, los médicos de Familia se quejan de que hay pacientes que los piden expresamente.

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